Sudán puede volver a ser un apestado

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A la comunidad internacional le ha cogido por sorpresa el golpe de Estado en Sudán, encabezado por el general Abdel Fattah  Abdelrahman al-Burhan. Él mismo encabezaba el Consejo de Soberanía, la institución encargada de completar la transición del país hacia la democracia tras la evicción en 2019 del dictador Omar al-Bashir. El citado Consejo compartía el poder con un Gobierno provisional compuesto por civiles, a cuyo mando estaba el primer ministro, Abdallah Hamdok.

Al-Burhan actuó conforme a la pauta de comportamiento clásico de un golpista militar, procediendo a detener a Hamdok y a la mayor parte de los ministros, a los dirigentes de varios partidos políticos y a teóricos sospechosos de estar maquinando supuestamente iniciar una guerra civil en el país. Al mismo tiempo, el general tampoco dudó en movilizar a diversos batallones para ocupar los enclaves y edificios estratégicos, detener a los que se resistieren y reprimir sin contemplaciones a quienes intentaren manifestarse. El saldo al cabo de las primeras treinta y seis horas del golpe ya arrojaba una decena de muertos, doscientos heridos y medio millar de arrestados.

El escenario ha causado una enorme irritación tanto en la Unión Europea como en Estados Unidos, financiadores ambos del proceso de transición e impulsores por lo tanto de la vuelta de Sudán al seno de los países dignos de ser ayudados para salir del subdesarrollo. En efecto, de terminar consumándose el golpe, Jartum retornaría al pelotón de países apestados, indignos de recibir el beneplácito político y los fondos económicos necesarios para integrarse en una comunidad internacional de países democráticos, aun cuando cada uno de sus miembros tenga sus propias peculiaridades.

La propia Unión Africana ha suspendido a Sudán de sus instituciones mientras no reponga el proceso democrático y reinstale al Gobierno provisional de Hamdok a la cabeza del mismo. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, lo ha dejado claro por escrito: "No queremos que Sudán vuelva a las horas más sombrías de su historia”, al tiempo que ya ha comunicado al general golpista que la UE tendría que suspender el flujo de ayudas económicas con las que facilitaba el desarrollo del proceso de transición. Otro tanto se lo plantea Estados Unidos, cuyo secretario de Estado, Antony Blinken, comunicó a Jartum el replanteamiento de “su ayuda al pueblo sudanés en su transición hacia una democracia conducida por civiles”, una frase en la que cada palabra está muy sopesada, y solo cabe interpretarse como una seria advertencia al general Al-Burhan. Para demostrarlo, Estados Unidos, el mayor contribuyente del Banco Mundial, apoyó sin matices la decisión de éste de suspender de momento la ayuda aún no entregada de 700 millones de dólares a Sudán.

De aquí al sábado los acontecimientos pueden precipitarse y clarificarse en el buen o el mal sentido. La oposición al golpe de Estado ha anunciado una gigantesca “manifestación de un millón de personas” para demostrar el aislamiento de los militares golpistas respecto de la sociedad civil. Si Al-Burhan se mantiene en sus trece e incluso procede a reprimirla violentamente, será difícil la reinstauración del proceso hacia un régimen democrático.

Se complicaría entonces aún más el panorama geopolítico en el noreste de África, donde la disputa entre Egipto, Etiopía y el mismo Sudán por el agua del Nilo puede desembocar en una guerra con muy serias implicaciones para todo el vecindario mediterráneo y del Próximo Oriente. Rusia y China, por su parte, dispondrían de un escenario lo suficientemente complicado y de gran importancia geoestratégica para echar su cuarto a espadas, y sus derivadas hacia el Cuerno y el sur de África provocarían nuevos y graves sobresaltos en el continente.

Mientras tanto, el exdictador Omar al-Bashir seguiría esquivando su presencia ante el Tribunal Penal Internacional, al que Sudán debería haberlo entregado ya, pero a lo que se oponía precisamente una parte sustancial del Ejército sudanés frente al criterio del Gobierno de civiles ahora depuesto.