
El comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), general Hossein Salami, declaró en su último discurso en Irán que “los disturbios del año pasado fueron la lucha global más poderosa, peligrosa, seria, desigual y extensa contra el régimen islámico de Irán”. El sitio web Bassirate de la milicia Bassidj, que lo citó el 1 de agosto, añadió: “Pero el enemigo fue derrotado en esta dura lucha. Los problemas del año pasado fueron amargos, pero nos aportaron grandes lecciones y grandes batallas. Estamos en un nuevo punto de partida y el enemigo planea crear nuevos disturbios en el aniversario de los sucesos del otoño de 2022. Con nuestra preparación y vigilancia, el enemigo no podrá hacer nada, y la solución es la prevención”.
Más de 400 ejecuciones desde principios de 2023, incluidas las de jóvenes baluchis y kurdos en venganza por estas dos minorías étnicas rebeldes, no han permitido al régimen contener el levantamiento que se avecina. Así que ha vuelto a sacar a las calles las patrullas de la Policía de la Moralidad con el objetivo de reducir la batalla por la libertad a un conflicto sobre el Hijab, dividiendo a la sociedad en mujeres con velo y mujeres sin velo.
El régimen es muy consciente de la revuelta que retumba en la sociedad. A pesar de la intimidación y las amenazas, las mujeres ya no están dispuestas a someterse a las restricciones. Cada día, los retratos de los dirigentes con turbante echan humo por las calles y las paredes se llenan de consignas que piden su caída. Todos los días, las preocupadas autoridades anuncian en sus sitios web el hallazgo de armas o la detención de equipos armados.
Con una inflación de tres cifras, sobre todo en los alimentos, y más de 60 millones de iraníes que viven por debajo del umbral de la pobreza, las autoridades saben perfectamente que otro levantamiento es inevitable.
Hasta ahora, el Estado clerical ha intentado callar a la oposición para fingir que no hay alternativa e imponerse como única solución. Pero con el levantamiento, se ve obligado a nombrar a su principal enemigo y su alternativa. El 29 de julio de 2023, el sitio web de la magistratura Mizan escribía: “El primer tribunal penal de la provincia de Teherán ha anunciado que 104 miembros de la Organización Muyahidín del Pueblo (PMOI), conocidos como Monafequines (término despectivo para referirse a la PMOI), serán juzgados en rebeldía. Deben defenderse haciéndose representar ante el tribunal por un abogado”.
La justicia clerical no ha dado ninguna explicación sobre los motivos de esta extraña e inesperada decisión. Sin embargo, el sitio web Basij News, dirigido por la milicia adscrita a los pasdaran, arrojó nueva luz sobre la decisión al publicar en su portada una nota redactada por un miliciano de la sección estudiantil. En esta nota, elaborada en el momento álgido de la revuelta del pasado mes de enero, el miliciano admitía abiertamente que Teherán creía que Occidente, y sobre todo Estados Unidos, habían aceptado al Consejo Nacional de la Resistencia de Irán, del que forma parte el PMOI, como única alternativa al Gobierno islamista en Irán.
Hace aproximadamente un mes, cuando el régimen iraní preparaba el terreno presionando al Gobierno albanés para atacar Ashraf-3, la sede de la PMOI en Albania, Kazem Gharibabadi, encargado de los “derechos humanos” en la dictadura religiosa, anunció la posibilidad de extraditar a miembros de la PMOI a Irán. Quejándose de los países que acogen a esta organización en Europa, había declarado: “Se han iniciado procesos contra miembros del grupo en varios países europeos, pero algunos gobiernos no han tratado adecuadamente los casos relativos a la PMOI en sus procedimientos judiciales”. (Farda News, 1 de agosto de 2023).
Para un régimen que hizo masacrar a 30.000 jóvenes presos políticos en el verano de 1988 por comisiones de la muerte formadas por tres individuos (entre ellos el actual presidente Ebrahim Raissi) en juicios minuciosos y sin abogados, esta repentina preocupación por el procedimiento judicial esconde sin duda maniobras mezquinas. Busca paralizar a su oposición y retrasar así una nueva explosión de cólera popular que podría barrerle.