La confirmación de las primeras muertes por coronavirus fuera de Wuhan ha provocado nuevos episodios de racismo

El coronavirus tensa las relaciones entre China y los países del sudeste asiático

photo_camera REUTERS/ELOISA LOPEZ - Un hombre con una máscara enciende palitos de incienso durante las celebraciones del Año Nuevo Lunar chino en un templo de Binondo, Manila, Filipinas

La región de Asia-Pacífico vive momentos convulsos. El pasado 31 de diciembre, la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de Wuhan (China) informó de 27 casos de neumonía de origen desconocido, siete de ellos graves en esta región. Una semana después, el 7 de enero, las autoridades del país identificaron como agente causante de esta enfermedad un inédito tipo de virus de la familia Coronaviridae, conocido desde entonces como “nuevo coronavirus”, 2019- nCoV.  Este brote -que ha provocado una de las mayores crisis sanitarias de los últimos tiempos-- ha ido acompañado de un aumento del racismo y la discriminación hacia la comunidad china, en concreto en el sudeste asiático.

La discriminación y el racismo son dos fenómenos que han conseguido destruir y debilitar comunidades a través de sus diversas manifestaciones, desde privar a las personas a disfrutar de sus principales derechos hasta motivar el odio étnico. Este fenómeno ha sido capaz de adaptarse al contexto del momento, tal y como ocurrió en el pasado durante el genocidio nazi o el apartheid de África, o como está pasando en la actualidad en China, donde el coronavirus ha despertado de nuevo la chinofobia. 

Ciudadanos chinos celebran el Año Nuevo Lunar en Filipinas. En el archipiélago, los chinos han quedado estigmatizados a causa del coronavirus

El padre Marcelo Manimtim, presidente de la Universidad Adamson, un centro de estudios privado y católico situado en Manila (Filipinas), emitió el viernes un informe en el que exigía a los estudiantes chinos someterse a cuarentena hasta el 14 de febrero como medida de precaución. Apenas un día después, Manimtim tuvo que rectificar y disculparse instando a guardar cuarentena solo a los estudiantes y personas que hubiesen viajado a los países con casos confirmados de este virus durante el mes anterior.

Desde entonces, las redes sociales hierven con mensajes xenófobos que acusan a China de ser un foco de enfermedades y acusan al presidente de FIlipinas, Rodrigo Duterte, de poner en peligro sus vidas al no tomar las medidas necesarias para frenar la propagación de este virus. 

Personal de seguridad comprueba la temperatura de los pasajeros que llegan al Aeropuerto Internacional Pudong de Shanghai el 4 de febrero de 2020

Ante esta situación, la Federación de Cámaras de Comercio e Industria Filipino-Chinas, Inc. (FFCCCII) ha hecho un llamamiento a los ciudadanos de la región para que no se sumen a los mensajes racistas que han ido propagándose por las redes sociales tras la aparición de este virus. “Difundir noticias falsas y mensajes racistas y xenófobos puede ser más peligroso que el virus en sí mismo, ya que causa confusión, miedos, rencor e inestabilidad”, ha advertido el presidente de esta federación, Henry Lim Bon Liong, defensor de la comunidad filipino-china, según ha recogido la CNN en Filipinas. “No nos unamos a algunas personas mal informadas en sus injustos estereotipos racistas y ataques xenófobos contra China, porque este importante vecino asiático es un aliado tradicional y es socio comercial de Filipinas desde hace más de 1.000 años”, ha añadido. 

Xi Jinping y Rodrigo Duterte conversan durante un encuentro bilateral

En estos momentos hay 105 personas bajo vigilancia por una posible infección del nuevo coronavirus en Filipinas, ha informado el Ministerio de Salud este martes. Mientras tanto, Duterte ha emitido una prohibición de viaje temporal a la provincia de Hubei y varias compañías aéreas han suspendido los vuelos hacia y desde esta ciudad china. Por otro lado, algunos colegios de Manila han anunciado medidas para seguir previniendo la propagación del virus en Filipinas, tras la muerte de una persona el pasado sábado como consecuencia de la neumonía causada por el coronavirus de Wuhan. 

Este miedo a que aumenten las muertes por esta enfermedad ha sido la gota que ha colmado el vaso y es que durante los últimos meses Filipinas ha denunciado en reiteradas ocasiones presencia “ilegal” de decenas de barcos chinos cerca de la isla de Thitu, situada en las disputadas aguas del Mar de China Meridional. Además de Filipinas, países como Brunéi, China, Malasia, Taiwán y Vietnam tienen reivindicaciones de soberanía en algunas zonas del mar de China Meridional y están siendo víctimas del miedo, un sentimiento que está tensando aún más las relaciones entre estos países.

Un cartel insta a los visitantes a usar máscaras faciales en la entrada de un centro comercial vacío en Pekín
Las mascarillas, de símbolo de protesta a escudo del coronavirus

Por otro lado, esta enfermedad se ha cobrado la vida este martes de un ciudadano de Hong Kong, coincidiendo con una huelga de trabajadores sanitarios en la que se exige el cierre de las fronteras. Hace apenas un mes, llevar mascarilla por las calles de esta región era sinónimo de ser manifestante, ya que muchos de ellos las utilizaban para ocultar su identidad. Sin embargo, en la actualidad la mayoría de los ciudadanos de la región se quejan de que cada vez es más complicado encontrarlas en las tiendas

Winnie Yu, presidenta de la Alianza de Empleados de la Autoridad Hospitalaria, camina con otros miembros a la sede del Gobierno para exigir el cierre de la frontera con la China continental

La confirmación de las primeras muertes por coronavirus fuera de Wuhan ha desatado la paranoia en gran parte de los países del sudeste asiático provocando nuevos episodios de racismo. Por ejemplo, en Binondo, el Chinatown más antiguo del mundo, situado en Manila, varias farmacias han advertido de que venderían mascarillas “solo a filipinos” por el limitado stock que hay en estos momentos. 

El virus de la chinofobia ha llegado incluso a Europa. En Francia, la etiqueta de Twitter #Jenesuispasunvirus (Yo no soy un virus) se ha convertido en ‘trending topic’, según ha informado la agencia de noticias china ‘Xinhua’. “Fui víctima de un acto racista de un grupo de jovencitas. Las podía escuchar riéndose y burlándose de mí. Una dijo: ‘¿Cómo llamamos a los pacientes con coronavirus? ¿Chinos, verdad?’”, lamentaba una joven china residente en París, según ha recogido esta misma agencia. 

Un hombre y un niño usan máscaras protectoras en Manila, Filipinas. El país ha reportado 3 casos, incluyendo una muerte, por el nuevo virus y las medidas de precaución siguen siendo estrictas

Esta campaña de Twitter ha traspasado fronteras y ha aterrizado en España, Canadá, Estados Unidos o Italia, entre otros países. Ante esta situación, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Hua Chunying, ha asegurado que “la nación china es conocida por su perseverancia y resistencia. Tenemos plena confianza en que China (…)  ganará la batalla contra la epidemia y superará cualquier dificultad en su camino de avance para lograr el gran rejuvenecimiento de la nación china”.

En estos momentos estamos viviendo la revolución silenciosa del sudeste asiático, una transformación que ha provocado el auge de actitudes intolerantes y racistas que se han exacerbado por la aparición del coronavirus. Asia está cambiando y su futuro es tan incierto como complejo de predecir. El creciente protagonismo de China ha llevado a los países de su alrededor a tener que evolucionar estratégicamente adaptándose a las exigencias del nuevo orden mundial. Mientras China se enfrenta a una de las crisis sanitarias más importantes de la última década, algunos países de la región continúan profundizando sus relaciones con Estados Unidos, como ocurre en el caso de Filipinas, Japón o Corea del Sur, alejándose cada vez más del gran gigante asiático y creando el escenario adecuado para que el racismo y la discriminación continúen extendiéndose. 

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