Para el año 2018, se estimó que 90.000 personas eran sometidas a esclavitud o prácticas esclavistas y de trata de personas dentro de Mauritania. Un 2,4% de los mauritanos, ampliándose a un 62% si se trata de la población vulnerable a este tipo de prácticas. Ahora el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDH) se encuentra evaluando la situación de los derechos humanos en el país del Sahel, en general, y de la esclavitud, en particular.
El Consejo de Derechos Humanos es responsable de la realización del Examen Periódico Universal (EPU), un proceso “que incluye un examen de los expedientes de derechos humanos de todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas”, según se explicita en la página web del CDH. A través de un informe nacional (del propio Gobierno evaluado), de otro informe desarrollado por el CDH y de un último que recoge a diferentes agentes del país en cuestión, el CDH elabora un documento final donde recoge la situación de los derechos humanos en el país de estudio.

Actualmente, Mauritana junto con otros países como Australia, Líbano o Ruanda se encuentra a la espera del informe final del CDH pues el pasado 29 de enero finalizaba la 37ª sesión del Consejo de Derechos Humanos dedicada a la evaluación de dichos países.
Las cifras sobre la prevalencia de la esclavitud en Mauritania se estimaron en 2018 por la Fundación Walk Free, en trabajo conjunto con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Internacional de las Migraciones (OIM). 90.000 personas bajo regímenes de esclavitud es la cifra más reciente que se tiene sobre el país africano. En efecto, es una estimación, ya que el Gobierno no recoge datos en este sentido a pesar de las recomendaciones de las Naciones Unidas como paso necesario para erradicar por completo dicha lacra.
La esclavitud dentro de Mauritania no ha de entenderse fuera del sistema de castas que durante siglos se ha forjado su propia jerarquía en base a la raza o etnia. Para ello hay que pensar en Mauritania como un extenso territorio donde confluye el norte árabe con el África negra subsahariana. Desde el siglo XIII las poblaciones bereberes del norte del continente comenzaron a asentarse y luchar por la conquista del territorio que es hoy Mauritania. Se da inicio a una jerarquía donde estos árabes-bereberes se alzaron como la raza dominante y se denominaron Bidan, que significa blancos. Dominantes sobre los Haratin, los árabes negros históricamente esclavizados por los Bidan, y otras etnias negras también presentes en el país, no árabes y llamados Kory por los dos grupos anteriores. En este último grupo se encuentran los Halpulaar, Wolof y Soninké o Sarakollé.

Tanto las etnias negro-mauritanas como los Haratin han sido los esclavos históricos de los Bidan. Una condición hereditaria que todavía se mantiene en forma de trabajos domésticos forzados o sin salario, entre otros. Además se ha visto reflejado en la estructura del país donde los Bidan ocupan un mayor número de puestos de poder y los Haratin han quedado relegados a trabajos despreciados por los primeros.
Sin embargo, las estimaciones –no existen estadísticas oficiales– recogen que entre un 20 y 30% de la población es de etnia árabe mora (Bidan), un 50% de Haratin y entre un 20 y un 30% de población de etnias negro-mauritanas (Halpulaar, Wolof y Soninké). Lo cual explicita que una minoría de piel clara ha esclavizado a una mayoría de piel negra.

La República Islámica de Mauritania fue el último país del mundo en prohibir la esclavitud en 1981 y no fue hasta 2007 que se penalizó. Cinco años después quedó recogida como crimen de lesa humanidad en la Constitución mauritana y en 2015 se desarrolló una extensa ley que incorporó los delitos previstos en los instrumentos internacionales contra la esclavitud, estableció su imprescriptibilidad y recogió la creación de tres tribunales especiales para juzgar este tipo de prácticas.
A pesar toda esta legislación, las Naciones Unidas mantienen su preocupación por que su aplicación no es plena. Y es algo que organizaciones como SOS Slaves o la Iniciativa para el Resurgimiento del Movimiento Abolicionista (IRA) vienen denunciando desde hace años, comprometidas con la liberación de esclavos en todo el territorio.
Ambas asociaciones, junto con otras han denunciado la poca representación Haratin en los órganos de poder, la baja aplicación de la ley de 2015 y también la represión sufrida por los activistas antiesclavistas. Human Rights Watch recoge en su último informe sobre Mauritania, la detención de la activista de IRA Mariem Cheikh durante 8 días del pasado mes de abril. Una represión también sufrida por el líder de IRA, Biram Dah Abeid, en 2012 tras la quema de un libro teológico Malikite (escuela suní de derecho islámico), que según el europarlamentario Fiorello Provera (EPD) es “un texto que afirma que la esclavitud es una práctica que abarca la fe islámica”. Sin embargo, Biram Dah Abeid, consiguió ser el segundo candidato más votado en las presidenciales del año 2019.
Quedan por delante tres meses para conocer los resultados del examen del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas a Mauritania. No solo la esclavitud, sino también la libertad de expresión se pondrán sobre la mesa. Todo ello rodeado por los diez años, que se cumplen este febrero de 2021, de las manifestaciones contra el anterior presidente de la República Islámica, Mohamed Uld Abdelaziz, cuando la creación de una agencia nacional contra la esclavitud y reformas que aumentaran la libertad de expresión, entre otras, se alzaron como las principales demandas de los mauritanos.