La cumbre entre Rusia, Turquía e Irán marcará profundamente las intervenciones de estos tres países en Oriente Medio

El futuro de Siria se discutirá en Astaná

AFP PHOTO/TURKISH PRESIDENTIAL PRESS SERVICE - Los líderes antes de la reunión trilateral en Siria, en Ankara, el 16 de septiembre de 2019.

Rusia tiene las llaves de Siria gracias a su fuerte influencia y su apoyo al Gobierno de Al Assad

El escenario sirio no es ajeno a las turbulencias creadas por la guerra en Ucrania. El país, desarbolado por los largos años de guerra civil y lucha contra el terrorismo, se ve más que nunca expuesto al desmembramiento de sus partes y a la fracción de su tablero geopolítico, en el que cada vez tienen más piezas Rusia, Turquía e Irán. 

La salida de Estados Unidos del escenario, que dejó las llaves a Israel antes de irse, propicia esta situación y motiva a los stakeholders restantes a tomar acciones cada vez más amplias, que les atrincheran en el país y la región. 

En este nuevo baile de influencias, Rusia ha cambiado su posición ante Turquía y ha dado luz verde a la nueva ofensiva militar de Erdogan en el norte de Siria. El mayor actor internacional y principal apoyo del Gobierno de Bachar Al Assad, era el principal obstáculo para la operación de las fuerzas armadas turcas que presentan su ofensiva como la solución a sus problemas de seguridad con las milicias kurdas. El contexto es la guerra en Ucrania y las negociaciones que se han hecho entre Moscú y Ankara para reabrir el paso del mar negro. Son ya varios los presidentes del mundo que han pedido a Putin y a Ankara que vuelvan a fluir el trigo, el último de ellos Macky Sall, presidente de Senegal y presidente en ejercicio de la Unión Africana. La penuria del trigo azota especialmente a África, liderada por Gobiernos que no han tenido el privilegio europeo de romper totalmente sus relaciones con Rusia a raíz de la invasión de febrero.

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El acuerdo entre Turquía y Rusia se produce apenas dos semanas antes de que tengan lugar los encuentros multilaterales de Astaná, en los que participa también Irán, con el objetivo de alcanzar consensos en torno a Siria. Durante la rueda de prensa, Lavrov mencionó en diversas ocasiones la cumbre de Astaná, lo que de acuerdo con Alper Coskun, exembajador turco, en declaraciones para Al-Monitor, significan un claro interés por parte de Rusia en usar su presencia en Siria como palanca en el dossier ucraniano. La cumbre de Astaná, diseñada en 2017, vuelve así a recobrar especial relevancia internacional. 

El interés Moscú en que la cumbre de Astaná se celebra está en poder coordinar mejor una posible salida progresiva de Siria. Desde que Rusia entró en Siria en 2015, se cree que se ha ido retirando poco a poco del escenario, desde un punto de vista militar. En la actualidad mantiene aún su misión en Idlib, además de su importante base naval mediterránea en Tartús. La cumbre de Astaná le permitirá acotar hasta donde Turquía e Irán podrá agarrar según Rusia se repliega para concentrarse en Ucrania. 
Otro escenario indicaría que Rusia no suelta Siria y se mantiene en la región con la misma fuerza. De acuerdo con las declaraciones de un funcionario del Pentágono recogidas por Jared Szuba, no hay evidencias que indiquen que Rusia se esté retirando del levante. Dana Stroul, subsecretaria de Defensa para Oriente Medio, afirmó que “No hemos visto un cambio notable en las actividades rusas en Siria, ni en su compromiso de respaldar al [presidente Bashar al-]Assad y su brutal campaña que aterroriza al pueblo sirio". Todavía según Stroul, los rumores que apuntaban a un redespliegue de los mercenarios de Wagner de Siria a Ucrania serían falsos. "No hemos visto un movimiento a gran escala como ese sobre el terreno", explicó Stroul, citando las evaluaciones de la inteligencia estadounidense. "Seguimos vigilando eso de cerca", añadió en respuesta a las afirmaciones de varios diarios norteamericanos. 

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Con esas condiciones en mano, Turquía abre un corredor marítimo para los navíos y obtiene el “ok” de Lavrov en recompensa. “Comprendemos los problemas de seguridad de Turquía en el norte de siria”, aseguró el ministro de Exteriores Lavrov en rueda de prensa conjunta con su homólogo turco Mevlet Cavusoglu. No lo hizo sin acusar a Estados Unidos de seguir apoyando y financiando los causantes de ese peligro para Turquía, las milicias de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) afiliadas al Partido de los Trabajadores Kurdo (PKK).  Pese a a que Ankara haya afirmado repetidamente que no necesita la aprobación de Rusia para llevar a cabo sus operaciones militares en Siria, analistas como Nazlan Ertan para Al-Monitor no son de la misma opinión. Análisis de Nasreddin Ibrahim, secretario del Partido Democrático Kurdo, o Ishatar Al Shami, periodista sirio, también coinciden en que es Rusia quien controla el acceso a Siria a través de una fuerte influencia que mezcla soft y hard power. 

Según lo que adelantaron algunos medios nacionales turcos, la ofensiva que planea Erdogan pretende crear una zona de seguridad de 30Km desde las fronteras turcas en adelante. En ellas se emplearán unidades de infantería mecanizadas apoyadas en gran medida por la fuerza aérea turca, que controla el espacio aéreo sin gran dificultad con sus F-16 mejorados al bloc 50. De acuerdo con Berkay Mandiraci, senior analist para Crisis Group, el uso intensivo de los F-16 contra las posiciones kurdas ya tiene recorrido en le historial turco. La Türk Hava Kuvvetleri, la fuerza aérea turca, emplea un grupo de combate de hasta 60 de estas aeronaves multipropósito en su frontera sur. Además de sus propias fuerzas armadas, Erdogan cuenta con el apoyo del Partido Democrático del Kurdistan iraquí, el principal partido kurdo del país, que facilita inteligencia e información a Turquía acerca de los movimientos del PKK y del YPG. 

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Con estos medios, Erdogan pretende apoderarse de las ciudades de Tel Rifaat y de Manbij, al oeste del Éufrates. La primera es estas urbes se encuentra a tan solo algunos minutos por carretera de Alepo.  Ambas ciudades estarían bajo control del YPG. Pero de acuerdo con lo expuesto por Nasreddin Ibrahim en su análisis del Washington Institute, la entrada de Turquía en esa zona no aportaría para nada estabilidad si no todo lo contrario. El político kurdo afirma que Turquía emplea milicias islamistas en la región norte, además de sus propias fuerzas armadas, que traen violencia al norte de Siria. “Estas facciones se oponen activamente a cualquier sistema pluralista y democrático en Siria, ya que su objetivo, ante todo, es hacerse con el timón del poder con mecanismos caracterizados por el extremismo, el fanatismo y el terrorismo. Ampararse bajo el nombre de "oposición al régimen" no cambia el contenido de estos grupos; son la otra cara del régimen, y la diferencia es sustituir el "régimen del Baaz" por el ‘régimen de los Hermanos Musulmanes’ ”, afirma Nasreddin Ibrahim. 

La mano rusa en Siria

El poder de la presencia rusa en Siria se articula gracias a una acción exterior que mezcla poder blando con el duro. Los pilares de la influencia rusa en el país son la religión, la educación y la cultura, la economía y finalmente el poder militar. Las relaciones tienen ya larga historia y se nutren de una política ideológica común que acercaba el socialismo árabe a la Unión Soviética desde el siglo pasado, una tendencia que se ha mantenido a lo largo de los años. Sin embargo, Moscú ha debido de articular nuevas herramientas y políticas para mantener y revitalizar esta asociación estratégica, y ser aceptado no solo por el Gobierno de Bachar al Assad, pero también por la sociedad siria y sus diferentes sectores. 

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La Iglesia Ortodoxa rusa, con notorias conexiones con el Gobierno de Vladimir Putin, ha participado en los esfuerzos que han cimentado uno de esos pilares. De acuerdo con el escritor sirio Ishtar Al Shami, es en gran parte gracias a ella que Putin consigue justificar su presencia militar en la región. Los cristianos siguen siendo hoy en día el grupo religioso más perseguido, y la situación de esta minoría en Oriente Medio es una de las razones de ello. En julio de 2021, el ministro de Exteriores Lavrov dejó claro que la presencia de Rusia en la región buscaba dar seguridad a esos cristianos. La imagen de Rusia interviniendo para salvar al cristianismo perseguido y torturado es similar a la que se usa en el Donbás con la población rusa y ha tenido una especial buena acogida por el público ruso. La Iglesia Ortodoxa se volcó con esta narrativa y participó activamente en la repatriación de cristianos sirios además de con ayuda humanitaria. 

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Desde otro punto de vista, Putin también habría usado a su estado clientelar de Chechenia para acercarse al islam. De acuerdo con Al Shami, las tropas chechenas enviadas por Kadyrov a Siria a petición de Putin habrían sido instruidas por sus mandos para acercarse a la población y a los soldados sirios y mantener buenas relaciones con estos a través de una fe compartida. Kadyrov crearía más tarde una fundación de ayuda humanitaria, la Kadyrov Charitable Foundation, con el objetivo de hacer prosperar misiones de cooperación con bandera chechena y con una imagen amigable para la población siria con la ayuda de una fachada musulmana. El Consejo Atlántico, think tank estadounidense, ha acusado a Kadyrov y Putin a través de un informe de instrumentalizar estas acciones de cooperación con le fin de garantizarse una mejor posición en el país. De acuerdo con Al Shami, estas ayudas están altamente politizadas, y con frecuencia aparecen en los medios de comunicación rusos y chechenos para ejemplo de una “buena intervención” rusa en Siria. De esta forma un gran número de mezquitas, como la Gran Mezquita de Alepo, han sido reconstruidas con las ayudas rusas y chechenas, lo que supone un fuerte mensaje muy positivo para la población local. 

Este fuerte músculo que Moscó se ha empeñado en desarrollar en las últimas décadas será decisivo en las negociaciones que tendrán lugar en la ciudad kazaja de Astaná, y demuestran que todavía sigue siendo Putin quien tiene las llaves de Siria, con únicamente Israel y los Estados del Golfo para hacer de posible contrapeso a su influencia en la región.