El Polisario y la universidad española: adoctrinamiento de uso público

Brahim Ghali, líder del Frente Polisario - AP/FATEH GUIDOUM
Brahim Ghali, líder del Frente Polisario - AP/FATEH GUIDOUM
Mientras las universidades sigan siendo megáfonos de activismos unidireccionales, traicionarán su esencia como espacios de pensamiento crítico
  1. Introducción y algunos ejemplos
  2. Uso sesgado de recursos públicos
  3. Espacios públicos como plataformas políticas
  4. El elefante en el aula: el historial del Polisario
  5. La ingeniería de la simpatía: técnicas de adoctrinamiento encubierto
  6. El costo real de la militancia académica
  7. Alternativas para una universidad plural

1. Introducción y algunos ejemplos

En los últimos años, las universidades públicas españolas han incrementado la organización de eventos académicos que abordan temáticas controvertidas desde perspectivas claramente alineadas con una posición ideológica específica, como por ejemplo la cuestión del Sáhara Occidental.

Un ejemplo reciente es el “IV Seminario Permanente de Derechos Humanos en el Sáhara Occidental”, organizado durante estos días por la Universidad de Cádiz. Este tipo de actividades no es algo nuevo, de hecho, se organizan con relativa frecuencia desde hace años en distintas universidades públicas españolas, pero plantea serias cuestiones éticas, políticas y económicas que merecen un análisis crítico.

Unas actividades que son más habituales aún si cabe en las universidades ubicadas en los feudos tradicionales del Polisario en España. Por ejemplo, en el País Vasco, con una frecuencia casi mensual. En Canarias también es bastante habitual. Por ejemplo, en noviembre de 2022 la Universidad de las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) celebró una jornada para la difusión de la cultura saharaui, un título que disfrazó el verdadero contenido político del evento. También en la Universidad de La Laguna, en sendos eventos en 2023 y 2024, con proyección de documental incluido. Esta Universidad tinerfeña hasta se ha permitido el lujo de firmar el pasado febrero un Convenio de colaboración con la Asociación Canaria de Amistad con el Pueblo Saharaui (ACAPS) para impulsar proyectos de cooperación, docencia e investigación relacionados con la causa del Polisario.

Pero no solo en los feudos propolisarios se suceden estos eventos, se dan por todas las universidades públicas de la geografía española. Si ponemos de ejemplo a mi Alma Mater, la Universidad de Murcia, nos encontramos con una ingente cantidad de eventos durante la última década. Un ejemplo desmesurado fueron los dos eventos que durante 2013 hicieron con tan solo 6 meses de diferencia (marzo y octubre), con jaima incluida instalada en mitad del campus, donde se proporcionaba todo tipo de información, y con la presencia de las autoridades locales y autonómicas agasajando a los líderes del Polisario allí presentes. Unos eventos que han seguido celebrándose hasta hoy, con las recientes “Jornadas de cine saharaui 2025”, el pasado febrero.

Cerrando el capítulo de ejemplos, y en el colmo del disparate y la desfachatez, la Universidad de Zaragoza acogió el pasado noviembre de 2024 las “Jornadas de Formación para delegados y delegadas del Frente Polisario en España”. Dicho en tono jocoso vendría a ser algo así como “cursillo acelerado para ser dirigente del Polisario en España. Patrocinado por la UNIZAR”. Y se realizó nada menos que en su lugar más emblemático, el edificio Paraninfo, sede institucional de los distintos órganos rectores de la Universidad de Zaragoza.

En resumen, sea como fuere, donde fuere y bajo el formato que fuere, el patrón se repite: selección de ponentes afines, financiación pública para causas militantes y estudiantes convertidos en audiencia cautiva de narrativas prefabricadas.

2. Uso sesgado de recursos públicos

Las universidades públicas se financian principalmente con fondos públicos, provenientes de impuestos que pagan ciudadanos con una amplia diversidad de opiniones y posturas políticas. Sin embargo, actividades como estos eventos o seminarios implican un uso de estos recursos para promover una narrativa que no refleja necesariamente esa pluralidad. Más allá de la cantidad, mayor o menor, que a ellos se destine. En este caso, el evento adopta una postura explícita sobre un conflicto internacional complejo, ignorando las múltiples perspectivas existentes. Todo ello en un contexto donde las universidades españolas enfrentan problemas crónicos de infrafinanciación, como reflejan informes recientes.

De hecho, en la pasada Conferencia de Rectores de las Universidades de España (CRUE), celebrada precisamente en la Universidad de Murcia el pasado noviembre, su presidenta, Eva Alcón, señaló que para superar la brecha de financiación que separa al Sistema Universitario Español de Europa se necesitarían cerca de 4.000 millones de euros adicionales. Por tanto, destinar recursos a una sobrecarga de eventos ideológicamente parciales parece un lujo innecesario y mal priorizado.

3. Espacios públicos como plataformas políticas

Las universidades son espacios destinados a la educación y la investigación imparcial. Sin embargo, al organizar eventos que promueven una narrativa específica, como sucede con este último seminario de la Universidad de Cádiz, se convierten en foros políticos disfrazados de actividades académicas.

Estos eventos ejemplifican una peligrosa tendencia en la academia española: el uso de fondos públicos para convertir las instituciones educativas en plataformas de propaganda unidireccional. Bajo el disfraz de formación especializada, el ciclo que se celebra estos días en Cádiz ofrece un menú intelectual donde solo se sirve una versión del conflicto: la del Frente Polisario y sus aliados.

En el programa se revela una ingeniería narrativa cuidadosamente diseñada. Entre los ponentes figuran los habituales satélites mediáticos del Polisario en España, también dirigentes como Mohamed Salem Daha, delegado saharaui para Andalucía o Galia Djimi, conocida activista vinculada al Polisario. Las sesiones incluyen proyecciones documentales seleccionadas y talleres donde se analizará exclusivamente la “represión marroquí”, sin espacio para voces que cuestionen la gestión del Polisario en los campamentos de Tinduf o su historial autoritario.

4. El elefante en el aula: el historial del Polisario

Resulta paradójico que instituciones que predican derechos humanos omitan sistemáticamente analizar el lado oscuro de quienes presentan como víctimas heroicas. El Frente Polisario, fundado en 1973, acumula un expediente que haría ruborizarse a cualquier educador serio:

  • La llamada “década negra” del Frente Polisario, referida al período entre 1976 y 1986, durante el cual esta organización llevó a cabo numerosos ataques y actos terroristas contra civiles provocando cientos de víctimas, principalmente españolas, pero también de otros países. Estos ataques se centraron en dos grupos principales: trabajadores de las minas de fosfatos de Fosbucraa, en el Sáhara y pescadores españoles que faenaban en aguas del banco pesquero canario-sahariano.
  • En los campamentos de Tinduf, gestionados como feudos personales, se documentan restricciones a la libertad de movimiento, expresión y cualquier tipo de disidencia, así como diversas formas y tipos de represión, incluidas la detención arbitraria, la tortura y el confinamiento indefinido en la inhumana cárcel de Rashid. Un informe de Human Rights Watch titulado “Los derechos humanos en el Sáhara Occidental y los campos de refugiados de Tinduf” lo documenta bien, y revela cómo disidentes políticos son encarcelados y sufren marginación social.
  • Su estructura de poder pseudo hereditaria desde 1976 con la “dinastía” de Mohamed Abdelaziz y Brahim Ghali al frente, y con apenas un puñado de líderes rotando en los puestos de poder durante medio siglo, carece de mecanismos democráticos básicos. Las elecciones a presidente de la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática (RASD) se celebran sin observadores internacionales serios, y con candidaturas únicas, salvo en la última ocasión, donde Bachir Mustafá Sayed se presentó como rival por una mera cuestión de apariencias.

Estos hechos, ampliamente documentados por organizaciones neutrales, brillan por su ausencia en los programas académicos de cualquier universidad española. En su lugar, se ofrece a los estudiantes estos eventos con una visión edulcorada, donde el Polisario aparece como movimiento de liberación intachable, omitiendo su transformación en aparato burocrático que mantiene a decenas de miles de refugiados en un limbo permanente para preservar su razón de existir: la gestión económica de los campamentos y los beneficios que para sus líderes ello conlleva.

5. La ingeniería de la simpatía: técnicas de adoctrinamiento encubierto

Analizando el módulo práctico del seminario de Cádiz, descubrimos ejemplos de técnicas preocupantes:

  • Uso emocional de testimonios: la sesión sobre “Mujer y Derechos Humanos” presenta a activistas saharauis, pero omitiendo que el Polisario mantiene un código de familia que restringe derechos femeninos básicos, contradiciendo su retórica progresista y de pretendida sociedad igualitaria. En ese sentido tenemos las decenas de casos de secuestros de mujeres que anteriormente habían participado en el programa Vacaciones en Paz.
  • Moralización binaria: al dividir el conflicto entre “opresores marroquíes” y “víctimas saharauis”, se silencia que Argelia —patrocinador clave del Polisario— lleva décadas violando derechos básicos de los refugiados. Por no mencionar que en España suele omitirse que se trata de una sanguinaria dictadura militar gerontocrática.
  • Construcción de enemigos comunes: el taller sobre “medios de comunicación” acusa a Marruecos de censura, pero no menciona que en los territorios controlados por el Polisario solo operan medios afines, como la RASD TV o Sahara Press Service. Y cuando se desplaza algún medio extranjero lo hace, o bien siendo cercano a sus postulados para labores de propaganda, o bien controlado y convenientemente guiado para que solo vean lo que al Polisario le interesa. 

Este enfoque convierte las aulas universitarias en laboratorios de activismo donde, bajo el paraguas de los derechos humanos, se inocula una visión maniquea y descontextualizada de un diferendo que tiene múltiples aristas, pero que están convenientemente inhibidas bajo el relato del pensamiento único que desde el Polisario y afines supieron instalar bien desde décadas atrás. El resultado son generaciones de graduados que repiten consignas en lugar de analizar conflictos, justo lo contrario de lo que debería hacer la universidad.

6. El costo real de la militancia académica

Pero el daño trasciende lo económico. Estos eventos van más mucho más allá:

  • Deslegitiman la academia: cuando un curso sobre derecho internacional solo presenta a juristas como Juan Soroeta (abogado del Polisario ante el Tribunal de Justicia de la UE), pierde credibilidad científica. A estas alturas todos sabemos quién es quién en al respecto de este diferendo.
  • Polarizan el campus: son varias las ocasiones en la que se han tratado de celebrar eventos de similar rango desde una perspectiva más neutral. Pero en cuanto se ha sabido públicamente, estos se han tildado arbitrariamente de promarroquíes y la propia universidad se ha echado atrás por presiones externas, o tratado de boicotear desde determinadas posiciones docentes o de representación estudiantil.
  • Infantilizan a los estudiantes: al ofrecer análisis simplistas de conflictos multicausales, se niega a los alumnos herramientas para comprender realidades geopolíticas complejas.

7. Alternativas para una universidad plural

La solución no es evitar temas controvertidos, sino abordarlos con rigor:

  • Incluir a antiguos representantes del Polisario que disintieron de la cúpula, o simplemente a antiguos residentes de Tinduf que critican la gestión del Polisario. Un ejemplo podría ser el de algún miembro del Movimiento Saharauis por la Paz, entre muchos otros.
  • Contrastar fuentes: si se analiza por ejemplo el citado informe de HRW sobre presuntas violaciones marroquíes, también debe discutirse su documento sobre los abusos del Polisario en los campamentos. Esto no se hace nunca. Desde fuera de los campamentos, a este lado del Estrecho, la percepción que se tiene del Polisario es pura ficción. En este país, para una gran mayoría, es como si los que gobiernan a esa población que sufre las inclemencias y rigores del desierto fuesen impolutos en su gestión, haciéndose pasar también por víctimas. Una condición que solo corresponde a dicha población.
  • Priorizar el método científico: en lugar de talleres activistas, se deberían promover investigaciones empíricas utilizando diferentes metodologías de investigación.

Mientras las universidades sigan siendo megáfonos de activismos unidireccionales, traicionarán su esencia como espacios de pensamiento crítico. El seminario de Cádiz no es un caso aislado, sino síntoma de una enfermedad sistémica: la colonización ideológica de instituciones que deberían ser faros de pluralismo.