La alternativa de Haley y DeSantis

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, escucha al gobernador de Florida, Ron DeSantis, hablar sobre la respuesta al coronavirus durante una reunión en el Despacho Oval de la Casa Blanca en Washington, Estados Unidos, el 28 de abril de 2020 - REUTERS/CARLOS BARRIA
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, escucha al gobernador de Florida, Ron DeSantis, hablar sobre la respuesta al coronavirus durante una reunión en el Despacho Oval de la Casa Blanca en Washington, Estados Unidos, el 28 de abril de 2020 - REUTERS/CARLOS BARRIA

A pocos días de que las primarias de Iowa pongan en marcha la maquinaria de las elecciones presidenciales en Estados Unidos no son muchos los analistas que consideran una opción distinta a la de que Donald Trump alcance la nominación republicana a la Casa Blanca. Ni tampoco una opción distinta a que el presidente Joe Biden se presente a la reelección. 

  1. Pugna entre Haley y DeSantis

Pugna entre Haley y DeSantis

Aun así, la cadena CNN organizó el miércoles 10 de enero un debate preelectoral en Des Moins entre la republicana moderada Nikki Haley, exgobernadora de Carolina del Sur y el conservador Ron DeSantis, gobernador de Florida, al que no asistió el expresidente Trump, siguiendo su estrategia de ningunear a los rivales de su partido y hacer la campaña por su cuenta, al margen de todo lo que pueda sonar a “establishment”. Y así lo hizo, en un foro organizado el mismo día por la cadena Fox. Mientras Biden mantiene una cómoda distancia electoral desde Washington, Trump lidera la alternativa republicana desde un entorno prelectoral poco común: en el interior de los tribunales y en las afueras de las instituciones democráticas. 

Las encuestas dan a Trump una ventaja sustancial en Iowa, pero advierten también sobre la fortaleza de Haley en las siguientes primarias de New Hampshire y Carolina del Sur. Pero la sensación proyectada en la opinión pública después del enfrentamiento entre los dos aspirantes republicanos, jóvenes y con experiencia de gobierno, es que las previsiones basadas en el pasado pueden revertirse por otras basadas en el futuro. Aunque Haley y DeSantis se increparon y dejaron claras sus diferencias políticas, se mostraron capaces de ofrecer una imagen distinta del Partido Republicano y tienen ahora unos meses para proyectar una imagen también distinta de la democracia americana, despolarizada e institucionalmente fuerte. Y si son capaces de generar un cambio sucesivo en el clima de opinión de algunos miles de compromisarios republicanos, podría suceder que el cambio afectara de igual manera a un importante número de votantes que además de ganar las elecciones imaginen un panorama político renovado y con menor crispación. 

Nikki Haley representa un liberalismo moderado y comprometido con los asuntos globales lo cual le acerca al presidente Biden en su decisión de mantener el apoyo a los ucranianos para seguir defendiéndose frente a la agresión rusa. En materia exterior, comparte con DeSantis el apoyo a Israel, como aliado prioritario de Estados Unidos, y a nivel doméstico, la propuesta de reducir los impuestos y contener el gasto público, en un momento en que los norteamericanos se encuentran preocupados por la inflación y las perspectivas de la economía. 

Por su parte, Ron DeSantis no se muestra combativo ni en la valoración de la presidencia de Donald Trump ni en el ataque a su acción política en los sucesos del Capitolio en enero de 2021. Coincide con Haley en reconocer la victoria demócrata y focaliza en la lucha contra la inmigración ilegal otro de sus argumentos electorales, al igual que lo hace su rival. Y, en ambos casos, critican el populismo de Trump en 2020 cuando prometió un muro, que nunca construyó, para ganarse el respaldo de los votantes más sensibilizados con el tema. 

Las primarias más descafeinadas de los últimos años pueden producir efectos distintos de los pronosticados por unas encuestas menos fiables que en otras ocasiones porque las elecciones de 2024 tienen un recorrido alternativo al que habitualmente se inicia en Iowa, pasa por el supermartes de febrero y termina en las convenciones del verano. Ahora, el factor judicial y la necesidad de renovar la imagen institucional y política del país pueden jugar a favor de un clima de cambio. De rostros, de mensajes y tendencias, y quién sabe si también de género y generación en la Casa Blanca.