Más allá de la Armada: Ahmad al-Mansur, Isabel I y el plan olvidado para colonizar juntos el Nuevo Mundo

- Fundamentos historiográficos: fuentes, silencios y contextos
- La propuesta en su contexto
- Temas historiográficos: más allá del exotismo
- La lente del «qué pasaría si»
- Simbolismo y teatro político
- El orientalismo antes del orientalismo
- Conclusión: el camino no tomado
Su misión era a la vez pragmática y grandiosa: proponer una alianza entre la Inglaterra protestante y el Marruecos musulmán contra su enemigo común, la España de los Habsburgo, e imaginar el reordenamiento de la geopolítica atlántica. Como relata Jerry Brotton en This Orient Isle, y resume la reseña de The Guardian, las propuestas presentadas a la reina Isabel I no tenían precedentes: en primer lugar, una reconquista conjunta de la Península Ibérica; en segundo lugar, una sugerencia aún más audaz de que los dos reinos «arrebataran las Indias Orientales y Occidentales a los españoles».¹

La imagen es casi cinematográfica: un embajador musulmán ricamente ataviado en la corte de la Reina Virgen, hablando de flotas que cruzarían juntos los océanos, de la caída del imperio americano de España, de un condominio protestante-musulmán sobre el Nuevo Mundo. Sin embargo, a pesar de todo su colorido, este episodio debe ser tratado no como una curiosidad exótica, sino como un punto de entrada clave a la historiografía de la diplomacia moderna temprana, el comercio global y las contingencias incumplidas del mundo atlántico.
Fundamentos historiográficos: fuentes, silencios y contextos
Las principales fuentes de este encuentro son las cartas conservadas entre al-Mansur y Isabel, que se encuentran actualmente en la Biblioteca Británica, y los registros diplomáticos conservados en archivos marroquíes. Brotton entrelaza estos documentos con la política exterior isabelina, destacando el intenso pragmatismo que se impuso sobre las fronteras confesionales cuando los cálculos geopolíticos así lo exigían.² The Guardian destila una de las revelaciones más impactantes de Brotton: que las propuestas de al-Mansur iban más allá de la reconquista de la Península Ibérica y contemplaban una ofensiva transoceánica dirigida contra las colonias españolas en América.³
Desde el punto de vista historiográfico, la tentación es leer esto a través de la lente del siglo XIX o XX, viendo en ello un precursor de las modernas alianzas «Sur-Sur» o de las visiones multipolares del Atlántico. Sin embargo, a finales del siglo XVI, tal propuesta estaba arraigada en la lógica de la geopolítica de los Habsburgo: el control de Portugal por parte de España después de 1580 había fusionado las coronas ibéricas en un único imperio global, que rodeaba el Atlántico desde Sevilla hasta México y Manila. Atacar a España en cualquier lugar era, en efecto, atacarla en todas partes.
La Inglaterra de Isabel I, todavía una potencia mediana según los estándares continentales, pero cada vez más audaz en el mar, ya había sondeado los límites de este imperio a través de las aventuras semipiratas de Francis Drake y otros. Marruecos, rebosante de prestigio tras la victoria en la batalla de los Tres Reyes (1578)⁴ y enriquecido por el oro de la campaña de Songhai, era igualmente consciente de su potencial atlántico.
Lo que Brotton subraya es la permeabilidad ideológica de este momento: protestantes y musulmanes podían hablar abiertamente de cooperación no a pesar de sus diferencias confesionales, sino porque ambos tenían razones pragmáticas para enfrentarse a una superpotencia católica⁵.

La propuesta en su contexto
La propuesta de «arrebatar las Indias Orientales y Occidentales» es notable por varias razones. En primer lugar, sugiere que al-Mansur no consideraba que el horizonte estratégico de Marruecos se limitara al Magreb o incluso al comercio mediterráneo; pensaba en términos atlánticos, consciente de la riqueza que fluía de América hacia las flotas del tesoro de Sevilla.⁶ En segundo lugar, presupone que Inglaterra y Marruecos podían proyectar su fuerza a través del océano, coordinar las cadenas de suministro y, lo que es más ambicioso, mantener y administrar los territorios conquistados en un hemisferio dominado por España y Portugal durante casi un siglo.
La lógica geopolítica de la propuesta de al-Mansur se hace aún más clara si se analiza en el contexto de la Unión Ibérica. Marruecos ya había eliminado a Portugal como amenaza independiente tras la batalla de los Tres Reyes en 1578, una victoria aplastante que acabó con la vida del rey Sebastián y destrozó la capacidad militar portuguesa.⁷ La crisis sucesoria que siguió llevó, en 1580, a Felipe II de España a hacerse con la corona portuguesa, lo que puso Brasil, los fuertes africanos y los puertos asiáticos de las especias bajo el control de los Habsburgo.⁸ Por primera vez, un solo monarca gobernaba un imperio integrado español-portugués que se extendía tanto por el Atlántico como por el Índico. Esta consolidación magnificó el poder de España, pero también simplificó el panorama estratégico para Inglaterra y Marruecos: ahora había un único adversario ibérico cuya derrota, ya fuera en Europa, el Caribe o América, podría repercutir en medio mundo. La sugerencia de Al-Mansur de emprender una acción conjunta en el Nuevo Mundo no era, por tanto, una fantasía, sino una respuesta calculada a un momento histórico excepcional en el que la estructura imperial excesivamente extendida de España representaba tanto una amenaza como una oportunidad.
Desde un punto de vista estrictamente operativo, la propuesta rayaba en lo fantástico. En 1600, Inglaterra carecía de bases seguras en el Atlántico y se veía desbordada por las guerras de Irlanda; Marruecos no tenía tradición de navegación transoceánica a esa escala. Pero en el espacio imaginativo de la diplomacia, tales impracticabilidades podían suspenderse. Lo que importaba era la señal: Marruecos era un actor soberano, no un actor periférico, y estaba dispuesto a pensar a escala planetaria. Para Isabel, escuchar tales propuestas reforzaba la imagen de Inglaterra como nodo de una red global de alianzas anti-españolas, desde los rebeldes holandeses hasta las cortes musulmanas del Magreb.⁹
Temas historiográficos: más allá del exotismo
Los historiadores han tendido durante mucho tiempo a tratar estos episodios como notas a pie de página pintorescas: un enviado moro en Whitehall, un coqueteo momentáneo con una alianza intercultural. Brotton se opone a ello al integrarlos en la historia más amplia de la diplomacia anglo-islámica, demostrando que estos intercambios no fueron ni puntuales ni meramente simbólicos.¹⁰ La embajada de 1600 fue el punto álgido de una relación que duró veinte años.
Desde una perspectiva historiográfica, esto también nos obliga a revisar la narrativa eurocéntrica de la expansión atlántica. La historia habitual gira en torno a los pioneros ibéricos y los rivales del norte de Europa, dejando poco espacio a la acción africana o musulmana, salvo como obstáculos o intermediarios. La propuesta de Al-Mansur rompe con eso: aquí tenemos a un monarca africano que no solo participa en una conversación sobre la redistribución de las Américas, sino que la configura activamente.
La lente del «qué pasaría si»
Las hipótesis contrafactuales son peligrosas en la escritura histórica, pero pueden arrojar luz sobre las limitaciones estructurales y las oportunidades de un momento. Entonces, ¿qué habría pasado si Isabel hubiera aceptado de todo corazón la propuesta de Al-Mansur?
En un escenario, una flota anglo-marroquí podría haber puesto sus ojos en el Caribe, atacando islas poco defendidas o interceptando convoyes de tesoros. Si hubiera tenido éxito, esto podría haber abierto enclaves administrados o explotados conjuntamente, sentando un precedente temprano de gobernanza colonial interconfesional. Esto, a su vez, podría haber reconfigurado las jerarquías raciales y religiosas en el Atlántico, complicando la dicotomía entre la Europa cristiana y el «otro» no cristiano.
Sin embargo, las dificultades prácticas eran enormes. La infraestructura marítima de Marruecos estaba orientada hacia el Mediterráneo y el comercio atlántico de corta distancia; la marina inglesa aún estaba desarrollando su capacidad logística para una guerra sostenida en el extranjero. La respuesta española habría sido formidable. Además, la muerte de ambos monarcas en 1603 eliminó la relación personal que había sostenido el acuerdo. La paz de Jacobo I con España en 1604 puso fin a esta posibilidad.¹¹
Simbolismo y teatro político
A pesar de su inviabilidad, la propuesta sigue teniendo importancia como teatro político. En la corte de Isabel, recibir una oferta de este tipo de un soberano musulmán era una declaración ante el público nacional y extranjero: Inglaterra no estaba aislada y sus alianzas podían traspasar las fronteras religiosas. Para al-Mansur, enviar a su embajador para hacer tal propuesta en persona era una demostración de paridad con los monarcas más importantes de la Europa cristiana. La articulación de la colonización conjunta situaba a Marruecos en el mismo marco estratégico que Inglaterra, Francia y los Países Bajos, no como objeto de la expansión europea, sino como coartífice de la ambición imperial.¹²
El orientalismo antes del orientalismo
Según la formulación de Edward Said, el «orientalismo» describe un modo posterior y más codificado de representación europea de Oriente.¹³ El encuentro moderno entre Marruecos e Inglaterra se resiste a ese esquema. Al-Mansur no estaba siendo estudiado, clasificado y subordinado; estaba negociando desde una posición de fuerza, en una relación que, por un momento, invirtió las jerarquías coloniales posteriores. Sin embargo, las semillas de las asimetrías posteriores están presentes: la imaginación inglesa del «morisco» estaba moldeada tanto por la realidad diplomática como por la representación literaria —entre ellas, Otelo, de Shakespeare—, oscilando entre la fascinación y la sospecha.¹⁴
Conclusión: el camino no tomado
La embajada de Abd el-Wahid y la propuesta de «arrebatar las Indias Orientales y Occidentales» siguen siendo un fragmento tentador de la historia diplomática de principios de la Edad Moderna. Desde el punto de vista historiográfico, nos invita a situar a Marruecos no en la periferia, sino en el centro del pensamiento estratégico atlántico a principios del siglo XVII. Desafía la periodización clara que ve al mundo musulmán encerrado en los confines del Mediterráneo, mientras que el Atlántico se convirtió en un espacio puramente europeo.
Desde la perspectiva del «qué pasaría si», el episodio subraya la contingencia de la historia global. Un puñado de decisiones diferentes —una adopción más temprana de la estrategia atlántica por parte de Inglaterra, un reinado más largo de al-Mansur, un retraso en el acercamiento anglo-español— podrían haber dado lugar a un mapa colonial muy diferente. El mérito de Brotton es recuperar la plausibilidad, si no la viabilidad, de ese momento, y recordarnos que el mundo de la Edad Moderna estaba más conectado y era más imaginativamente poroso de lo que a menudo han admitido las historias posteriores. El sueño marroquí de un imperio anglo-musulmán en el Atlántico murió en las antesalas de la mortalidad y la diplomacia, pero en el ámbito del análisis histórico sigue iluminando los caminos alternativos que podría haber tomado la historia y a los actores que, aunque fuera brevemente, los vieron como posibles.¹⁵
Notas
1. Jerry Brotton, This Orient Isle: Elizabethan England and the Islamic World (Londres: Allen Lane, 2016), 214-218; «The Moroccan Ambassador in London in 1600», The Guardian, 19 de marzo de 2016.
2. Brotton, This Orient Isle, 198-201.
3. «The Moroccan Ambassador in London in 1600», The Guardian.
4. Brotton, This Orient Isle, 105-110.
5. Ibid., 200-203.
6. Ibid., 214.
7. Ibid., 105-110.
8. Ibid., 111-114.
9. Ibid., 215-218.
10. Ibid., 180-185.
11. Ibid., 225.
12. Ibid., 223-225.
13. Edward W. Said, Orientalismo (Nueva York: Pantheon, 1978).
14. Brotton, This Orient Isle, 230; Michael Neill, Othello (Oxford: Oxford University Press, 2006).
15. Brotton, This Orient Isle, 227-230.
Bibliografía
• Brotton, Jerry. This Orient Isle: Elizabethan England and the Islamic World. Londres: Allen Lane, 2016.
• Neill, Michael. Othello. Oxford: Oxford University Press, 2006.
• Said, Edward W. Orientalism. Nueva York: Pantheon, 1978.
• «El embajador marroquí en Londres en 1600». The Guardian, 19 de marzo.