Resoluciones de la ONU sobre el Sáhara: el giro hacia una solución realista y viable

Este proceso ha oscilado entre posturas divergentes y apuestas geopolíticas cambiantes. Desde el principio, Marruecos ha mantenido su derecho histórico y legítimo a completar su integridad territorial, considerando al Sáhara parte inseparable de su unidad nacional, mientras que Argelia ha seguido apoyando al Frente Polisario separatista, escondiéndose tras el discurso del “derecho a la autodeterminación”, aunque practica lo contrario en sus asuntos internos.
El análisis de las primeras resoluciones de la ONU refleja la vacilación de la comunidad internacional entre el llamado a poner fin al colonialismo español y la búsqueda de una solución que satisfaga a todas las partes. En 1975, la resolución 380 exigió el fin de la presencia española en el Sáhara, apoyando así la Marcha Verde que Marruecos lanzó como medio pacífico para recuperar sus territorios ocupados. Sin embargo, este camino pronto se vio obstaculizado por planes de división y confusión, lo que llevó al estallido de enfrentamientos militares que duraron hasta el acuerdo de alto el fuego de 1991, seguido por la resolución 690 que estableció la misión MINURSO para organizar un “referéndum”, cuya imposibilidad de ejecución se evidenció rápidamente.
Con el inicio del nuevo milenio, la ONU, bajo la presión de la realidad sobre el terreno y de la comunidad internacional, comenzó a reconsiderar la opción del referéndum, demostrada inviable, y pasó a respaldar una vía política realista y aplicable, especialmente a partir de la resolución 1754 del año 2007, que representó un punto de inflexión decisivo al llamar a negociaciones directas sin condiciones previas. Esto allanó el camino para que Marruecos presentara su histórica propuesta de autonomía ampliada dentro de la soberanía marroquí. Esta propuesta fue calificada como seria, creíble y realista, y recibió rápidamente un amplio apoyo internacional, reflejado en resoluciones posteriores, especialmente la resolución 1920 de 2010, que urgía una solución política realista, descartando claramente la tesis separatista y favoreciendo enfoques consensuados y pragmáticos.
Este enfoque se reforzó con la resolución 2440 de 2018, que pidió explícitamente una solución política realista y aplicable, subrayando la necesidad de negociaciones serias entre las partes implicadas, especialmente Marruecos y Argelia. Esta última ya no podía seguir presentándose únicamente como “país vecino”, sino que quedaba implícito su rol como parte principal en el conflicto. Este cambio en la postura de la ONU coincidió con transformaciones regionales e internacionales importantes, como el reconocimiento estadounidense de la soberanía marroquí sobre sus provincias del sur en diciembre de 2020. Esta posición fue seguida por la resolución 2548 del Consejo de Seguridad, que abandonó definitivamente la opción del referéndum como solución y respaldó el enfoque marroquí como propuesta realista, rechazando soluciones impuestas desde el exterior.
En 2021, la resolución 2602 reafirmó esta trayectoria, al llamar a un consenso equilibrado entre las partes. Esta fórmula diplomática indica la aceptación creciente por parte de la ONU de la propuesta marroquí de autonomía como una solución viable, que garantiza estabilidad y desarrollo. Esta resolución marcó el inicio de un cambio en el lenguaje del Consejo de Seguridad, que dejó de mencionar los términos “independencia” o “referéndum”, lo que equivale a un reconocimiento implícito de la caducidad de la tesis separatista en los textos de la ONU.
El análisis de este proceso decisorio muestra una clara tendencia hacia el respaldo a la propuesta marroquí de autonomía bajo plena soberanía, y un alejamiento progresivo de tesis superadas. El Consejo de Seguridad ya no habla de autodeterminación en su sentido limitado, sino de una solución política consensuada y realista. Esta tendencia ha sido fortalecida por el creciente apoyo internacional a Marruecos, especialmente por parte de potencias como Estados Unidos, Francia y España, además de numerosos países africanos y árabes que han abierto consulados en las ciudades de El Aaiún y Dajla, en un reconocimiento práctico de la soberanía marroquí sobre el Sáhara.
Marruecos no se ha limitado a la defensa diplomática, sino que ha aprovechado estos cambios para evidenciar la fragilidad del discurso argelino-polisario, que reclama autodeterminación en el Sáhara mientras reprime demandas similares dentro de Argelia, como ocurre con los amazigh de Cabilia o los tuaregs del Azawad. Esto pone en evidencia la doble moral y debilita la credibilidad del planteamiento separatista.
Marruecos ha demostrado una gran madurez estratégica en la gestión de este conflicto artificial, apoyándose en la legitimidad histórica y jurídica, en los principios de una negociación realista y en la eficacia de su propuesta autonómica, que desde 2007 se ha convertido en la única referencia válida para el Consejo de Seguridad. El apoyo internacional acumulado por Marruecos, frente al aislamiento de Argelia y la caída del Frente Polisario —reflejado en la retirada del reconocimiento por parte de más de 28 países africanos— indica que el fin de este conflicto está próximo, basado en una solución política realista y sólida, que implique el reconocimiento de la soberanía marroquí, la garantía de la dignidad de la población local y la preservación de la estabilidad regional frente a todo intento de fragmentación.
La conclusión objetiva que se puede extraer del seguimiento de las resoluciones del Consejo de Seguridad es que la ONU ya no considera el referéndum como una opción viable, y que la iniciativa marroquí de autonomía se ha convertido en el marco práctico y lógico para una solución definitiva. Se trata de un momento histórico que requiere consolidar los logros y capitalizar el acumulado diplomático, con vistas a una resolución duradera de este conflicto artificial que se ha prolongado injustamente, y cuya hora de resolución ha llegado.
Lahoucine Bekkar Sbaai, abogado en el Colegio de Abogados ante los Tribunales de Apelación de Agadir y El Aaiún e investigador en migración y derechos humanos
Traducción del árabe por: Abdessamad Benyaich