
Los historiadores y expertos en geopolítica suelen buscar grandes cambios para comprender y explicar la evolución del mundo, creyendo que encontrarán respuestas en cualquier acontecimiento político-militar de importancia. Los cambios del siglo pasado incluyeron una serie de acontecimientos importantes, cada uno de los cuales se consideró un "hito" hacia una nueva fase en las relaciones internacionales.
Quizá el más destacado de todos los acontecimientos fueron los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos de América, que constituyeron el primer ataque extranjero en suelo estadounidense desde el ataque japonés a Pearl Harbor (puerto estadounidense en la isla hawaiana de Oahu). Siguieron las guerras de Afganistán e Irak, con importantes pérdidas humanas. Sin embargo, no influyeron en la situación geopolítica del mundo en el siglo XXI, que siguió siendo la misma que conocíamos desde la disolución de la Unión Soviética a principios de los años noventa del siglo XX: el dominio de Occidente en los procesos de toma de decisiones a nivel mundial, a pesar de la oposición rusa y china a determinadas cuestiones. A saber, sólo se trataba de una oposición limitada, como se vio en el caso de la guerra de Irak.
Parece que la guerra entre Rusia y Ucrania o la "crisis ucraniana" es el acontecimiento que en su sentido más profundo tiene el atributo de "hito" por las repercusiones políticas, económicas, diplomáticas y militares que tendrá en el futuro. Transcurridos casi 17 meses desde el estallido de la guerra, empiezan a perfilarse algunos parámetros que podrían tener un efecto importante en la futura corriente dominante en las relaciones internacionales. Entre estos parámetros destacan:
Quizá el hecho más notable que se deriva de esta guerra es el fracaso de Occidente a la hora de frenar a Rusia mediante presiones diplomáticas y militares. Esto es algo que ocurre por primera vez. En concreto, ambos bandos no habían entrado en conflicto directo durante la Guerra Fría, como ha ocurrido ahora en Ucrania.
La guerra ha abierto el camino para la creación del polo euroasiático, la intensa coordinación Rusia-China y la silenciosa adhesión de India a la alianza. En un par de años, esta alianza se convertirá en el centro del mundo, gracias a su potencial económico, humano y militar. China liderará la alianza y Pekín no encontrará mejor oportunidad histórica que la ofrecida por la guerra entre Rusia y Ucrania para demostrar al mundo su verdadero poder en la escena internacional.
El mundo ha empezado a descubrir la posibilidad de una actividad económica global sin utilizar el dólar estadounidense como moneda. Junto con las principales potencias de Asia, India y China, Rusia ha lanzado esencialmente el inicio de un intercambio comercial basado en las monedas nacionales, prefiriendo que el yuan chino esté respaldado por oro, a diferencia del dólar.
Occidente ha puesto de manifiesto el nivel de declive de su influencia en el mundo. En concreto, esperaba que los países de su órbita y los que se cree que están dentro de su esfera de influencia histórica condenaran públicamente el ataque de Rusia a Ucrania. Sin embargo, la postura de la mayoría de los Estados africanos, asiáticos y latinoamericanos se redujo a una votación en la Asamblea General de la ONU sobre la condena de Rusia, que es una votación no vinculante, mientras que se abstuvieron de condenar claramente a Rusia e hicieron un llamamiento al diálogo, las negociaciones y la preservación de la integridad territorial de Ucrania.
La guerra entre Rusia y Ucrania es un hito en el paso del mundo unipolar al multipolar
En 1947, el presidente estadounidense Harry S. Truman definió en su doctrina el concepto de un mundo bipolar, que dividió en dos partes, el mundo comunista por un lado y el mundo liberal por otro.
La disolución de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría provocaron el colapso del mundo bipolar, en favor de una nueva situación, cambiante e inestable, que podría denominarse mundo "posbipolar". Según Bertrand Badie, sociólogo francés, Estados Unidos no pudo imponer su hegemonía debido al acelerado desarrollo, tanto económico como militar, de China y otros países del mundo, incluida Rusia como sucesora de la Unión Soviética, que ha recuperado influencia en la política mundial.
Mundo multipolar significa esencialmente Estados Unidos, China y Rusia. Sin embargo, la realidad demuestra que estos países no han sido capaces de atraer a su órbita a otros países del mundo. En primer lugar, la guerra de Estados Unidos en Irak y su fracaso final en la consecución de sus objetivos y, a continuación, la guerra de Afganistán con resultados similares y la humillante retirada fueron los heraldos del fin de lo que algunos expertos denominan el "mundo unipolar". Esta evolución incitó a China a aumentar su influencia mundial, especialmente a través de las nuevas alianzas económicas que había establecido con África y Asia Central.
Los resultados de esta guerra demuestran que Estados Unidos, que estaba en vías de perder el control sobre Europa Occidental e incluso sobre la OTAN, (cuando el presidente francés Emmanuel Macron la calificó de clínicamente muerta), están ahora en vías de imponer su política económica y militar en Europa. Consiguieron restaurar rápidamente el espíritu y la fuerza del cuerpo decadente de la OTAN. La alianza transatlántica se ha fortalecido debido a la amenaza rusa, las amenazas económicas (gas natural) y militares de Rusia y el posible empleo de armas nucleares.
Lo que vemos ahora y después de todos los meses de guerra, es el regreso de Estados Unidos, que es un verdadero polo con todos los medios de control y hegemonía -apoyado por algunos de los países más ricos y poderosos del mundo, como la UE, Japón, Corea del Sur y Australia.
Evolución histórica del enfrentamiento entre Washington y Pekín
Pekín no puede conformarse con ser el segundo después de Washington, del mismo modo que Washington no puede aceptar no ser el número uno. Pierre Grosser, historiador francés de relaciones internacionales, concluyó su libro, publicado este año con el título "¿La otra Guerra Fría? La confrontación EEUU-China" con esta observación. En realidad, Grosser subrayó que la guerra de Ucrania fue una oportunidad inesperada que Taiwán aprovechó para elevar su nivel de preparación para el combate contra cualquier ataque similar de China. Al igual que la guerra de Corea había salvado al régimen de Chiang Kai-shek en Taiwán, porque la administración de Truman había decidido en su momento proteger a Taiwán de un ataque chino, la guerra de Ucrania ha vuelto a salvar a Taiwán al disminuir las posibles amenazas de agresión por parte de China.
La evolución de las relaciones entre Estados Unidos y la República Popular China puede dividirse en tres fases históricas. La fase de hostilidad entre 1949 y 1972, después la fase de desarrollo de relaciones más estrechas que van desde la histórica visita del presidente Richard Nixon a Pekín hasta el papel de China en la ayuda financiera a Occidente tras la crisis de 2008. La tercera fase, en la que hemos entrado, comienza con la llegada de Xi Jinping al poder en Pekín en 2012. En esta fase China ha entrado en una competición con Estados Unidos por la hegemonía mundial. Las administraciones estadounidenses han empezado a prestar atención a la expansión del poder de China, que ya no es industrial o comercial en su esencia, sino que se ha ampliado ampliamente para incluir también aspectos militares y tecnológicos. Tras la llegada de Joe Biden al poder en 2021, la administración estadounidense comenzó a crear una red de nuevas alianzas con los países que rodean a China, con el objetivo de suprimir su creciente papel y poder en la región de los océanos Índico y Pacífico. Por ejemplo, la alianza AUKUS establecida con Australia y Gran Bretaña, y la alianza Quad con Japón, Australia e India.
Durante las dos últimas décadas, los documentos estadounidenses sobre seguridad nacional advertían de la escalada, la importante amenaza de China y la existencia de amenazas mucho menores por parte de Rusia. El documento titulado "Interim National Security Strategic Guidance", publicado por la administración de Biden en marzo de 2021, incluye sólo dos referencias a Rusia como potencia desafiante que constituye un reto para Estados Unidos. Al mismo tiempo, el documento contiene 15 referencias a China, todas ellas en el marco de los preparativos necesarios para hacer frente a las amenazas, ya que China se ha convertido en el único retador capaz de vincular el poder económico, diplomático, militar y tecnológico, y constituye por tanto un desafío para la política estadounidense.
Las consecuencias más graves de la guerra entre Rusia y Ucrania son los cambios drásticos en la estructura y la dinámica de las relaciones mundiales. Así lo confirman las advertencias de los servicios de seguridad e inteligencia estadounidenses de que China y Rusia representan la mayor amenaza para los intereses de EE.UU., especialmente China a largo plazo, ya que están formando alianzas antiestadounidenses y antioccidentales.
Durante sus casi 40 años de ascenso, China evitó el entorno estratégico reduciendo sus ambiciones globales y manteniendo relaciones cordiales con Estados Unidos. Sin embargo, esta fase terminó desde que Pekín se volvió más agresivo en el Mar de China Meridional y en el Estrecho de Taiwán. Estados Unidos ha abandonado la interacción constructiva y persigue una nueva política de contención. Washington llevó a cabo la mayor expansión marítima y proliferación de misiles de los últimos 30 años, introdujo estrictos aranceles a la importación de productos procedentes de China sin precedentes en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial y aplicó importantes restricciones a las inversiones extranjeras. Todas estas medidas iban dirigidas contra Pekín.
Respuesta de la política china
La diplomacia china aplica la antigua sabiduría china, según la cual los éxitos de las guerras se miden por los resultados. La mayoría de las guerras que se libran no se deciden en el campo de batalla, sino en la mesa de negociaciones.
Sun Tzu, famoso soldado y estratega chino que vivió hace 2.500 años, ofreció consejos y sabiduría sobre la "estrategia para librar una guerra". En su famoso libro titulado "El arte de la guerra" escribió: "Conseguir cien victorias en cien batallas no es la cumbre de la habilidad. Someter al enemigo sin luchar es la cumbre de la habilidad".
Sin embargo, el consejo más importante ofrecido por Sun Tzu y un consejo por el que se rige estrictamente la diplomacia china está relacionado con evitar acciones basadas en valoraciones erróneas, que causan pérdidas y el fracaso en la consecución de los objetivos de la guerra. "Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no debes temer el resultado de cien batallas. Si te conoces a ti mismo pero no al enemigo, por cada victoria obtenida sufrirás también una derrota", señalaba Sun Tzu. Concretamente, sus normas implican que librar una guerra es el resultado de un fracaso de la disuasión.
La historia está llena de guerras con resultados desastrosos. Se basaron en valoraciones erróneas, causaron una enorme devastación y no alcanzaron sus objetivos. Algunos ejemplos son la arrogancia y la "superioridad" del nazismo de Hitler y sus evaluaciones catastróficamente erróneas en Europa, en particular la apertura del Frente Ruso, que condujo al desgaste de sus fuerzas y a su derrota final, así como las derrotas de Estados Unidos en Vietnam, Afganistán e Irak, donde se libraron guerras prolongadas con enormes pérdidas materiales y humanas.
Relaciones actuales entre China y Rusia
China y Rusia nunca han definido la naturaleza de sus relaciones mutuas ni ambos países han perseguido nunca la misma ideología comunista, ni durante el periodo de la Unión Soviética ni tras su disolución y el ascenso de Vladimir Putin en Rusia. En consecuencia, su alianza no ha tenido ni un carácter sólido ni frágil. De hecho, se aprecia una gran e intensa competitividad entre China y Rusia a diversos niveles en el mercado mundial, y especialmente en los países de Asia Central, que en su día formaron parte de la Unión Soviética.
Ambas partes mantienen relaciones de asociación desequilibradas y heterogéneas. Aunque los dos países no tienen ninguna conexión ideológica, existe una visión común de las relaciones internacionales encaminada a eliminar la influencia occidental en el mundo. Por otro lado, la relación entre Pekín y Moscú no es un "matrimonio de intereses", y existen "muchos puntos de convergencia" entre ellos. China tiene hasta cierto punto puntos de vista similares a los de Rusia en lo que se refiere a las tensiones existentes con Estados Unidos y la OTAN. Sin embargo, es evidente que China no ve a Rusia como un "aliado", sino sólo como un "socio".
Rusia y China no se encuentran en la misma situación debido a la posición subordinada de Rusia, que está aislada y sometida a las sanciones impuestas por Occidente. En consecuencia, debido a sus limitadas opciones, sólo le queda China como socio.
Actualmente, China es más fuerte que Rusia y sus intereses son más amplios y diversos. El objetivo de Pekín es mantener un entendimiento con Moscú a nivel estratégico y oponerse al poder estadounidense, sin necesidad de prestar su apoyo a nivel táctico. En concreto, como se beneficia del acceso a los mercados globales, China quiere evitar las sanciones y entablar relaciones con otros países del mundo sin restricciones.
El apoyo de China a Putin podría ser perjudicial para su economía teniendo en cuenta las hostilidades entre Rusia y Occidente, y sigue necesitando el intercambio económico y tecnológico con Occidente.
China ha dejado claro a Rusia que entrar en una alianza con cualquier parte limitaría su libertad de maniobra en política exterior. En concreto, entrar en una alianza implica asumir compromisos a consecuencia de los cuales podría verse obligada a intervenir militarmente en una guerra, y China no quiere en modo alguno verse envuelta en algo así.
Además de extender su poder en Asia Oriental, mediante mecanismos económicos y diplomáticos China también está ampliando actualmente su área de interés a Oriente Medio, África y América Latina.
La política china de desescalada
Lo último en lo que piensa China es en una guerra con Estados Unidos y en un ataque a Taiwán. Puede extraer lecciones de la actual guerra de Putin en Ucrania, que ha entrado en su decimoséptimo mes sin lograr éxitos estratégicos: conquista de Ucrania, derrocamiento del Gobierno ucraniano e instalación de un régimen títere en Kiev que estaría bajo el control de Rusia. Como resultado de la invasión militar rusa, Ucrania se ha acercado más a Occidente, mientras que la cohesión dentro de la OTAN ha aumentado. El presidente Putin se ha convertido en el mejor promotor de la Alianza, ya que la frontera de la OTAN con Rusia se ha duplicado con el ingreso de Finlandia y la integración pendiente de Suecia en la Alianza, después de que ambos países hubieran abandonado su política de neutralidad militar de varias décadas. Incluso Suiza, que se enorgullece de su neutralidad militar y sigue negándose a formar parte de alianzas regionales como la UE y la OTAN, participa en la introducción de sanciones contra Rusia.
IFIMES - El Instituto Internacional de Estudios sobre Oriente Medio y los Balcanes (IFIMES) de Liubliana, Eslovenia, tiene un estatus consultivo especial en el Consejo Económico y Social (ECOSOC)/ONU desde 2018. También es el editor de la revista científica internacional European Perspectives.