Rafael Miner/ lainformación.com
Tras los terribles atentados terroristas de las Torres Gemelas, y los que se han sucedido en Madrid, Londres, París, más recientemente Bruselas, y desde luego en África y Oriente Medio, mucha gente se pregunta cuál es el argumento central que esgrimen los autores, más allá del nombre de Alá.
Una de las explicaciones básicas, no su causa, es el propio desarrollo del Islam que predicó el profeta Mahoma en el año 622, y que se ha desarrollado en múltiples manifestaciones y corrientes de pensamiento, hasta en diversas variantes doctrinales.
Los chííes y suníes son las dos ramas principales del Islam. Por sintetizar algún aspecto, conviene saber que el sunismo no tiene un clero establecido, mientras el chiismo sí tiene una jerarquía, en la que los mulás (sacerdotes) son considerados como auténticos intermediarios entre Dios y los creyentes, lo que les da importante peso específico, como en Irán.
A pesar de todo, al observar los distintos países donde la religión musulmana es mayoritaria, se aprecia una enorme diversidad de movimientos y de partidos políticos, según el Estado del que se hable. Por ejemplo, en Egipto son mayoría los Hermanos Musulmanes, de creciente radicalización, al igual que la Universidad de Al Azhar, el más prestigioso de los centros teológicos de la órbita musulmán sunní, que ha perdido fuerza en los últimos años. Al Azhar ha sido tradicionalmente considerada una fuente principal del pensamiento islámico.
El islamismo radical
La cuestión previa que conviene precisar también es la diferencia entre el Islam, la religión musulmana, y el islamismo. Este último pretende, según sus especialistas, 'islamizar la modernidad', es decir, islamizar integralmente el Estado y la sociedad. Y si lo pretende conseguir por vía violenta, tenemos ya el método terrorista, que puede llegar hasta donde lo deseen sus seguidores.
El experto francés Olivier Roy considera que desde hace unos veinte años existe un creciente movimiento 'neofundamentalista' en el islam, pero a su juicio, este supuesto regreso a las esencias constituye una negación de la verdadera historia y tradición del Islam. Por eso, uno de los profundos conocedores de esta religión y su evolución, Gustavo Arístegui, tituló uno de sus libros, 'El islamismo contra el islam'. A su juicio, “el islamismo radical (y terrorista) ha tenido que desvirtuar de tal manera el islam, su mensaje y las fuentes del derecho, que algunos de sus dogmas más importantes han sido deformados”.
Religión y violencia
El autodenominado Estado islámico (EI), ha reivindicado la autoría de los atentados de Bruselas también con una motivación religiosa. El Daesh asegura que “la célula secreta de soldados del Califato” cuenta con “el poder y la gloria” de Alá, y justifica sus atentados aludiendo a la “cruzada de la lucha por el Islam y los musulmanes”.
Daesh reivindica así uno de sus grandes objetivos: la creación de un Califato universal, que no es una Autoridad única religiosa, al modo de otras religiones monoteístas, sino un “Estado (civil) islámico con una ley propia, la 'sharia'. Política y religión en un todo.
La Autoridad única religiosa es, por ejemplo, en el cristianismo, la primacía de Pedro y sus sucesores en la Sede Apostólica, en Roma. Y si durante un tiempo se desvirtúa la doctrina, y alguien yerra, para eso están los Concilios, los Sínodos, y los siguientes sucesores, para rectificar. La unidad en el Magisterio católico ha evitado desviaciones que podrían haber sido mucho más graves.
Yihadismo, guerra semántica
¿Y cómo se pueden justificar unos atentados terroristas, como los de Pakistán, en un parque de la ciudad de Lahore, por ejemplo, con gran número de muertos, una minoría de cristianos (que eran el objetivo), pero muchos más musulmanes, incluidos tantos niños?
Para aludir en un comunicado a “la gloria de Alá”, los autodenominados “combatientes del Estado islámico”, y sus 'maestros', probablemente imanes yihadistas radicales, retuercen el sentido del término 'yihad' (esfuerzo), entendido como esfuerzo moral y religioso para vivir en paz y armonía, y de esfuerzo también para cumplir y enseñar la Revelación.
Por desgracia, la acepción de 'guerra santa' de la yihad, en el sentido de lucha contra los que se consideran 'enemigos' del Islam, va ganando terreno. Y estamos viendo las terribles consecuencias.