“Si gana Erdogan estamos jodidos”, me decía hace unos días en la oficina del MSLA de Estambul, Mumtaz Murat, coordinador de proyectos de la asociación, quien lleva el rastreo de todos los casos penales en lo que algún periodista turco haya sido procesado por motivos políticos. Una buena frase era definir lo que parecía que no iba a pasar.Durante toda la jornada de ayer, 64 millones de turcos con derecho a votar al que sería su presidente y la composición de su parlamento por los próximos cinco años. Unas elecciones que se veían con esperanza, como el principio de un cambio en el país, que acabaría con el gobierno de Erdogan que se alarga ya por más de veinte años.
Al principio de la jornada, y durante los días anteriores, todo pronosticaba la victoria del principal rival de Erdogan, Kemal Kilicdaroglu, quien lidera una colación de seis partidos heterogéneos con el Partido Republicano del Pueblo (CHP) a la cabeza que se unieron con el fin de acabar con el ‘Hombre fuerte de Turquía’. Y con la retirada de la candidatura de Muharrem Ince, líder del Partido de la Patria que suponía la tercera fuerza, dos días antes de las elecciones, los pronósticos eran aún más favorables para la coalición encabezada por el CHP.
En este ambiente Burak Yildirim, quien se presenta como candidato del CHP por Estambul tenía claro su victoria: “Turquía tiene importantes problemas que resolver debido a la actual crisis económica y al terremoto de febrero. La capacidad de Erdogan para generar soluciones se ha agotado por completo y ya no puede formular políticas ni siquiera para las cuestiones más nimias. La polarización de la sociedad turca ha alcanzado su punto álgido y se ha convertido en una amenaza para la cohesión social.”

En una entrevista con el joven candidato analizamos las tendencias políticas de la población turca, las cuales siempre se han inclinado hacia la derecha, como le bien explica, “nuestra sociedad tiene una gran tendencia hacia la derecha, y apoyar una retórica de izquierdas no resultaba atractivo para nuestros votantes durante la era de Erdogan. Era bastante difícil hablar de políticas como la justicia social, la igualdad de género, los derechos de los trabajadores, la educación científica y gratuita y un sistema sanitario en el que todos puedan recibir los mismos servicios. Aunque el CHP, al que pertenezco, se define como un partido de centroizquierda, tuvo que dar prioridad a sus valores universales de izquierda para ganarse el apoyo de los votantes. Creo que después de Erdogan, podemos llegar a los votantes como un partido de centroizquierda más fuerte.
Erdogan fue un dictador poderoso debido a su control sobre los medios de comunicación, pero esa era está llegando a su fin”. Llama la atención como Yildirim habla en pasado de Erdogan, pero como casi toda la población.
Estas elecciones tienen algunas variables muy a tener en cuenta que, se decía, decidirían el resultado. Una de ellas era los seis millones de nuevos votantes. Esa generación Z que no ha vivido otra cosa diferente a Erdogan. Así me lo decía Ejden Kasal a la salida de un colegio electoral en Ankara. El joven, quien acudía a votar con su madre y su tío, tiene 21 años y es la primera vez que se presenta a votar al CHP con la esperanza “de un cambio”.
“Creo que se producirá una consolidación significativa en el futuro de la izquierda en Turquía. Junto con la resolución de la cuestión kurda, creo que todos los progresistas podrán unirse bajo el mismo paraguas y lograr la victoria en todas las elecciones.” asegura Yildirim.
Desde la llegada de Erogan al poder, el que se suponía hasta ayer el imbatible líder turco, ha llevado a cabo una serie de reformas con el fin de concentrar el poder en su figura. Tras el golpe de estado de 2016, al cual se culpó al movimiento Fethullah Gülen (movimiento ultraconservador, quien irónicamente era aliado de Erdogan) y el posterior referéndum en 2017, Erdogan conseguía afianzarse en el gobierno al eliminar la figura del primer ministro, agrupando los tres poderes en su persona. De esta manera, convirtió el régimen turco en un sistema presidencialista.

“La prioridad es, por supuesto, poner fin al gobierno de Erdogan. Ese es el mayor obstáculo que tenemos por delante. Por otro lado, otro objetivo principal de la Alianza de Naciones es garantizar que las diferentes identidades se unan para reconstruir Turquía. Nuestra determinación de resolver todos los problemas de Turquía con todos los segmentos de la sociedad es muy firme”, asegura el candidato por CHP. Kilicdaroglu ha prometido la reinstauración de la separación de poderes, lo que el CHP, partido kemalista, considera volver a los principios de la República de Turquía que, además, cumple este año su centenario. “Los mecanismos e instituciones de la nueva Turquía se diseñarán de forma que no se debiliten mutuamente. La separación de poderes se basará en disposiciones definitivas. Desaparecerán los vestigios de tutelaje y el poder no se centralizará en modo alguno. Estamos muy motivados para situar rápidamente a Turquía en la categoría de países democráticos”, promete Yildirim.
Ahora bien, la centralización de poderes en su persona no ha sido el único efecto de lo se conoce como la era de Erdogan; la situación económica del país no ha hecho más que empeorar. El valor de lira ha alcanzado mínimos históricos, la inflación alcanza el 50,5% según fuentes oficiales -un dato que asciende al 112% si recurrimos a fuentes independientes- originando una crisis económica eterna en el país de herencia otomana. Otras variables que, según encuestas, hacían perder apoyo a Erdogan. “Se trata de aplicar una política económica estable y previsible, y de atraer a los inversores extranjeros. Nos proponemos eliminar los efectos de la elevada inflación en nuestro primer año”, añadía el representante del CHP.
Gran parte de la población que se presentaba a votar en el día de ayer se concentraba en la zona sur del país, las cuales fueron devastadas por el terremoto que asoló al país en febrero. Unas 850.000 personas que tuvieron que huir de sus hogares, muchos de ellos destruidnos. Este hecho también dejó claro la ineficiencia del gobierno del AKP en su gestión. Murat ŞimŞek es un joven de Gaziantep, zona afectada por seísmo, él mismo cuenta cómo Erdogan “tardó días en venir, y los medios mentían diciendo que había estado allí”. El joven va a votar a Kilicdaroglu principalmente por eso, porque “cuando el terremoto [Kilicdaroglu] vino y estuvo con la gente, y además siempre sonreía”.
A Kemal Kilicdaroglu se le ha apodado el ‘Gandhi turco’ por su discurso que pone el enfoque en los aspectos legalistas y éticos. Además de por su parecido líder indio. Lo que al principio fue visto como un lastre; “los líderes turcos suelen ser muy agresivos y es lo que la población turca va buscando. Ven esto como carisma”, me explica Anil Kemal Aktas, analista político mientras recorremos las calles de Ankara en plena jornada electoral.

Las colas de votantes dan la vuelta a los colegios electorales, con una participación altísima. La jornada acabó con una participación del 88% e incluso algunos colegios tuvieron que cerrar media hora más tarde de los dictaminado puesto que la gente seguía haciendo cola para votar.
Erdogan y su partido han sido consciente de la dificultad a la que se enfrentaban en estas elecciones, y empezaron a centrar su campaña electoral en la desacreditación de su principal adversario, que la enfocaron en intentar conectar a Kilicdaroglu con el PKK. El CHP tiene claro que “resolveremos esta cuestión reuniendo a todos los partidos en el Parlamento. Por otra parte, el PKK es una organización terrorista y sigue atacando a nuestros ciudadanos. Para encontrar una solución a la cuestión kurda, el PKK debe cesar sus actividades terroristas, desarmarse y rendirse. No debe haber una dirección fuera del parlamento para una solución democrática” explica Yildirim, dejando la puerta abierta al inicio del proceso de paz el cual fue interrumpido por Erdogan en 2017. Además, otras promesas que apoyan este nuevo entendimiento era la liberación del líder del HDP, partido pro-kurdo, Selahattin Demirtaş, en prisión acusado de pertenencia al PKK. Una situación a la que incluso el Tribunal de Estrasburgo ha pedido poner fin. En este contexto, el HDP decidía no presentar candidato lo que suponía un apoyo implícito a Kilicdaroglu, algo que también se tradujo en una posible victoria del CHP.
Para las cinco de la tarde, los colegios electorales cerraban, y según una norma impuesta hasta las nueve de la noche no se permitía a los medios de comunicación u otras fuentes revelar el recuento de votos. Una norma que acabó suspendiéndose, como informó el presidente de la Comisión electoral. De esta manera a la tarde ya se agolpaban decenas de personas delante de las pantallas para seguir el escrutinio con la misma ilusión con la que se vivió durante el momento de votación.

Ayşe Kavlci tiene 24 años y es de Konya, ciudad de Anatolia central, ella ha votado al CHP porque para ella “el gobierno ya lleva más de viente años y todo ha ido a peor”. Además, la joven más que el AKP le preocupan sus aliados. El AKP de Erdogan se presenta a las elecciones junto con el BBP, (Partido de la Unidad), el Yeniden Remah (Partido del Bienestar) y el MHP (Partido de Acción Nacionalista) como aliados, todos ellos de tendencia islamista. Partidos que prometieron su apoyo al actual líder con la condición de restar protección a las mujeres y otros colectivos sociales. Prueba de ellos fue la salida de la Convención de Estambul en 2021.
En el terreno internacional, la oposición también planteaba volver a la línea pro-europea y pro- occidental, como bien lo explica Yildirim, “nuestro objetivo de pertenecer a la Unión Europea sigue siendo válido y hemos declarado en nuestro programa de gobierno que queremos continuar con el proceso de membresía. También hemos declarado que daremos pasos hacia la democratización independientemente del proceso de adhesión a la Unión Europea. Queremos estar entre los países contemporáneos y desarrollados. Queremos ampliar los derechos y libertades de nuestros ciudadanos y aumentar su bienestar. Consideramos que la pertenencia a la Unión Europea es crucial para lograr estos objetivos”. Es una dirección que si llama la atención a los jóvenes puesto que su pasaporte supone el puesto 34 en cuanto a la fuerza de este.
No solo esto, sino que otras promesas relativas al terreno internacional inundaron el discurso preelectoral del CHP ya que según dice el candidato del partido, “si gana [Erdogan], existe el riesgo de que Turquía se convierta en un estado satélite de Rusia”.
La jornada electoral que se vivía con ilusión y esperanza desde todo el país, incluso la sede del CHP se preparaba para un discurso de la victoria - el escenario y los medios de comunicación estaban ya preparados a media mañana -. “Este año el CHP ha ido muy bien organizado, incluso el AKP es consciente de ello”, explica Aktas mientras paseamos por calles de la capital.
Puesta que la norma de prohibir de revelación de resultados fue revocada, el escrutinio se ha seguido en directo en todo el país, y con el avance de este también avanzaba la decepción. Anadolu era la agencia de noticias, vinculada con el gobierno, que retrasmitía tal recuento. A su vez también lo hacía AKA, más cercana a la oposición. Y aunque, al principio, los resultados eran dispares entre ambas agencias de noticias, para la media noche la ilusión se había ido del todo: Turquía va a segunda vuelta el 28 de mayo y Erdogan parte con ventaja (ha salido ganador de estos comicios connun 49% de los votos). “¿Cómo estos idiotas pueden votar a Erdogan?”, se gritó en un bar de Eskishir, ciudad entre Estambul y Ankara, mientras se retransmitía el discurso de la victoria del, incluso hasta ahora, imbatible líder.
Un resultado que ha sorprendido a todos y que al contrario de lo que se pronosticaba -que los kurdos y la generación joven iban a decidir el resultado- ha sido el nacionalismo el que lo ha hecho; el tercero en la carrera electoral, Sinan Oğan, líder del Partido de Acción Nacionalista (MHP), ha sacado un 5% de los votos -se le pronosticaba entre un 1 y 2% de apoyo-. Además, a pesar de los fallos del gobierno de Erdogan con respecto a la economía y la gestión del terremoto parece ser que este sigue siendo considerado la única solución posible para mucha gente. La alianza con los partidos islámicos también ha jugado un papel principal en este resultado ya que aglutinado a todo el voto conservador que además aglutina parte de la población kurda.
“Erdogan no ganará las elecciones. No hay necesidad de discutir ese riesgo, créeme”, me decía Burak Yildirim al ser preguntado por las consecuencias de una posible victoria de Erdogan. No le culpo, el resultado no se pronosticaba. La segunda ronda aún está por verse. Ahora, la oposición tiene retos que superar en estas dos semanas entre comicios y, sobre todo, mantenerse unida. Mumtaz Murat sí que me respondía a la pregunta de una forma muy clara, “si Erdogan gana estamos jodidos porque en la Turquía de Erdogan no hay Estado de Derecho”.