La ONU tiene la palabra en el asunto del Sáhara Occidental

En efecto, al confirmarse que, en las últimas 72 horas, Portugal ha tomado la decisión soberana de respaldar al plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara Occidental, el territorio más meridional del reino alauita, considerado la “base más creíble, seria y realista” para darle solución a la disputa sobre dicho territorio, y a cuya referida propuesta se han sumado una abrumadora cantidad de Naciones del globo.
Debo señalar a Estados Unidos de América, Francia y el Reino Unido –los tres, Estados miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU–, a los que debo añadir a España, país altamente ligado al proceso histórico en torno de este problema –fue la última potencia ocupante antes de que el referido Sáhara volviera a la soberanía plena y total de Marruecos, de la mano con la historia y de acuerdo con el derecho internacional, en 1975–, ha llegado, entonces, el tiempo en que la Organización de las Naciones Unidas, que ha venido abordando este asunto en el marco de su Cuarta Comisión Especial, en Nueva York, decida tomar el toro por las astas y de manera trascendental, lidere como nunca antes, la solución definitiva a este diferendo en norte de África.
La ONU está llamada a promover y afirmar la paz y la estabilidad internacionales, tal como está consagrado en la Carta de San Francisco de 1945, su tratado constitutivo, y siendo que, una enorme cantidad de países del planeta –América Latina se ha tornado en prácticamente una impresionante avalancha de apoyos políticos faltando el Perú–, se han adherido al planteamiento presentado por Su Majestad, Mohamed VI –el próximo 30 de julio cumplirá 26 años en el Trono al que accedió a la muerte de su padre, el rey Hassan II–, la ONU no puede desoír el eco de las naciones del mundo, que consideran realmente sensato y justo el plan marroquí, el que, además, cuenta con la aceptación mayoritaria del pueblo saharaui.
Ahora que en el mundo han surgido una diversidad de conflictos, creando situaciones realmente complejas y riesgosas para la referida paz internacional, dado que sigue siendo el asunto de los territorios, la génesis de la mayoría de los conflictos, a la ONU le toca zanjar aquellos problemas en los que han surgido enormes contextos de aceptación, a luz de la realidad histórica y las inmejorables circunstancias presentes.
En otras palabras, la ONU está llamada a garantizar la integridad territorial de los Estados, que será la verdadera condición para que la paz y la tranquilidad planetarias fluyan como una garantía a todo nivel. La merecen Marruecos, el pueblo saharaui, los demás países de la región del Magreb, y todo el África, pero también el mundo.
La respuesta de los países a los planteamientos de Marruecos confirma la alta credibilidad de la diplomacia marroquí que no ha hecho otra cosa que cumplir escrupulosamente el mandato de su monarca que, al cabo de los 26 años transcurridos desde su entronización, se ha convertido en un auténtico estadista.
Miguel Ángel Rodríguez Mackay, excanciller del Perú e Internacionalista
Artículo publicado en el Diario expreso