Recep Tayyip Erdogan sigue intentando recuperar el terreno perdido en los últimos años con las potencias regionales. Las disputas con Emiratos Árabes Unidos provocaron una importante tensión entre Abu Dabi y Ankara, aunque el reciente viaje del príncipe heredero de la capital, Mohammed bin Zayed, a territorio turco habría suavizado las relaciones entre ambos países. El propio Erdogan ha asegurado que “así como se dio un paso entre nosotros y los Emiratos Árabes Unidos, tomaremos medidas similares con los demás”, en referencia a Israel, pero sin perder en ningún momento de vista a Egipto.
El presidente de Turquía ha dejado entrever el posible regreso de embajadores a estos países. La gestión de la política exterior otomana no ha sido lo más propicia posible de cara a ganarse aliados. De hecho, si el Gobierno de Erdogan tiene que recuperar apoyos ahora es porque los ha ido perdiendo con medidas agresivas y lazos polémicos con organizaciones terroristas, como es considerada por Estados Unidos y la Unión Europea, los Hermanos Musulmanes. Son precisamente esos vínculos los que han generado un distanciamiento con el Gobierno de Abdel Fattah al-Sisi, y que ahora Ankara espera recuperar al alejarse de la Hermandad.

“Ahora, cuando hayamos tomado nuestra decisión, por supuesto que estaremos en condiciones de nombrar embajadores dentro de un cronograma definido”, afirmaba Recep Tayyip Erdogan en referencia al regreso de embajadores a tierras israelíes y egipcias. A pesar de las abundantes críticas arrojadas por el presidente turco debido a la disputa entre Israel y Palestina, espera volver a estrechar los lazos que comenzaron a separarse en 2018 con la retirada del embajador turco de Israel tras el asesinato de manifestantes en la Franja de Gaza.
Recientemente, las fuerzas de seguridad turcas detuvieron a una pareja israelí por fotografiar el palacio de Erdogan. Mordy y Natali Oknin, conductores de autobús de la ciudad de Modiin, fueron acusados de espionaje y retenidos durante ocho días. Desde Israel se dijo que los cargos por los que se les acusaba eran “ridículos” y fueron puestos en libertad tras comprobar que eran conductores de autobús que se encontraban allí de vacaciones. El primer ministro israelí, Naftali Bennett, agradeció al líder turco su implicación personal y “elogió las líneas de comunicación entre los dos países, que fueron eficientes y discretas en tiempos de crisis”.
En cualquier caso, si el objetivo real del Gobierno turco es formar una fuerte alianza con Israel, el presidente no haría mal en medir sus palabras a la hora de hablar de la disputa entre israelíes y palestinos. “Debemos trabajar con todas nuestras fuerzas para preservar el estatus y la santidad de Jerusalén, la capital de Palestina. Lo principal es el establecimiento de una paz y estabilidad duraderas sobre la base de una solución de dos Estados y parámetros internacionales establecidos”, decía Erdogan en un discurso para referirse a la problemática entre Israel y Palestina, según los informes de los medios locales.
Sin embargo, aseguraba al mismo tiempo que las conversaciones de su país con el de Bennett pueden ser muy productivas para ambos y que iban a trabajar en estrechar los vínculos entre ellos. Al igual que lo quieren hacer con El Cairo, aunque el distanciamiento entre Egipto y Turquía se remonta algo más en el tiempo, concretamente a 2013, cuando el Gobierno de Mohamed Morsi, apoyado por el régimen turco, fue derrocado. Tras ello, se expulsó a los respectivos embajadores, generando una brecha que no se ha podido volver a unir, entre otras cosas por los lazos que aún unen a Recep Tayyip Erdogan con los Hermanos Musulmanes.