El conflicto ruso-ucraniano está siendo escenario de uno de los principales retos a los que se enfrentan las mujeres: la visibilización de las mismas como combatientes y como participantes en los procesos de paz

Mujeres en las guerras: manos que luchan, manos que cuidan

photo_camera AFP/DANIEL LEAL - Una mujer aprende a utilizar un fusil de asalto AK-47 durante un curso de autodefensa para civiles en las afueras de Lviv, al oeste de Ucrania, el 4 de marzo de 2022

En el imaginario colectivo se suelen relacionar los conflictos armados con los hombres. Son ellos los que luchan y pelean por su país mientras que a las mujeres se las ha relacionado con un rol más secundario en condición de refugiadas y de víctimas. A menudo el rol de la mujer en las guerras, tanto como guerrilleras como constructoras de paz, se ha visto silenciado dando lugar a una visión más sesgada de lo que es una guerra.

Un ejemplo de esto podemos verlo en el conflicto actual que estamos viviendo en Ucrania. Desde el inicio de la invasión rusa en el país ucraniano muchas mujeres fueron las que abiertamente defendieron participar en las milicias civiles “hay colas para inscribirse en las brigadas de defensa territorial. Yo pienso inscribirme”, declaraba Margot a 20 Minutos, una ucraniana que se encontraba refugiada en su piso en el segundo día de la invasión. 

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“El gobierno animó a los hombres a pelear, sin embargo, mira cuantas mujeres decidieron por ellas mismas ir y defender su país”, exclamaba la directora de cine ucraniana, Anastasia Mikova. “Creo que el Ejército y la sociedad ucraniana son más fuertes por todas las mujeres que lo son”.

Alentadas por los discursos del presidente ucraniano, Volodimir Zelenksy, y por los propios sentimientos de defender a su país y a sus familias, son muchas las mujeres que, junto con los hombres, han decidido alistarse en las milicias civiles. Desde el inicio de la invasión rusa los puntos de registro de estas tropas han estado saturados, pudiéndose ver largas filas de personas dispuestas a combatir las tropas rusas. “No pienso huir. Tengo que hacer algo para ayudar a nuestro Ejército a ganar esta guerra”, señalaba Margot.

Desde el año 2016 las mujeres ucranianas pueden inscribirse en el Ejército de manera oficial, siendo en la actualidad el 10% del total. En el 2014, año en el que Rusia se anexionó Crimea, las mujeres ya decidieron tomar las armas y participar en el combate. Durante la contienda ellas ocuparon puestos de francotiradoras, soldados y médicos en primera línea de guerra. Sin embargo, la revista Slate publicó que estas “no fueron contratadas” de manera oficial y por lo tanto no se vieron inscritas en los registros militares ocupando estos puestos. Por otra parte, sí que fueron inscritas en otro tipo de trabajos como enfermeras, limpiadoras, costureras o cocineras, puestos muy necesarios pero que no abarcaban toda la totalidad de las tareas que las mujeres desempeñaron. 

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Una vez terminó el conflicto, las mujeres que habían ocupado los mismos puestos militares que los hombres como soldados o francotiradores no recibieron ningún tipo de apoyo, ni económico ni emocional, debido a esa ausencia en los registros militares. Sin embargo, en Ucrania esta situación ha cambiado desde que las mujeres pueden acceder a los puestos militares. En este contexto y desde el año 2016 se reconocieron 62 sitios oficiales en los que las mujeres podían combatir, además de otorgarles protección para desempeñar esta labor.

Asimismo, el pasado diciembre, el ministro de Defensa ucraniano informó sobre la ampliación del grupo de mujeres que debían registrarse para un servicio militar obligatorio ante el posible caso de entrar en guerra. Según declararon, aquellas mujeres entre los 18 y los 60 años que fuesen aptas para realizar el servicio militar, independientemente del trabajo que desempeñen, debían registrarse en las fuerzas armadas ucranianas. Esta medida se decretó para que, en caso de guerra, las mujeres pudiesen movilizarse para ejercer labores militares. 

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Mientras que para los hombres ucranianos el servicio militar sí que es obligatorio, las mujeres no cuentan con la obligación de inscribirse. Incluso ahora, en medio de la invasión rusa, no disponen de esta medida ya que solamente se les puede ofrecer apuntarse en el servicio militar de manera libre. 

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Sin embargo, esto no ha frenado a las mujeres. Las redes sociales han sido el reflejo de ello. Desde que las tropas rusas atacaron Ucrania han sido múltiples las fotografías y videos de mujeres empuñando armas y ocupando puestos defensivos y de resistencia. Entre ellos sobresale un vídeo de un grupo de mujeres ucranianas empuñando AK-74 declarando que “ya habían puesto a sus hijos a salvo” para “unirse a los hombres y al Ejército ucraniano. Destruiremos al enemigo que se encuentre en cualquier rincón del territorio ucraniano, en cada ciudad, en cada pueblo, cada bosque o prado”. 

“Por todos los niños, ancianos, por todas las casas que han quedado reducidas a cenizas… os dispararemos como a perros rabiosos. Gloria a Ucrania, muerte al enemigo”, concluían en el vídeo.

Esta presencia de las mujeres en las líneas de combate también responde a otra realidad y es el hecho de que estas en los conflictos sufren una doble victimización. A menudo en diferentes análisis se suele afirmar que las mujeres son en si mismas un instrumento de guerra. Ellas, además de la violencia física que engloba todos los conflictos, sufren violencia sexual, incluso después de la contienda. 

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En numerosos conflictos los cuerpos de las mujeres se han identificado como un símbolo de “honor”. En caso de que ellas sufriesen una violación no solo era un ataque contra ellas, sino que también lo era para el resto de la comunidad. Además, a lo largo de la historia, el cuerpo de estas se ha identificado como si fuera “un botín” para los Ejércitos victoriosos. De acuerdo con Amnistía Internacional, la violencia que sufren las mujeres en los conflictos “es una manifestación extrema de la discriminación y de los abusos” que existen también cuando hay paz.

Por otro lado, es notorio que muchas de ellas deciden huir en condiciones de refugiadas y aunque esta sea una realidad latente no es la única ya que otras muchas deciden quedarse a luchar, igual que los hombres. Esta decisión, reflejada ahora en Ucrania, también ha sido una realidad en otros conflictos como en Siria, Palestina, Etiopía o Colombia, entre muchos otros.

Escasa presencia de las mujeres en los procesos de paz 

Al igual que en las guerras, los procesos de paz también están influidos por el género. Todo lo que se puede conseguir en términos de igualdad durante un conflicto bélico, como es el acceso progresivo y la visibilización de las mujeres en primera línea de guerra, además de los derechos por los que luchan, quedan silenciados si estas no forman parte de los procesos de paz. 

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Siguiendo un informe emitido por la ONU, la participación de las mujeres en los procesos de paz “sigue siendo muy escasa”. Agravada todavía más con la situación de la pandemia, las mujeres han ido quedando cada vez más relegadas tanto en los procesos de paz como en los acuerdos.

En el conflicto ruso-ucraniano podemos observar como en las mesas de negociaciones no hay ni una sola presencia de mujeres, por lo que su voz no es escuchada de cara a construir una futura situación pacifica, a pesar de que estas participan activamente en la resistencia. Que su papel este presente en los procesos de negociación no debe responder a una victimización de estas si no ser fruto de una reivindicación del hecho de que las mujeres son sujetos políticos con derechos y que deben ser tomadas en cuenta de cara a construir una realidad social justa e igualitaria, uno de los principales desafíos de la sociedad. 
 

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