Un Barça sin oficio ni beneficio arruina su imagen ante el peor equipo de la Champions
El partido en Amberes que cierra la histórica fase de grupos de la Champions League después de 30 años resultó una pesadilla. Que el equipo estuviese clasificado para octavos de final después de dos años cayendo a la Europa League en diciembre ya era suficiente para Xavi, pero lo que no se esperaba el técnico es que la caja de los truenos se abriese en un partido intrascendente ante el peor equipo de la competición que no había sumado puntos en cinco partidos.
La convocatoria para ese partido ya fue un problema para el técnico que sufrió las filtraciones de la directiva a Rac1 de que Joan Laporta había pedido que se incluyese en la lista a Lewandowski, Gündogan y Araújo, que no estaban citados en un principio. Xavi balbuceó en la rueda de prensa previa al partido ante esta información y comentó que la lista fue “consensuada” con Laporta y Deco. El nuevo director deportivo dijo minutos antes del choque que las convocatorias son responsabilidad de Xavi y desvió el interés hacía un supuesto cambio logístico para dormir una noche más en Amberes.
Por si eso no fuera suficiente, Xavi tuvo que admitir que Lewandowski y Gündogan viajaron al último partido de Champions porque le habían dicho que estaban en condiciones de jugar. El desgaste al entrenador por parte del club es parte de la autodestrucción que vive el Barça desde hace tiempo. La otra lectura que se hace de esta situación es que Deco ha sido el Pepito Grillo que le hacía falta a Laporta para forzar la salida de un entrenador al que nunca quiso.
A todo esto, los jugadores viven en su mundo y a la defensiva siempre. “Nos quieren destruir” fue la frase de Ferran Torres cuando acabó el partido. Un jugador áspero con los medios que se puso del lado de ese barcelonismo ofendido permanentemente y que culpa al entorno de todos sus males.
La derrota deja a Xavi como el peor entrenador el Champions del Barça con un 40 % de derrotas. Incluso Koeman tiene mejores números. El entrenador catalán sigue con ese mantra de que el equipo está en construcción y recuerda que vienen de jugar y caer en Europa League las dos últimas temporadas. Lo que no recuerda Xavi es que los dos batacazos europeos fueron con él en el banquillo y que el Girona de Michel empezó a construirse cuatro meses después de su Barça y ahora es líder de Primera y que con ese juego que tanto anhela Xavi le metió cuatro goles en Montjuic.
No hay nada que sujete a Xavi en el Barcelona. Solo una indemnización millonaria que el club no puede pagar y menos ahora que han perdido 2,8 millones de euros tras la derrota en Champions. Un dinero que ganarán cuando viajen a Texas tras el último partido del año a jugar un partido amistoso por el que se embolsarán 4 millones de euros y que nadie quiere jugar en el club. Solo Laporta.
El batacazo en Champions muestra las costuras de un equipo roto. Los jóvenes van un por un lado y los veteranos por otro, en clara disidencia con Xavi. De Jong pasea por el campo, Lewandowski se ha dejado ir y ante el Amberes ni remató a puerta y Gündogan es capaz de salir ante los medios a decir que las derrotas no duelen y cuando se pierde hay compañeros que prefieren subir fotos a Instagram.
La autodestrucción del Barcelona es digna de estudio. Ya con Messi y Bartomeu pasaban cosas extrañas que se han confirmado con la llegada del todopoderoso Laporta que se atreve a meter la mano hasta en las convocatorias.
El Barcelona estará en el bombo 1 del sorteo de Nyon del próximo lunes. Eso es todo lo que le interesa al soçi que vive anestesiado desde hace años y que ni Messi, ni Negreira, ni Laporta, ni Xavi, ni que la Generalitat les impida ducharse en su propio estadio... le afectan. Solo protegerse de una supuesta conspiración que quiere acabar con ese club desde todos los estamentos. Habrá un día en el que no queden excusas que dar, entonces tendrán que mirar dentro y señalar culpables.
