El Instituto Internacional de Sociología de Kiev (IISK), una de las instituciones demoscópicas más antiguas y prestigiosas de Ucrania, ha publicado su primera encuesta desde el inicio de la invasión de Rusia, el pasado 24 de febrero.
Este sondeo ha trasladado a la ciudadanía ucraniana dos cuestiones centrales con respecto a un potencial acuerdo diplomático, al estar en el núcleo, respectivamente, de las que han sido las principales demandas ucranianas y rusas: las garantías de seguridad a Kiev a cambio de renunciar a la OTAN y la cesión de territorios a Moscú.
Russian T72 B3 working on Ukrop's positions around Popasna. @DefenceU pic.twitter.com/jN3G6ARlIJ
— Cargo-200?? (@RF200_NOW) May 18, 2022
Aunque las negociaciones, realizadas hasta ahora en Turquía y Bielorrusia, no han llegado a buen puerto y llevan semanas congeladas, estos temas protagonizarán, probablemente, cualquier intento de resolver el conflicto, a no ser que uno de los dos bandos logre imponerse en el campo de batalla.
Las preguntas fueron realizadas a 2.000 adultos ucranianos, sin incluir las respuestas de los millones de ciudadanos desplazados al extranjero ni de los territorios ocupados por Rusia antes del 24 de febrero (Sebastopol, Crimea y parte de los óblast de Donetsk y Lugansk). Pero sí tuvo en cuenta las respuestas de los ciudadanos de los territorios recientemente invadidos por Rusia.
⚡️Lozova's House of Culture was hit 1h ago by a cruise missile
— Emmanuel Grynszpan (@EmGryn) May 20, 2022
Lozova is 60km from the frontline
Kharkiv region pic.twitter.com/41UTTgylVv
Primero, el IISK preguntó por la disposición de renunciar a la adhesión a la OTAN (un principio blindado en la Constitución ucraniana) a cambio de obtener garantías de seguridad, siguiendo la fórmula propuesta por Kiev en las negociaciones con Moscú. Aquí, el Gobierno presidido por Volodímir Zelenski planteó que toda una serie de países, como Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, China, Turquía, Israel o la propia Rusia, se comprometiesen legalmente a asistir militarmente a Ucrania en caso de sufrir un ataque armado.
Hasta un 42% de los encuestados se mostró a favor de la propuesta, mientras que un 39% afirmó que el objetivo de la entrada en la OTAN no debe ser abandonado. A nivel regional, mientras que solo un 35% de las personas encuestadas del oeste del país (la región tradicionalmente más “proccidental”) se ha mostrado a favor, este porcentaje aumenta hasta un 50% en el este (la región tradicionalmente más “prorrusa”), donde tan solo un 25% está en contra.

Por su parte, entre los ucranianos que se encuentran en territorios recientemente ocupados, un 37% está a favor de la propuesta, por un 39% en contra, porcentajes que, entre los ciudadanos naturales de territorios ahora ocupados que huyeron hacia zonas bajo control gubernamental, son, respectivamente, un 33% y un 43%.
Si bien no está claro que los países en cuestión estén dispuestos a otorgar dichas garantías o que Rusia esté de acuerdo, una ligera mayoría de ucranianos apoyaría la propuesta del presidente Zelenski y estaría dispuesta a renunciar, consecuentemente, a la adhesión a la OTAN, una de las cuestiones centrales de las protestas del Euromaidán de 2014 que, no obstante, siempre ha sido fuertemente divisiva en el país.

En segundo lugar, el IISK sondeó a los ucranianos sobre su disposición de llevar a cabo concesiones territoriales a Rusia en aras de poner fin a la guerra cuanto antes y preservar la independencia del país.
En las negociaciones previas, una de las principales demandas rusas, además de la neutralidad, “desnazificación” y desmilitarización de Ucrania, tenía que ver con el reconocimiento de Kiev de la anexión de Crimea de 2014 y de la independencia de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk en sus “fronteras constitucionales”, es decir, los óblast homónimos al completo, que aún hoy siguen estando divididos entre Kiev y Moscú.

No obstante, en estas últimas semanas, el irredentismo ruso parece haber ido en aumento, dando los pasos para anexionarse aquellos territorios que ha ido ocupando más allá del Donbás, en los óblast de Járkov, Jersón y Zaporiyia.
Aquí, hasta un 82% de los encuestados rechazan ceder territorios ucranianos a Rusia, incluso si eso supone alargar la guerra y amenazar su independencia, por un 10% que sí estaría dispuesto. Esta opinión es claramente mayoritaria en toda la geografía del país, llegando a un 83% en el sur y un 68% en el este, las regiones que los nacionalistas rusos ambicionarían anexionar.

Por su parte, en los territorios ocupados, hasta un 77% defienden esta opinión, lo que permite observar un rechazo a la presencia rusa, que se ha materializado en forma de protestas en ciudades como Jersón o Melitopol y en un incipiente movimiento partisano, cuyo alcance, no obstante, es difícil de atestiguar.
Este porcentaje aumenta a un 82% entre los ciudadanos de territorios ocupados desplazados a zonas bajo control de Kiev, entre quienes solo un 5% estaría dispuesto a aceptar la cesión de territorio.
Este rechazo en banda podría dificultar una salida diplomática a la crisis, pues Rusia no solo no parece dispuesta a abandonar sus reclamaciones territoriales, sino que, en buena medida, las está aumentando día a día, a la vez que la opinión pública ucraniana parece posicionarse completamente en contra de renunciar a su territorio soberano, reduciendo el margen de maniobra de Kiev.

El historiador y experto en Rusia Serguéi Radchenko es de esta opinión, afirmando en su cuenta de Twitter que “para un político electo como Zelenski, ciertamente vale la pena prestar atención a estos números [el 82% de rechazo a la cesión de territorios]. La conclusión es que es probable que veamos muchos más combates sobre el terreno antes de que pueda iniciarse ninguna discusión política. El escenario coreano [un alto el fuego por el que el país quede de facto dividido, pero sin un acuerdo de paz] parece cada vez más probable”.
Artillery and 30mm cannon strike Ukrainian soldiers somewhere around Liman pic.twitter.com/n0oGgqH3eq
— ZOKA (@200_zoka) May 9, 2022
El subdirector del IISK, Anton Hrushetskyi, señala que la invasión impone importantes limitaciones metodológicas a la encuesta. La no inclusión de los ciudadanos que han abandonado el país, hasta un 10% de los adultos ucranianos según los datos del IISK (entre los que, probablemente, haya una sobredimensión de mujeres y ucranianos del sureste), así como la enorme dificultad de entrevistar a los ciudadanos en territorios ocupados o en zonas bajo combates, reducen la representatividad del sondeo. Además, según Hrushetskyi, estas encuestas contarían con un sesgo “pro ucraniano” de entre un 4 y un 6%, ante la renuencia de ciudadanos con sentimientos “prorrusos” de decir en público lo que realmente piensan dadas las circunstancias bélicas.

No obstante, Hrushetskyi afirma que estas encuestas siguen permitiendo estudiar las tendencias en la opinión pública del país. “Los resultados aún mantienen una alta representatividad y permiten analizar el estado de ánimo de la población”, concluye el sociólogo ucraniano.