Elecciones Turquía: la oposición se fortalece ante la debilidad de Erdogan
Turquía se prepara para las próximas elecciones presidenciales del 14 de mayo
“Estas elecciones van a cambiar nuestras vidas”. Así de tajante se pronuncian varios jóvenes turcos respecto a las próximas elecciones en Turquía previstas para el 14 de mayo, justo en un mes. Estos comicios son fundamentales para el futuro del país, ya que pueden consolidar el giro totalitario impulsado por el actual presidente, Recep Tayyip Erdogan, o, por el contrario, trazar un nuevo horizonte para la nación euroasiática.
La sociedad turca afronta con esperanzas estas elecciones que, según pronostican los sondeos, estarán muy reñidas. Erdogan no lo tiene tan fácil como cuando llegó al poder allá por 2003 como primer ministro. La crítica situación económica, su deriva autoritaria, así como la respuesta al reciente terremoto que azotó el sureste del país han situado al actual líder turco en una posición delicada de cara a los comicios de mayo.
Parte de la oposición, consciente de esta situación y de las posibilidades de un cambio, se ha organizado y unido en un frente contra Erdogan. Esta coalición, denominada la Mesa de los Seis, está encabezada por Kemal Kiliçdaroglu, líder de la formación política secular y de centroizquierda, el Partido Popular Republicano (CHP). El CHP -fundado por el padre de la República turca, Mustafa Kemal Atatürk- es el partido más antiguo del país y la formación principal dentro de la oposición.
Dentro de esta alianza se encuentran también el Partido Iyi de Meral Aksener, el Partido Democracia y Progreso (DEVA) de Ali Babacan, el Partido Demócrata de Gültekin Uysal, el Partido de la Felicidad de Temel Karamollaoglu y el Partido del Futuro de Ahmet Davotoglu. Estas formaciones se ubican en distintos puntos del espectro político y representan distintas ideologías. No obstante, todos tienen un objetivo común: echar a Erdogan del poder.
“Estamos muy cerca de derrocar el trono de los tiranos”, declaró Kiliçdaroglu tras ser elegido para encabezar la coalición. El líder del CHP ha prometido gobernar Turquía “con consulta y consenso”. “Nuestra mesa es la mesa de la paz. Nuestro objetivo es llevar al país a la prosperidad, a la paz y a la alegría”, aseguró el político de 74 años en declaraciones recogidas por Reuters.
“Parece que han formado una alianza sólida, algo bastante notable y sin precedentes dadas las divisiones inherentes a la política turca”, comenta a Atalayar Shivan Fazil, investigador en el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI).
Opposition presidential candidate Kemal Kılıçdaroğlu has released a series of videos with election promises. The latest one is about freedom of speech. "If I become president, you will be free to criticise me", he says. https://t.co/zJVz13D1Hr
— Julia Hahn (@juliahahntv) April 13, 2023
La Mesa de los Seis se presenta como “una plataforma política alterativa”. “Han prometido restaurar un sistema parlamentario "reforzado", el Estado de derecho, más libertad, y abolir el sistema presidencial ejecutivo que otorgaba un poder incontrolable al presidente Erdogan”, apunta también Fazil.
A parte de Erdogan y la coalición liderada por Kiliçdaroglu, los otros dos candidatos presidenciales son Muharrem Ince y Sinan Ogan. Ince, exmiembro del CHP, dirige ahora el Partido de la Patria, mientras que Ogan lidera la formación política de ultraderecha Acción Nacionalista (MHP). Ambos han sido criticados por favorecer a Erdogan ya que dividen el voto de la oposición al no formar parte de la alianza de Kiliçdaroglu, lo que dificulta la victoria de este en la primera vuelta.
En caso de que ninguno de los aspirantes a presidente obtenga el 50% de los votos el 14 de mayo, los turcos volverán a los colegios electorales dos semanas después para elegir entre los dos candidatos que más votos hayan conseguido en la primera vuelta.
Kiliçdaroglu, además de los partidos políticos de la alianza, cuenta con el respaldo de los populares alcaldes de Estambul y Ankara, Ekrem Imamoglu y Mansur Yavas, respectivamente, quienes podrían llegar a ser vicepresidentes en caso de una victoria de Kiliçdaroglu en las urnas.
Incluso la formación política pro-kurda del país, el Partido Democrático de los Pueblos (HDP) -y el tercero más importante en el Parlamento-, ha anunciado públicamente su apoyo al líder del CHP. “Nuestra expectativa clara es una transición hacia una democracia fuerte. Si podemos llegar a acuerdos relacionados con principios fundamentales, podemos apoyarlo en las elecciones presidenciales”, indicó el copresidente del HDP, Mithat Sancar.
“El voto kurdo podría resultar vital para inclinar la balanza a favor de la oposición”, destaca Fazil, quien recuerda que el HDP ha optado por no designar a su candidato para evitar dividir el voto de la oposición. “Los votos indecisos kurdos resultaron cruciales para ayudar a la oposición a ganar las contiendas clave en Estambul y Ankara durante las elecciones locales de 2019”, indica el investigador del SIPRI.
En esto coincide Valeria Scuto, analista principal para Oriente Medio y Norte de África en Sibylline, quien considera que el partido prokurdo HDP "tendrá un papel crucial” en las elecciones de mayo.
A pesar de la importancia de esta formación política, el HDP tiene que hacer frente a numerosas presiones políticas lanzadas desde Ankara. “En enero se congeló parte del dinero que el partido recibe del Estado para financiar su campaña electoral”, añade Fazil.
Otro de los desafíos que enfrenta el partido pro-kurdo es la encarcelación de uno de los líderes más conocidos y carismáticos, Selahattin Demirtas, en prisión desde 2016. No obstante, Demirtas no es el único preso político del país. Uno de los puntos clave de la deriva autoritaria de Erdogan ha sido la detención de periodistas, activistas y políticos.
Las autoridades turcas arrestaron hace casi seis años al expresidente y la exdirectora de Amnistía Internacional Turquía, Taner Kılıç y İdil Eser, así como a Özlem Dalkıran y Günal Kurşun, otros dos activistas defensores de los derechos humanos acusados de pertenecer y ayudar a organizaciones terroristas.
De hecho, la carta del terrorismo es usada frecuentemente por Erdogan para enjuiciar a las voces críticas, como les ocurrió el pasado junio a 16 periodistas de tres medios de comunicación y al copresidente de la Asociación de Periodistas Dicle Fırat. Todos ellos se encuentran actualmente en prisión preventiva sin un acta de acusación formal.
De acuerdo con datos de Reporteros sin Fronteras (RSF), más de 200 periodistas han sido encarcelados en Turquía en los últimos cinco años. Trece de ellos siguen detenidos en la actualidad. Los reporteros turcos han sido objeto de acoso por parte de las autoridades mientras informaron sobre el COVID-19.
De la misma forma, varios han sido detenidos e investigados por reportar desde las zonas afectadas por el reciente terremoto en el sureste del país. Días después del brutal seísmo en el que perdieron la vida más de 45.000 personas, Ankara censuró redes sociales como Twitter en un intento por acallar los comentarios contra la gestión del Gobierno.
El papel de los activistas y periodistas es clave en un país que retrocede en materia de derechos humanos a pasos agigantados. Los derechos del colectivo LGTBI+ y las mujeres están en el punto de mira de un Gobierno cada vez más conservador y religioso. En este sentido, cabe destacar la salida en 2021 de Turquía del Convenio de Estambul, un tratado internacional que establece un marco legal contra la violencia machista.
Erdogan ha tratado de blindar su imagen y su poder silenciando las críticas y la oposición. Incluso el alcalde de Estambul, Imamoglu, fue condenado a dos años y siete meses de prisión en diciembre e inhabilitado políticamente por insultar a la comisión electoral en 2019. Imamoglu se había perfilado como un fuerte rival de Erdogan en las próximas elecciones.
Todas estas detenciones y arrestos siguen la estela marcada por el presidente en 2017, un año después del intento de golpe de Estado orquestado por algunos miembros de las Fuerzas Armadas turcas. Este fallido levantamiento militar estuvo seguido de una purga contra personas opuestas al Gobierno, como académicos, jueces, periodistas, funcionarios y miembros de las fuerzas de seguridad que culminó con el referéndum constitucional en abril de 2017 en el que Erdogan logró hacerse con más poderes. Desde entonces, el presidente no ha dudado en realizar cambios en la Carta Magna con el objetivo de consolidar su mandato.
Sin embargo, a pesar de los intentos de Erdogan por perpetuarse en el poder, el presidente y su partido, el AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) llegan especialmente débiles políticamente a estas elecciones. Algunas de las últimas encuestas indican que Kiliçdaroglu vencería a Erdogan en una segunda ronda con un 53% contra un 47%.
El líder turco es consciente del potencial de la Mesa de los Seis y de su líder, por lo que no ha dudado en cargar contra esta coalición en varias ocasiones, al igual que han hecho muchos de los medios de comunicación afines al Gobierno. En algunos artículos del periódico Daily Sabah, por ejemplo, podemos encontrar críticas contra esta alianza, la que aseguran que “provocará el caos” en el país en caso de una victoria.
Asimismo, desde el comienzo de la campaña electoral, el actual presidente se ha centrado en la economía, elemento fundamental de cara a los comicios y principal reto de la nueva presidencia. En los últimos años, los ciudadanos turcos han visto como su moneda nacional se ha depreciado frente a otras divisas como el dólar o el euro. A principios de año, la lira turca ha alcanzado un mínimo histórico de 20,41 unidades frente al euro y 18,83 frente a la moneda americana.
Además de los problemas de la lira turca, el país debe afrontar una fuerte inflación del 50,5% según datos oficiales. No obstante, economistas y expertos advierten que la tasa real es bastante superior. El pasado octubre, Turquía alcanzó el nivel de inflación más alto en los últimos 24 años. Ese mes, los precios incrementaron hasta llegar al 85,51%.
Las medidas económicas adoptadas por el presidente han sido criticadas por economistas internacionales, así como los múltiples cambios en el liderazgo del Banco Central que han aumentado la inestabilidad financiera.
A pesar de ello, Erdogan está convencido de que podrá hacer frente y mejorar el panorama económico. “Reduciremos la inflación a un solo dígito y salvaremos a nuestro país de este problema”, declaró el mandatario durante un acto de campaña frente a una multitud en Ankara. El presidente, acompañado de su esposa Emine Erdogan, prometió también impulsar el crecimiento económico, crear puestos de trabajo y aumentar el ingreso per cápita. “Seguiremos creciendo con inversiones, empleo, producción y exportaciones”, aseguró.
En caso de una nueva victoria de Erdogan, Aurélien Denizeau, doctor en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, pronostica un panorama económico aún más desolador. “Los inversores internacionales no confían en Erdogan, por lo que es probable que la situación económica del país empeore”.
La oposición también se ha enfocado en la economía durante los primeros actos de campaña. La Mesa de los Seis ha prometido un sistema financiero integrado en la economía occidental, un crecimiento económico de al menos un 5% durante cinco años y un incremento del PIB per cápita, informa Al-Monitor. “Eso implicaría la creación de al menos 5 millones de nuevos puestos de trabajo y frenaría significativamente la tasa de desempleo del 10%”, explica Mustafa Sonmez.
Kiliçdaroglu también ha destacado que el Boletín Oficial señalará donde y como se gastan los impuestos con el fin de lograr una total transparencia. “Si las personas en el poder no rinden cuentas al pueblo no hay democracia”, recalcó el candidato presidencial, según recoge el medio turco Durvar. Kiliçdaroglu tiene experiencia en este campo, ya que se dio a conocer políticamente por su lucha contra la corrupción, especialmente dentro del AKP.
Como era de esperar, durante el inicio de campaña Erdogan también hizo referencia al terremoto, indicando que la prioridad del Gobierno en el próximo mandato será “restaurar las ciudades que fueron devastadas”. El presidente anunció el objetivo de construir 650.000 apartamentos en las zonas afectadas.
Erdogan debía pronunciarse al respecto, ya que el brutal seísmo que asoló varias regiones turcas fue un duro golpe para el Gobierno, objeto de numerosas críticas por el alto número de muertos. Las ruinas y la destrucción provocada por los fuertes temblores dieron paso a la indignación y la rabia de los afectados, que acusaron a los constructores de no respetar las normas antisísmicas en una zona donde los terremotos son frecuentes. “La magnitud del seísmo revelaron que las leyes de construcción se habían aplicado mal”, indica Fazil.
A su vez, acusaron al Ejecutivo de hacer la vista gorda ante las infracciones cometidas por las empresas constructoras. “El descontento se ve agravado por la concesión de amnistías a la construcción por parte del Gobierno. Las autoridades concedían exenciones legales a cambio del pago de una tasa a los edificios que no cumplían las normas de seguridad exigidas”, explica el investigador. Tras el terremoto, también se ha culpado al Gobierno de la lentitud a la hora de entregar ayuda humanitaria a las zonas afectadas.
Por estos motivos, Fazil considera que este descontento “podría ser un factor catalizador que alimente una mayor desilusión contra el AKP y refuerce el apoyo a los partidos de la oposición”.
No obstante, tal y como apunta Scuto, el Ejecutivo no se ha visto significativamente debilitado por los efectos del terremoto. “En general, los votantes del AKP se han centrado sobre todo en culpar a los contratistas de la catástrofe, y no al Gobierno de Erdogan”, explica.
A un mes de las elecciones, la oposición y los detractores de Erdogan temen que el Gobierno manipule los resultados electorales en las zonas afectadas por el seísmo. Idris Sahin, miembro del Partido Democracia y Progreso (DEVA) reconoció a Reuters que su formación política ha comenzado a revisar las listas de votantes emitidas el 31 de diciembre y compararlas con el registro actualizado en las ciudades afectadas para verificar si los ciudadanos que han cambiado de residencia están registrados en sus nuevas mesas electorales correspondientes. Lo mismo hacen con los fallecidos, ya que Sahin teme que manipulen los votos de las personas que murieron en el terremoto y que aún están registradas en las listas.
Por este motivo, personas que han perdido a sus seres queridos se trasladarán a sus ciudades natales el día de las elecciones para comprobar que nadie intente manipular el voto, como es el caso de Yigit, un estudiante de 26 años que perdió a sus padres en el terremoto. “Esperaré en las urnas para asegurarme de que nadie vote en su lugar”, confiesa a la agencia de noticias.
Scuto también plantea este escenario. “La celebración de elecciones en un plazo tan breve tras los dos terremotos supondrá un importante reto logístico y una amenaza potencial para unas elecciones libres y justas”, explica.
El último mandato de Erdogan ha estado marcado por cambios en su política externa. Tras varios años de discordias, Ankara ha logrado mejorar notablemente sus relaciones con los vecinos regionales como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos o Egipto. Durante el mandato de Erdogan, Turquía ha restablecido lazos diplomáticos con Israel, con quien ha colaborado en materia de seguridad. Igualmente, en los últimos meses ha habido señales de un posible acercamiento con Siria.
Saudi Crown Prince Mohammed bin Salman is welcomed by Turkish President Recep Tayyip Erdogan with a ceremony in Ankara, Türkiye.
— TRT World (@trtworld) June 22, 2022
The official visit will involve discussions on taking bilateral relations to a higher level in this new era between the two nations pic.twitter.com/JZzEZ68mND
En este punto, tal y como señala Scuto, en caso de un cambio de liderazgo político, el nuevo gobierno se enfrentará al reto adicional de asegurar a los socios regionales, “en particular a aquellos países a los que Erdogan se ha acercado en los últimos años”.
“En todo Oriente Medio (y el norte de África) existe la expectativa de que Erdogan permanezca en el poder tras las elecciones”, añade la analista.
A bitter relationship ends. Turkish President Erdogan and Egyptian President Sisi meet for the first time. The Qatari Emir Tamim bin Hamad Al Thani used the World Cup in Doha to bring the two together. Ankara has repaired relations with all Gulf countries, Israel, and Egypt. pic.twitter.com/SnSBJBwXe1
— Mike (@Doranimated) November 20, 2022
Erdogan ha mejorado la política externa turca a nivel regional, pero las relaciones con la Unión Europea, Estados Unidos y la OTAN continúan siendo complicadas. El presidente turco ha mantenido una posición ambigua respecto a la guerra en Ucrania mientras bloquea la entrada de Suecia en la OTAN. Respecto a Estados Unidos, el principal motivo de discordia es la presencia militar estadounidense en el noreste de Siria, así como la cooperación de Washington con las Fuerzas Democráticas Sirias.
Turkish Foreign Minister Cavasoglu hands @SecBlinken Turkey’s ratification documents for Finland to join NATO.
— Jennifer Hansler (@jmhansler) April 4, 2023
Finland is now in the alliance pic.twitter.com/cC2xg4vrwg
Kiliçdaroglu ha prometido reparar los lazos con los socios occidentales, levantando el veto sobre la membresía de Suecia y reiniciando las conversaciones de adhesión a la Unión Europea. “Transmitiremos a todos nuestros aliados y a todos los países europeos el mensaje de que Turquía ha vuelto al camino de la democracia”, recalca a POLITICO Ünal Çeviköz, asesor de política exterior de Kiliçdaroglu.
En relación con la escalada de tensiones con la vecina Grecia, Çeviköz reconoció que la ayuda brindada por Atenas tras el terremoto “ha brindado una oportunidad y ha creado un nuevo escenario”.
Respecto a la política exterior llevada a cabo por Erdogan y el supuesto cambio en caso de una victoria de la oposición, Denizeau no considera que las elecciones tengan influencia sobre la política internacional. “En todos los temas principales (Ucrania, Armenia, Grecia...), la oposición y Erdogan tienen la misma visión”, señala.
El pasado 14 de marzo, Erdogan cumplió 20 años en el poder. Con estas próximas elecciones, el actual presidente espera consolidar su poder y perpetuarse como el nuevo ‘sultán’ del país. “Si Erdogan gana significaría que tenemos una compresión muy débil de la democracia”, reconoce un joven turco.
“La gente quiere una nueva vida, plenamente laica y próspera. No creo que Erdogan esté en condiciones de cumplir esto. Si gana las elecciones, es muy probable que nos enfrentemos a una crisis social”, señala otro. La población joven de Turquía será una variable realmente interesante a tener en cuenta en las próximas elecciones. Entre sus principales preocupaciones: la economía, el desempleo, la educación y el sistema judicial. “Los jóvenes turcos representarán alrededor del 12% del total de votantes en las elecciones presidenciales y parlamentarias y son menos ideológicos que otros grupos demográficos”, apunta Scuto.
El 14 de mayo el líder totalitario deberá hacer frente a una fuerte oposición, a una sociedad ahogada económicamente que ha presenciado en estos últimos años el giro autoritario de su presidente y a un gran número de jóvenes sin expectativas de futuro. “Por el momento, la victoria de la oposición es posible, pero no está asegurada”, concluye Denizeau.
