“Los ucranianos han aceptado que nada será como antes”

Kateryna Palanska, refugiada ucraniana y activista, pasó por los micrófonos del programa “De cara al mundo” de Onda Madrid para contar cómo es la vida de los refugiados ucranianos y cuáles son sus inquietudes en cuanto a si podrán regresar de nuevo a su país para rehacer sus vidas, o si por lo contrario están “condenados” a vivir en Europa lejos de sus hogares.
Kateryna Palanska, refugiada ucraniana, activista, que trabaja ayudando a muchos refugiados, que colabora con ONG españolas en su trabajo de ayuda humanitaria. ¿Cuánto tiempo lleva usted en Varsovia?
En Varsovia casi un año y medio, pero al inicio de la guerra me fui a España, y estuve allí como casi seis meses también, estoy viajando entre España y Polonia, aunque sigo yendo a Ucrania para gestionar toda la ayuda posible que se pueda hacer.
Porque usted, Kateryna, ¿cuántos años tiene?
Tengo treinta y dos.
Antes de la invasión rusa, ¿a qué se dedicaba?
He estado trabajando en el centro de tecnología muchos años y estuve viviendo en Kiev durante los últimos 5 años.

¿Cómo está su familia en Ucrania, si ha dejado usted familia en Ucrania?
Sí, toda mi familia y mis amigos siguen viviendo en Ucrania. Mi padre, mi hermano, mis sobrinas, y la única que está fuera es mi mamá, por eso fuimos a España, porque ella se encuentra allí. Los ucranianos están intentando sobrevivir, adaptándose a la nueva realidad de Ucrania.
Es muy complicado, mi padre es exmilitar, entonces siempre tiene que estar muy pendiente de todos los chequeos por si tiene que alistarse si le toca, digamos, su turno. Y el resto, como la mayoría de los ucranianos conscientes, siguen con su vida y hacen el aporte que pueden para que podamos ganar esta guerra cuanto antes.
¿Cuándo y por qué decide usted salir de Ucrania con su madre?
Salimos dos veces. La primera vez fue el inicio de la guerra porque era algo muy desconocido y lo vivimos en primera persona, literalmente cayó un misil a tres cuadras de nuestro apartamento y no entendíamos qué iba a pasar, cómo iba a ser, y en un momento de pánico, decidimos que mejor salir y ver qué pasa.
En septiembre intentamos volver a la vida porque la cosa parecía mejor o, al menos, se podía uno esforzar por adaptarse, pero, psicológicamente, no pudimos aguantar la tensión de los misiles cayendo en Kiev. Había oleadas muy fuertes de misiles cada semana, ataques masivos, luego vinieron los apagones y tomamos la decisión de movernos a Polonia, primero por cercanía, porque así podíamos seguir yendo a Ucrania cuando hacía falta, y por trabajo, como trabajamos a distancia y la oficina de mi esposo estaba aquí en Varsovia, decidimos que sería un buen lugar para quedarnos.

¿Usted, Kateryna, además de su trabajo en tecnología, ayuda a refugiados ucranianos en Polonia?
No solamente en Polonia, con sinceridad muchos de ellos fueron los refugiados que fueron a España, porque es el lugar que más conocía, donde contamos con ciertas ayudas de ONG españolas, originales ucranianas y las seguíamos haciendo hasta hace poco para enseñar primeros auxilios y control de hemorragias a la población civil ucraniana.
Entonces intentamos involucrarnos en este tipo de proyectos sociales, aunque no sea algo de trabajo completo, pero se compagina e intentamos ayudar. Los refugiados que fueron a España en el primer momento, con todos los trámites, en general ubicar el procedimiento de cómo llegar, porque muchos no podían salir, no todo el mundo tenía un coche propio, todo eso hubo que ir haciéndolo poco a poco.
¿Usted tiene hijos?
No.
¿Dónde ha aprendido a hablar tan bien español?
Tengo un mix, me crié en Latinoamérica, en Paraguay, y luego estuve viviendo en España 8 años antes de regresar a Ucrania.
¿Usted recibe, con las ONG con las que usted trabaja o las organizaciones donde usted presta su ayuda, la ayuda internacional que necesitan?
No voy a mentir, es muy complicado. Lastimosamente, si no eres una ONG oficial, en el sentido de reconocida internacionalmente, muchos no confían. Es un trabajo muy duro el de buscar cualquier tipo de partnership o ayudas de empresas, porque existe todavía la desconfianza en medianas u ONG locales que hacen su trabajo puntual, pero útil localmente hablando.
Sí, si hemos recibido ayuda, pero muy puntual, y, siendo sincera, el apoyo al final termina siendo interno dentro de los cuerpos ucranianos en el país. No puedo decir que no existe, porque existe, pero es un trámite burocrático muy fuerte el que es necesario para poder conseguir algún tipo de ayuda desde fuera.

¿Cómo está usted de moral, de ánimo, tras más de dos años de invasión rusa?
Dependiendo del día. Tras los primeros dos años y medio siento, como la mayoría de las personas que aún viven en Ucrania hemos llegado a un nivel interno de cinismo, en el sentido en que las emociones están un poco apagadas, porque necesitas mantenerte vivo. Es una lucha continua.
Son muchas emociones nuevas que salieron a flote hace dos años, y no son muy buenas, entre ellas hay mucho dolor, mucha rabia, pero también odio. Son cosas con las cuales vivimos día a día e intentamos lidiar, y sigue siendo así. Todo depende de qué día, cuántos ataques haya, cuántas personas hayan sido heridas o desaparecidas.
Lastimosamente, cada ucraniano ahora mismo siempre va a tener a una persona que haya sufrido algún tipo de ataque, o haya sido asesinada, o esté en el frente, sea un amigo, un tío, o tu vecino.
¿Sueña usted con recuperar su vida anterior, o eso va a costar mucho tiempo y mucho esfuerzo, y quizá mucha negociación política?
Siendo sincera, yo creo que muchos dejamos de soñar hace por lo menos un año, y hemos aceptado la realidad de que nunca va a ser como antes, y lo único que queremos es que el futuro tenga un cierto nivel de seguridad para todas las generaciones que se están perdiendo, se están dispersando en la realidad actual de Ucrania, y que podamos de alguna manera reconstruir el país. Pero nunca será ya nada como antes. Podrá ser mejor, podrá ser diferente, pero lo importante es que exista ese futuro.

María Senovilla, tú estás ahí cerca de Kateryna, ¿nos puedes describir cómo es? ¿Qué es lo que has hablado con ella? ¿Tienes alguna pregunta que formularle?
Hace poco paseábamos con Kateryna por el casco antiguo de Varsovia, por ese lugar donde estuvo el Gueto de Varsovia, donde encerraron a los judíos, y donde la ciudad fue arrasada y bombardeada. Y comentábamos similitudes que ahora se podían hacer con el caso de Ucrania, la cantidad ingente de reconstrucción que va a ser necesaria, todo lo que se ha arrasado en Ucrania, cómo lo van a construir, si será como está ahora Polonia, que han intentado recrear cómo era antes la ciudad, pero se ve que está todo construido recientemente.
Algo que recuerda los horrores que pasaron aquí durante la Segunda Guerra Mundial. Es un periodo que ha quedado grabado en la arquitectura, en las calles, que se ve y se destila cuando caminas por ella. Yo le preguntaba a Kateryna si tenía previsto volver a vivir a Ucrania, y si el resto de la comunidad ucraniana también quería volver, o algunos ya decían que no, que se iban a quedar en los lugares de acogida, porque veían cada vez más lejos la posibilidad de que la guerra acabe, y de que haya un lugar al que volver.
Efectivamente. Hay mucha gente que ya descarta la posibilidad de volver a Ucrania, algo que cuando empezó la guerra no era así. Cuando empezó la guerra si preguntabas a cualquier refugiado que se había ido a cualquier país, lo primero que te decían es quiero volver a mi casa ya. ¿Cómo ha cambiado, Kateryna, esa percepción de la comunidad ucraniana? Tú estás aquí muy cerca de la que vive en Polonia, también tu madre tiene mucho contacto con la que vive en España, ¿cómo comentáis esas cosas?
Sí, como cualquier momento crítico al inicio, todo el mundo, lógicamente nadie pensaba que la guerra podría durar ya casi tres años. Al inicio cada uno pensábamos que, en un mes, quizás dos o tres meses, todos íbamos a regresar. Estoy segura de que, si hubiera sido así, aunque sea un año, todo el mundo hubiera regresado. De hecho, hubo una oleada de ucranianos que han regresado, y otros que siguen saliendo y entrando. Entendiendo desde un principio, todo el mundo sabía que cuanto más tiempo pase, más nivel de adaptación habrá de la mayoría de los refugiados que están desplazados por Europa en otros países.
También hay que considerar que muchos salieron con niños, por lo que automáticamente estos niños ya están en los colegios, están empezando, con sus escolaridades, y los padres quizás solo, porque los ucranianos son personas familiares, y es un acto relevante decidir dónde seguirá viviendo tu familia. Y la seguridad. Nadie puede dar garantías a Ucrania posterior que, aunque ellos regresen, en un par de años no vuelva a pasar lo mismo. Todo va ahora mismo, se encuentra en un stand-by. Las personas que querían regresar definitivamente están disminuyendo, eso es así.
Todo dependerá de cómo termine la situación y cuáles sean las posibilidades en el país. Lógicamente todos entienden que el país estará en un desastre económico, y todo el momento de posguerra va a ser peor. No es el miedo de los ucranianos porque somos trabajadores y no nos asusta, sino que la seguridad y la estabilidad en el nivel de seguridad puede ser un impedimento muy fuerte al regresar los ucranianos.

Ya para cerrar esta muy interesante y además profunda entrevista, Kateryna, lance usted el mensaje que quiera, que le parezca oportuno a la sociedad española, a la sociedad internacional. Diga usted lo que le parezca.
Yo siempre digo una cosa. Yo entiendo que en el día a día es un poco complicado estar activo en empatía y entender que hay una guerra a tan solo cuatro horas de vuelo en avión. Pero yo lo único que siempre recuerdo a toda la gente que vive en la Unión Europea: que no os pille por sorpresa las cosas que pueden pasar.
Todo está cambiando muy rápido. Ucrania está aquí mismo, al lado, y somos más de 40 millones de personas que estamos sufriendo día a día. Pero lo más importante en esto es que la gente se dé cuenta que los cambios que están pasando a nivel global pueden afectarles en cualquier día.
Y que no os pille por sorpresa, porque lo peor que puede pasar es despertar un día y que tu vida cambie por completo, porque comienzan a bombardear tu país. Ojalá que no pase ello. Ojalá la conciencia de las personas y que haya más presión social hacia los líderes europeos, porque eso movió y eso fue la diferencia entre la guerra y el apoyo a diferencia del 2014, cuando todos nos dieron la espalda, fue la presión social. Si encuentran un hueco en su agenda para acordarse de nosotros, siempre vamos a estar agradecidos. Ya lo estamos. Pero es algo que salvará muchas vidas.

Kateryna, nosotros lo sufrimos y no hace tantísimo tiempo como para que nos olvidemos de lo que es sufrir una guerra en tu país. Europa sufrió después la Segunda Guerra Mundial, o sea que entendemos perfectamente y, sobre todo, es nuestro compromiso y nuestro deber contarle a las nuevas generaciones que han nacido en democracia, que han nacido en paz, que han nacido con estabilidad y con dinero en el bolsillo, que no siempre la vida es así de feliz y de fácil, que hay que estar en solidaridad ahora mismo con los ucranianos, con personas como usted, Kateryna, y que, como dice el señor Zelensky, Occidente se defiende, se está defendiendo en Ucrania, cosa que no debemos olvidar porque en Ucrania nos jugamos también la libertad y la democracia en Europa.
Efectivamente. Y la libertad no es un regalo, se lucha por ella todos los días.