Y de los ciudadanos de Madrid, ¿quién se ocupa?

Las revoluciones que han cambiado la vida de los pueblos, siempre se han hecho en base a consignas sencillas. Lenin y su grupo bolchevique destronaron el zarismo con tres palabras, PAN, PAZ y TIERRA. Los rusos tenían hambre, morían a millares en una guerra que no era la suya y eran simple mercadería para los ricos feudales. TIERRA y LIBERTAD fue suficiente para levantar al pueblo mexicano, que recobró la soberanía popular y consiguió hacer de México el país más próspero de Hispanoamérica en su tiempo. LIBERTAD, IGUALDAD y FRATERNIDAD, consiguieron acabar con una monarquía despótica en Francia, dar paso a millones de mujeres y jóvenes, y permitir que los miserables fuesen ejemplo para el mundo civilizado. TIERRA, ALFABETIZACIÓN y PODER POPULAR, hicieron posible que Mao movilizara millones de personas, y creara las bases para la modernización del país más poblado del planeta. Las palancas que cambian el mundo no son los debates ideológicos, ni las polémicas interminables de buenos y malos; son los objetivos que unen a millones.
Viniendo a lo nuestro. Lo que está pasando en Madrid antes de las Elecciones del 4 de mayo, parece un bochornoso sainete, en el que los protagonistas se satisfacen mirándose el ombligo y se afanan en descalificarse unos a otros. Tirios y troyanos sacan a relucir que si usted apoya a los dictadores (sea Franco o Hugo Chávez), que si usted ha dejado a la gente morir en los hospitales o en las residencias (Ayuso como presidenta, o Iglesias como responsable gubernamental), que si usted se dedica a provocar a la gente o a reventar actos públicos. En una palabra, gana el que grita más, y el que mejor jalea a sus falanges.
En la actual movida madrileña se ha escuchado poco o casi nada, qué quiere el pueblo de Madrid, qué le preocupa, a qué aspira. Vista la catástrofe que vive el país resultado de la pandemia, hay tres palabras que movilizarían a los madrileños: PAN, TRABAJO y VIVIENDA. La cesta de alimentos se ha reducido a los límites del hambre; cientos de miles de ciudadanos han perdido empleos, negocios y oportunidades laborales; la vivienda digna, o simplemente un lugar donde puedan emanciparse de sus familias cientos de miles de jóvenes, escasea o es inexistente.
La suspensión de los debates en los medios públicos de comunicación, es un error político garrafal, pasible de ser llevado a los tribunales. El Estado, a través de sus radios y televisiones, tiene la obligación de invitar a los políticos para que digan a los madrileños cómo van a hacer frente a estas necesidades, Pan, Trabajo y Vivienda. Para eso pagamos nuestros impuestos. Y si algún partido o candidato, no quiere participar, allá él. No se puede penalizar a millones de madrileños, por las peleas de gallos en el corral. A la inmensa mayoría de la gente que vive en la Comunidad le preocupa muy poco si las balas de Iglesias y Marlaska eran de verdad o de mentira, si los otros partidos se declaran solidarios con el invisible expresidente del Gobierno de España, o si le piden que se vaya y se deje de pamplinas. Lo que a los ciudadanos les preocupa y el motivo de su inclinación de voto el 4-M es cómo va a ser su futuro, el de sus hijos o el de sus mayores. Es cierto que habrá un 20% o un 25% de madrileños incondicionales de sus partidos, que irán a votarlos, aunque caigan chuzos de punta. Pero las tres cuartas partes de los ciudadanos esperan ver cuál será su futuro. Tienen todo el derecho a obligar a los partidos a que se expliquen.