Moscú y Ankara refuerzan su cooperación en materia militar con un nuevo acuerdo de suministro del sistema de misiles S-400 Triumf. El director general del consorcio ruso Rosoboronexport, responsable del proyecto, ha asegurado que el contrato para proporcionar un segundo suministro de este sistema a Turquía ya está firmado y solo falta concretar cómo se realizarán los pagos, según ha explicado este domingo a los medios. “El contrato está firmado” y las partes se encuentran ahora en la fase de discutir “el modelo financiero para la ejecución” del mismo, ha recalcado Alexánder Mijéyev en el marco de la exposición militar internacional Army 2020, según recoge la página web de la cadena de televisión RT.
El presidente de la Industria de Defensa de Turquía, Ismail Demir, ya anunció en junio que su país tenía un primer acuerdo para el suministro del segundo sistema de defensa antiaérea de fabricación rusa S-400, mientras continúan los preparativos para poner en funcionamiento el primer sistema adquirido, que -dijo- se compró "para ser usado". En declaraciones al canal turco NTV, Demir adelantó que el segundo contrato incluiría "ciertos elementos de producción y tecnología", y explicó que para la entrega de la misma se requieren estudios técnicos, detalles de producción conjunta y una hoja de ruta.
El sistema de misiles antiaéreos S-400 Triumf ha sido diseñado para brindar protección altamente eficaz contra ataques aéreos por medio de misiles balísticos estratégicos, de crucero, tácticos y de otro tipo. Es capaz de alcanzar objetivos que se mueven en el aire, incluidos aviones y misiles de crucero, desde una distancia de 400 kilómetros. Tanto Rusia como Turquía son potencias regionales dirigidas por líderes autoritarios y sus intereses geopolíticos en el tablero internacional chocan en algunos conflictos, como en el caso de Siria. A pesar de ello, las relaciones económicas entre Turquía y Rusia han crecido casi a la par que su rivalidad regional. Lo más importante de las relaciones fue la venta del sistema de defensa aérea S-400 fabricado por Rusia, que da a Turquía un poderoso arsenal independiente de la OTAN. También hay lucrativos contratos rusos disponibles para el sector de la construcción de Turquía.

Los dos países tienen potencial militar, pero no se pueden permitir confrontar. Tal vez el mejor ejemplo de cómo ninguna de las dos partes puede permitirse un conflicto abierto fue el derribo de un avión de guerra ruso Su-24 en noviembre de 2015. Las circunstancias de ese incidente siguen siendo controvertidas, pero poco después del derribo del avión, Moscú interrumpió todas las comunicaciones con Turquía e impuso amplias sanciones económicas a Ankara, incluida la suspensión de todos los vuelos chárter a Turquía, lo que en esencia puso fin al lucrativo comercio turístico de Turquía con Rusia. En junio de 2016, Erdogan escribió a Putin expresándole sus condolencias, comunicación que fue interpretada por los medios de comunicación rusos como disculpa y que recondujo sus relaciones.
Aunque las circunstancias han cambiado drásticamente en los últimos cinco años, la balanza comercial permanece inalterada. Si bien es cierto que la balanza favorece en gran medida a Rusia, también es cierto que Moscú no puede permitirse el lujo de enfrentarse directamente a Turquía en relación con Siria. Sin embargo, mientras su alianza con el presidente de siria Bachar Al-Assad permanezca intacta, es probable que cualquier acuerdo entre Erdogan y Putin marque un aplazamiento de una nueva confrontación sobre Idlib, en lugar de una garantía. “El principal problema de Idlib es el deseo del presidente Bachar al-Asad de establecer un control total de la zona y bloquear la frontera con Turquía, mientras que también ha empujado a tres millones de la población suní, poco amistosa con Al-Asad, a suelo turco”, explica Vladimir Frolov, un analista de asuntos exteriores ruso, al diario británico The Guardian.