Cuando el pasado mes de junio parecía que, de una vez por todas, Boris Johnson saldría exonerado y victorioso del escándalo del Partygate y de la moción de confianza de su propio partido, el escándalo de las acusaciones de abuso sexual contra el número dos de los 'tories' llamó a las puertas del 10 de Downing Street. El problema que terminó por asestar el golpe de gracia a un Ejecutivo que, desde hacía más de medio año, caminaba por la cuerda floja.
Y es que, al igual que sucedió con John Major en 1995 y con Theresa May en 2019, la convocatoria del voto de confianza, aunque superada, se convirtió en la profecía cumplida de la caída del premier británico.
Cuando Johnson reconoció, días después de la revelación del escándalo, ser conocedor del pasado de Chris Pincher, responsable de disciplina de los conservadores, y de sus expedientes por mantener actitudes inapropiadas hacia diferentes hombres, se precipitó el principio del fin. En menos de una semana, cerca de 60 miembros del Ejecutivo ‘tory’ presentaron sus dimisiones ante el premier, rompiendo los dos récords ostentados hasta entonces por la conservadora Theresa May: la mayor cantidad total de dimisiones registrada, y la mayor acontecida en un mismo día. Además de convertirse en el cuarto primer ministro que menos tiempo ha permanecido en el poder.
Con esta lista de escándalos a sus espaldas, y sin el apoyo de los miembros de su propio partido, el 7 de julio Johnson anunció ante Downing Street su decisión de dejar el liderazgo del Partido Conservador y dimitir como primer ministro británico. “El Partido ha dejado clara su voluntad de que debería haber un nuevo líder y, por lo tanto, un nuevo primer ministro”, decía el premier, afirmando que el proceso para escoger un nuevo dirigente debía empezar “ahora”.

Ese ahora ya ha llegado. Y la carrera por suceder al ‘tory’ ya ha comenzado de manera formal, aunque el cadáver político de Boris Johnson permanece todavía en la residencia oficial. Una especie de recordatorio de la que ya parece costumbre británica: escribir la biografía de los nuevos premieres conservadores sobre el epitafio de sus predecesores.
Así, los primeros resultados de las votaciones que reducirán la lista de candidatos ya dan una idea general de cuáles pueden ser los grandes rivales entre los que, muy posiblemente, la militancia conservadora tendrá que escoger. Esta lista se ha perfilado inicialmente como una de las más diversas hasta la fecha, incluyendo, en un principio, a tres aspirantes de minorías étnicas y cuatro mujeres, lo que podría dejar al primer premier miembro de una minoría, o a la tercera líder mujer.
La primera votación, celebrada el pasado miércoles 13 de julio, dio comienzo con ocho aspirantes que debían superar el corte de los 30 votos para continuar como candidatos en la segunda ronda. El nuevo ministro de Economía –que, dos días después de llegar al cargo solicitó a Johnson su dimisión –, Nadhum Zahawi; y el exsecretario de Salud, Jeremy Hunt, no lograron sobreponerse a este corte, y quedaron fuera de la carrera a Downing Street. Una suerte similar corrió la fiscal general del Estado, Suella Braverman, en la segunda ronda de las votaciones celebrada el jueves. Con un total de 27 votos que la convertían en la candidata menos votada, la ‘tory’, descendiente de padres keniatas y mauricianos, dejaba también de la contienda.
Ahora, la lista se reduce a cinco.

Candidato predilecto de los ‘tories’ hasta el escándalo sobre el estatus fiscal especial de su mujer, Akshata Murty; Rishi Sunak se ha presentado a sí mismo como el aspirante de “la probabilidad fiscal”, abogando, al igual que el resto de sus competidores, por la reducción de impuestos. Junto a Sajid Javid, otro de los pesos pesados del Ejecutivo de Johnson, Sunak fue uno de los primeros ministros en dimitir después del escándalo de Chris Pincher y lidera ahora la lista de aspirantes a suceder al premier.
Reino Unido “necesita honestidad y responsabilidad, no cuentos de hadas” para superar la crisis después de la guerra de Ucrania y de la COVID-19, aseguraba Sunak.
La primera votación situó al candidato a la cabeza de la carrera, con 88 votos, y, la segunda, en la que recibió 101, no hizo más que consolidarle en esta posición. Seguido muy de cerca por la ascensión estelar de Penny Mordaunt, primera mujer al mando del Ministerio de Defensa en el año 2019.

La gran rival inesperada de Sunak, Mordaunt fue uno de los nombres más repetidos durante el mandato de Theresa Mey, cuando se convirtió en la primera mujer en la cartera de Defensa. Pero, en los años posteriores, la ‘tory’ mantuvo un perfil bajo que no ha resurgido en la primera línea hasta ahora, que parece dibujarse como la figura capaz de reunir de nuevo a un Partido Conservador enormemente dividido.
En la línea de una encuesta de YouGov que afirma que Mordaunt es la favorita de un 27% de los militantes (por encima de Sunak, Truss y Badenoch), la diputada mantiene una tendencia creciente entre sus apoyos. En la primera votación, Mordaunt obtuvo un total de 69 votos, que, en la segunda, ascendieron hasta los 83.
La tercera posición en la carrera la ocupa, hasta el momento, la ministra de Exteriores, Liz Truss. Con 50 votos en la primera ronda de votaciones, y 64 en la segunda, la jefa de la diplomacia británica parecía inicialmente la candidata ideal para el ala derecha más dura de los ‘tories’ y –hasta el sorpasso de Mordaunt– la favorita de la militancia conservadora gracias a su rechazo del intervencionismo estatal.
Entre los principales argumentos de Truss se encuentra su voluntad de reducir los impuestos y su promesa de aumentar el gasto de defensa hasta el 3% y, como punto a favor, su “experiencia para cumplir con el mandato desde el primer día”, ha sostenido la ministra.

Los últimos dos puestos en estas segundas votaciones los han ocupado la exsecretaria de Estado de Igualdades, Kemi Badenoch, y el presidente del Comité de Exteriores del Parlamento, Tom Tugendhat, con 49 y 32 votos recibidos, respectivamente.
Este último encarna al representante del ala conservadorra más moderada en One Nation, un grupo que aúna a cerca de medio centenar de parlamentarios, acreditándolo como candidato, pese a que enfrenta el problema de no haber dimitido como diputado de Johnson. Algo que, por otro lado, utilizará para justificar su responsabilidad en el funcionamiento del Gobierno, y su sentimiento del deber para con la política del país.
Tras las dos primeras votaciones –que han seguido a la presentación de candidaturas, oficialmente cerrada el 12 de julio –, se espera que las siguientes rondas de consultas a los diputados adelgacen la lista de candidatos, hasta que solo queden dos. Estas votaciones, que se reanudarán el próximo lunes 18, irán dejando fuera, progresivamente, al aspirante con menos votos.
A partir del viernes 22 de julio los últimos dos candidatos con más votos darán comienzo a su campaña por el país para conseguir apoyos de entre los cerca de 160.000 afiliados, para que así, el 5 de septiembre –cuando se reanuden las sesiones parlamentarias post-estivales–, el Comité 1922 (que agrupa a los diputados conservadores sin cargos gubernamentales) anuncie el nombre del ganador, que se convertirá en el nuevo líder conservador y en el nuevo primer ministro de Reino Unido.