Seguridad en el Mediterráneo: inmigración y terrorismo
El hecho de que la inseguridad haya conquistado el Mediterráneo no es un tema limitado a la orilla sur. La zona se ha convertido en un espacio impredecible, haciendo que la preocupación por la seguridad se asuma como una cuestión de vital importancia. En el Mediterráneo, las amenazas ahora siguen una nueva gramática, en la que los países del sur no deben ser percibidos como la única fuente de inestabilidad.
La región ahora se enfrenta a una amenaza a múltiples escalas, en la que tanto el terrorismo como los movimientos ilegales de personas juegan un papel fundamental. En su intento por estrechar lazos y gozar de unas relaciones prósperas con sus vecinos del sur, entre los que destaca especialmente Marruecos, la Unión Europea debe redefinir sus relaciones.
Es cierto que en numerosos países africanos el panorama nacional está enmarcado en la fragilidad y crisis de la economía, los desastres ambientales producidos por el cambio climático y el crecimiento demográfico; factores que favorecen los flujos de migración irregular principalmente hacia el Mediterráneo. Pero desde Europa, en vez de impulsar medidas que traten de actuar en la raíz del problema, se actúa limitando a estos Estados africanos, a través de políticas selectivas que tienen como consecuencia una fuga de cerebros. Marruecos es el país en el que las medidas están generando el mayor impacto negativo, obstaculizando su floreciente desarrollo en materia económica.
La presencia de grupos terroristas también es muy notable en el continente africano. Ahora bien, los habitantes del sur del Mediterráneo son conscientes de que no disponen de un sistema de gobernanza de seguridad colectiva que tenga la capacidad de responder de forma unitaria y global a este tipo de factores que inducen a la inseguridad.
En la Política Europea de Vecindad se han concentrado los esfuerzos por mejorar esta situación, especialmente desde 2015 cuando se puso el foco en la “crisis de los refugiados”. Por ejemplo, un caso destacable fue la elaboración, por parte de la UE, de una política migratoria para Túnez (no obstante, esta acabó siendo un fracaso).
Claro que, aunque es verdad que desde el sur se presentan peligros para la seguridad del Mediterráneo, no se puede pasar por alto el hecho de que las redes terroristas europeas han aumentado considerablemente. El continente europeo también es el escenario de diversos atentados, poniendo de manifiesto cómo el peligro atraviesa las dos orillas; la norte y la sur. Además, las guerras aún vigentes, tanto en Ucrania como en Gaza, no hacen más que sumar malestar y contribuir como factores de riesgo para la región.
Por otra parte, la estabilidad del Mediterráneo no depende en exclusiva de consideraciones propias de esta área. La actuación de actores de otras regiones tiene una fuerte influencia. Por ejemplo, tensiones como la rivalidad entre Estados Unidos y China tienen un gran impacto en los desequilibrios del territorio. Igualmente, el Mediterráneo es el tablero en el que la OTAN y Rusia libran su lucha de poder.
Tal y como se refleja en la Encuesta EuroMeSCo Euromed "El futuro de la Política Europea de Vecindad", la seguridad es el tema fundamental por el que se deben preocupar los Estados de la zona del Mediterráneo. Y es que, como queda expresado en el informe elaborado por la red de centros de investigación en base a la encuesta, “la mayoría de los participantes en la encuesta siguen recomendando los temas de seguridad blanda y desarrollo humano como prioridades de un nuevo enfoque político para la región”.
