¿La religión derrama sangre? (I)

Islam
Islam
(Extracto del libro “Asesinato en nombre de Dios” de Hazrat Mirza Tahir Ahmad, IV Jalifa Supremo de la Comunidad Internacional Ahmadía del Islam)

¿Comienza nuestra historia con la maldición de Caín? Es un sangriento relato de muerte, asesinato y tortura en todo caso. Tanta ha sido la sangre derramada a través de la historia que podría pintarse todo el universo de rojo con ella y, aun así, sobraría mucha. ¿Cuándo dejará el hombre de matar a sus semejantes? ¿Cuándo se saciará su sed de sangre?

Hazrat Mirza Tahir Ahmad
Hazrat Mirza Tahir Ahmad

Unas veces se derramó sangre en nombre del honor, otras, en nombre de venganzas por supuestos errores.

En algunas ocasiones, hordas hambrientas invadieron pacíficas tierras en busca de alimento y, en otras, en busca de la dominación del mundo. Pero en su mayor parte, la sangre del hombre, creado a imagen de Dios, se derramó en nombre de su Creador. La religión se utilizó como una excusa para el asesinato en masa.

Contemplando este aspecto de la naturaleza humana cabe preguntarse si la humanidad no es una de las especies más despreciables y crueles de la tierra. Uno espera que la religión enseñe al hombre a ser civilizado, sin embargo, la religión en sí misma está manchada de sangre. Este hecho recuerda el incidente acontecido en el momento de la creación de Adán (as) descrita tanto en el Corán como en la Biblia. El Corán dice:

Y cuando tu Señor dijo a los ángeles: "Estoy a punto de designar un vicario en la tierra", dijeron: "¿Vas a situar en ella a quien cree el desorden y derrame la sangre? Y nosotros te glorificamos con Tus alabanzas y exaltamos Tu Santidad". El respondió: "Yo sé lo que vosotros no sabéis" (2.31).

Este diálogo entre los ángeles y Dios es desconcertante porque ningún libro sagrado pretende demostrar que los ángeles tuvieran razón. Si fue así, ¿por qué Dios declinó aceptar sus "consejos" y se mantuvo en contra de la objeción a Su plan? Fue, de hecho, una objeción a la profecía en sí y, en el fondo, a la condición de profeta del Sello de los Profetas, que es Muhammad (lpbD).

La historia de la religión en cualquier parte del mundo, y en todo momento, es la historia de la tortura, la represión, la ejecución y la crucifixión. Es descorazonador descubrir que la religión, que se supone debe ser el último refugio de paz en un mundo de guerra y conflicto, es un motivo de destrucción y derramamiento de sangre. Sin embargo, la religión en sí no es la verdadera causa de los asesinatos en masa, y es un error creerlo así. No se dio la religión al hombre para inducirlo a matar.

Cuando uno descubre con una mezcla de satisfacción y sorpresa que Dios no dio la religión con este fin, uno recibe un rayo de esperanza. El vicario de Dios, cuya creación cuestionaban los ángeles, era verdaderamente un gran reformador. La religión que él predicó fue llamada Islam, la religión de la paz.  La pregunta sigue viva: ¿por qué a primera vista la historia nos trasmite la impresión de que la religión autoriza el derramamiento de sangre y el asesinato en nombre de la paz? El Corán puntualiza de forma muy clara por qué una mirada precipitada a la historia puede conducirnos a tal conclusión. Y recurre al pasado para demostrar que los que perpetúan la brutalidad en nombre de la religión, o son antirreligiosos, o son personas cuya religión ha sido corrompida. Existen también líderes religiosos que no poseen ni bondad, ni compasión, ni misericordia, ni piedad. Seamos honrados, son hipócritas con un desenfrenado deseo de poder. Han hecho de la crueldad su norma. Supondría una gran equivocación asociar la religión a las fechorías de dichos hombres. La única verdad es que Dios, Fuente de toda Misericordia, no permite a los seguidores de ninguna religión oprimir a Su Pueblo. 

El Corán cita numerosos ejemplos históricos que corroboran lo anteriormente expresado. El Corán describe cómo la vida de los primeros profetas supone un ejemplo de reforma religiosa o de predicación. Si Dios hubiese permitido la fuerza física, entonces, con toda seguridad, los fundadores de todas las religiones la habrían aprobado. Está meridianamente claro, que el uso de la fuerza está prohibido. Los seguidores que llegaron después de los profetas y predicaron mediante el uso de la fuerza, o heredaron una religión corrompida por el tiempo, o eran corruptos. Utilizaron la fuerza en nombre de la religión, aunque su religión se opusiera al empleo de esta.

Jamás un dictador ha podido escapar a esta lógica. Los hechos históricos confirman que la espada nunca ha gobernado, ni gobernará, los corazones de los hombres. Si el cuerpo humano puede ser sojuzgado por la fuerza, el alma humana no. Creer es propio del corazón. La naturaleza humana nunca cambia. Los inocentes sentenciados a muerte en nombre de la religión, por los que no la comprenden, seguirán alzando su voz contra esta injusticia. Ellos harán siempre la misma pregunta: ¿Queréis que nos dejemos prender por las creencias que nuestra inteligencia ha rechazado? Siempre que se ha hecho esta pregunta, los enemigos de la religión, por todo el mundo, han acusado a los profetas de apostasía y los han condenado a muerte. Se inventaron torturas y castigos inhumanos... La historia de la violencia nunca tiene fin.

Haciendo referencia a la historia de las religiones, el Corán demuestra que los profetas y sus seguidores fueron víctimas de la violencia, víctimas que, sin embargo, aceptaron con paciencia la brutalidad. Más allá de las creencias, está el hecho de que las personas que cambian de fe pueden ser torturadas en nombre de la religión; y los profetas de Dios, que son enviados para convertirnos, tampoco pueden aceptarlo, ya que dejaría sin contenido su propia misión. El Corán también relata cómo son castigados los seguidores de un profeta por abrazar la fe, no sólo a lo largo de su vida, sino cientos de años después de su muerte. Dios no justifica tal opresión.

(lpbD) – que la paz y las bendiciones de Dios sean con él.

(lpD) – que la paz sea con él.

(Continuaremos este discurso en la siguiente entrega: “¿LA RELIGIÓN DERRAMA SANGRE (II)?”