La influencia rusa en Mali preocupa en Francia

Las relaciones entre la Junta Militar que gobierna en Mali y Francia, el país que lidera la ayuda internacional en la lucha contra el yihadismo saheliano, se están complicando desde que se ha empezado a detectar en Bamako, la capital maliense, la presencia de mercenarios rusos y una intensa interferencia de la diplomacia de Moscú en la política interna.
La Junta, que accedió al poder el año 2020 y lo reafirmó con un autogolpe de Estado en 2021, lleva algunos meses en tensión con Francia y los 5.000 militares franceses que desde hace varios años mantienen en pie el Estado maliense, considerado como el más endeble de toda África. Francia, antigua potencia colonial, lidera unas fuerzas de paz afro-europeas, entre las que se incluyen dos unidades españolas.
Pero, según impresiones de expertos, desde que empezaron a entrometerse agentes rusos, la susceptibilidad hacia los extranjeros y los incidentes diplomáticos no han dejado a aumentar. Las críticas oficiales a sus aliados, sin argumentos sólidos, se han vuelto constantes. Unos días atrás, la Junta ordenó la expulsión de la delegación danesa alegando agravios verbales realizados desde Copenhague.
Y, el fin de semana, el embajador francés, Joël Meyer, era conminado a abandonar el país en un plazo de 72 horas. Meyer, de 60 años, llevaba en el cargo desde 2018. En París, el Quai d´ Órsay, que la víspera había pedido explicaciones a la Junta por la expulsión de los daneses, anunció que retiraba al embajador, pero mantendría las tropas en la zona: están allí para evitar la expansión de la yihad islámica en el Sahel, no sólo en Mali.