Chema Rubio: “Nadie pidió cuentas a Luis Rubiales hasta que besó a Jenni Hermoso”

El beso de Luis Rubiales como presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) a Jennifer Hermoso, jugadora de la selección española, en la celebración inmediatamente posterior a la conquista del Mundial de Fútbol femenino desató la polémica social y política.
Lo que fue una simple anécdota al principio, fruto de la excesiva alegría y efusividad derivada del gran logro deportivo alcanzado, se convirtió en una cacería social y política contra Luis Rubiales, que acabó fuera del cargo presidencial e inmerso en un proceso judicial por una supuesta agresión sexual.
Atalayar conversó con Chema Rubio, periodista de El Debate, para hablar del libro “¡La que ha liado Rubiales!” Un ensayo interesantísimo sobre todo el procedimiento de este caso que terminó con el linchamiento de Luis Rubiales, dentro de un proceso turbio tanto en los medios como en las altas instancias políticas y deportivas. La que ha liado Rubiales, nunca mejor dicho.
Preséntanos este ensayo sobre la caída de Luis Rubiales tras el beso a Jenni Hermoso, de cara a atraer a todos a leerlo.
Se pueden imaginar los lectores y mucha gente aficionada y no aficionada al fútbol que la selección española de fútbol femenino ganó un Mundial contra todo pronóstico y apenas profesionalizado, que esto era un mérito enorme de Luis Rubiales por la apuesta por el fútbol femenino.
La portada del libro no es una foto con derechos, es un pantallazo, como muchos medios hicieron de ese momento que no se captó, en el que da un beso en la boca a una de las jugadoras. No era la que metió el gol de la final, esta tuvo poca trascendencia, Olga Carmona, y este beso pisó el callo que menos tenía que pisar de un Gobierno que protegía a Luis Rubiales desde que llegó al cargo.
Cuando llegó al cargo le dijo al presidente Pedro Sánchez que él es socialista, que su padre lo fue también, él vende esa imagen de socialista y el Gobierno le protegía porque daba equilibrio frente a Javier Tebas, el presidente de LaLiga.
A pesar de los problemas por los negocios con Arabia Saudí con Gerard Piqué y de mensajes a Pedro Sánchez no pasó nada con él, pero llegó un momento en el que se produjo el beso a una jugadora en la boca, el Gobierno estaba en un momento de llegar a la Presidencia con unos partidos políticos independentistas, con la extrema izquierda y sus leyes de la mujer, bastante retorcidas algunas, y era el momento perfecto para correr una cortina de humo, con un humo muy denso, para que no se hablase de esas conversaciones con los independentistas y de esos hombres sentenciados por casos de agresión sexual por la ley del Sí es Sí. Se dijo: “Vamos a justificar esa ley con ese beso”.
Que alguien me diga si ese beso es equiparable a casos complicados y dramáticos de violencia de género.

Un éxito deportivo se convirtió en una cacería política y social a esta persona que cometió este error.
De hecho, ahí me lanzo a escribir el libro. Creo que todos, incluidas las mujeres que podemos tener a nuestro alrededor, vieron esto como un “Se ha pasado…”, “Qué hace…”. Igualo a Luis Rubiales en el libro a Torrente, al personaje de la película de Santiago Segura, un poco chabacano, de formas rudas. ¿Podía haber perdido el puesto por eso en un país en condiciones normales? La respuesta es sí. Pero él nunca lo habría perdido por esto. Tenía gente y prensa que le protegía desde el Gobierno y a su alrededor.
Pero, de repente, había unos políticos sentenciados que no iban a seguir en el Gobierno, como Pablo Echenique o Irene Montero, que no sabían qué hacer con su futuro y que vieron esto con su prisma de defensa extrema a la mujer, que no ha hecho grandes favores en los últimos tiempos para justificar unas determinadas leyes. Una persona que acabaría pidiendo perdón y manteniéndose en el poder fue sometido a una cacería. A las seis u ocho horas de que hubiese pasado el hecho, ya estaba montada la cacería política para acabar con él.

Poco después de la final se tomó esto como una anécdota, aunque la bola fue creciendo y se generó una espiral en torno a que eso no podía permitirse.
Exacto. El titular de “¡La que ha liado Rubiales!” viene por una presentadora de La Sexta que de manera natural dice “la que ha liado Rubiales” en un gesto espontáneo, pues casi todos los medios y casi toda España pudo pensar eso, pero la visión retorcida de que esto era una agresión sexual no la tuvimos.
Me refiero a esa cadena de televisión porque fue la que dio un giro dramático en horas. Fueron a por Rubiales, que debía dimitir.
Cuando empiezo a escuchar tertulias y leer sobre el asunto, veo el posicionamiento de periodistas de ir a por él. En horas se cambia la mentalidad, en horas aparecen videos de la jugadora diciendo que no le había gustado, pero esto no daba para más. La maquinaria era muy dura y echó a correr rápido.
En el libro hablas de otros escándalos o episodios oscuros de Luis Rubiales como presidente de la RFEF, pero consentidos por su buena relación con el Gobierno socialista, que no le hicieron caer. Pero este último episodio, unido a la presencia de un Ejecutivo socialista con determinados socios, le hace caer.
Sí, porque recordemos, por ejemplo, a Rubiales en rueda de prensa diciendo que su hermana le rompió las piernas de pequeño, que él era una persona humilde de Motril; una rueda de prensa esperpéntica para justificar no solo que la Supercopa se llevase a Arabia Saudí, algo que incluso era solvente para la Real Federación Española de Fútbol y para las federaciones territoriales, que estaban muy contentas de recibir ese dinero que viene de Arabia, porque hay que pensar en el fútbol de abajo, un dinero que le viene de la Federación.
Todo el mundo estaba contento, pero se descubren y se filtran ciertos datos turbios y todo apunta a que su tío Juan Rubiales, en el libro se refleja el episodio, filtra las conversaciones con Piqué, los mensajes al presidente del Gobierno, los intentos de comunicación con el rey Juan Carlos, todo eso te podría costar el puesto. Él sale, corre una cortina de humo, gira todo a cuando era pequeño, a cualquier cosa, intenta contar todo a su manera, se quita la parte del sueldo que venía por estas cosas y ya está.
Nadie le pidió cuentas hasta que besa a una jugadora en un acto donde antes había abrazado a la reina Letizia y se había tocado sus partes en el palco a metros de la infanta. Pidió perdón por ello, pero no molestó tanto al Gobierno y a la opinión pública como lo del beso a Jenni Hermoso.
Él se cerró en banda y no dimitía, pero la presión fue tal que esa resistencia no fue a ningún lado.
Fue extraño, una rueda de prensa convocada en agosto con calor, muchos periodistas en Las Rozas, sede de la RFEF, todo preparado para su dimisión y momentos antes se empieza a filtrar que no va a dimitir y hace otra alocución que pasará a la historia por lo que significó, en la que repite hasta cinco veces que no va a dimitir.
Deja alucinados a todos, deja al Gobierno sin capacidad de intervenir, recordemos que el Ejecutivo solo puede intervenir en la RFEF a través del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAD), y, entonces, se produce una situación alucinante. Tiene que entrar la FIFA, que le suspende y en un día anduvo más camino que el Gobierno en semanas. Le suspendió y a partir de ahí desaparece. Aunque su idea era mantenerse hasta el último momento, ya que él creía que no era para tanto.
Y más teniendo en cuenta el éxito deportivo que se atribuye a la RFEF porque objetivamente la Federación, bajo la dirección de Luis Rubiales, apoyó mucho al fútbol femenino y a la selección, logrando un éxito rotundo a pesar de que hubo un problema entre las jugadoras y el seleccionador. Luis Rubiales solventó eso a su manera, puso muchos medios para las jugadoras y debió molestarle mucho el hecho de que un error, que era grave de cara a la galería, le costase el puesto cuando se había hecho tanto por el fútbol femenino.
Hice una labor de investigación sobre qué hizo Ángel María Villar, el anterior presidente de la RFEF, por el fútbol femenino, encontré una rueda de prensa de 2003 anunciando un comité de apoyo al fútbol femenino y el hecho de decir que su mejor recuerdo es un subcampeonato del mundo de la selección femenina, eso es lo único que se había hecho y mantener a Ignacio Quereda como seleccionador, un tipo que tenía un trato con las jugadoras totalmente deleznable.
Rubiales, a su manera, apuesta por el fútbol femenino. Al llegar al cargo, también lo recojo en el libro, apuesta por el fútbol femenino y el resultado es un campeonato del mundo. El resultado es perfecto. También es verdad que al seleccionador Jorge Vilda las jugadoras no le quieren, sus maneras no son las adecuadas. Vilda acaba saliendo de la Federación por las presiones de las jugadoras, como otras personas, eso enfada incluso al fútbol masculino. Pero Rubiales, a su manera, había puesto los medios para llegar hasta allí: contrato diferente con Adidas, camiseta propia…
La ola de presión feminista excesiva, lo cuento en el libro, llegó al fútbol femenino. Había un crecimiento natural del fútbol femenino en ese momento y se agradeció el impulso de Luis Rubiales. De ahí que se negase a irse por este beso, pero había poderes más fuertes.

Comentando los cuestionables métodos de Luis Rubiales en otros ámbitos que no le costaron el puesto, rescatas episodios de la RFEF con el fútbol sala, disciplina que conoces bien. Un apartado que puede atraer también a los lectores a tu libro.
Alguna vez llegará un libro exclusivamente dedicado al fútbol sala en cuanto a sus relaciones con la RFEF. Estuve años trabajando con la Liga Nacional de Fútbol Sala y conocía el entramado que había ahí. Pude hablar con Ángel María Villar y cómo en 1989 llegó y José María García reventó el fútbol sala en su momento porque no le gustaba que su equipo, el Interviú, perdiese dinero; eso lo arregló la LNFS y llegó a controlar la competición, siendo dependiente de la RFEF. Esa relación, tras 32 años, fue tan perfecta que se ganaron dos Mundiales, un montón de Europeos, y equipos como Movistar, ElPozo, Barcelona o Palma ganaron en Europa.
Llegó un momento en el que la LNFS tenía esa imagen tan buena que Javier Tebas, presidente de LaLiga, compró los derechos para su plataforma. Pagó un millón de euros por temporada, cinco millones en cinco temporadas, y 30 años después llegó José María García para reclamar ese dinero para su equipo, eso está contrastado y contado. Tebas le dice que ese dinero va a ser para repartir entre todos, José María García se enfada y entra en escena Luis Rubiales. García le dice que el fútbol sala está en manos de LaLiga de Tebas y Luis Rubiales le dice que eso no puede ser. Entonces, se encuentra un resquicio legal para llevar el fútbol sala desde la LNFS a la RFEF y a partir de ahí el fútbol sala pasa a la clandestinidad.
¿Cuál fue el problema? Que hubo ahí un enfrentamiento personal con Javier Tebas, muy delicado. Hasta el punto de que cuando entran a robar en casa de la madre de Luis Rubiales este “desliza” que puede ser el entorno de Javier Tebas el que hizo algo así. Evidentemente, fue una acusación durísima.
Se cuentan las tramas de Luis Rubiales para quitarle el fútbol sala por un asunto puramente personal con Javier Tebas. El fútbol sala ahora es algo clandestino que se ve raramente por televisión y el dinero no llega, los equipos son amateur y no se van a profesionalizar así.
Parece ser que con Pedro Rocha ahora como presidente interino de la RFEF pueden llegar a un entendimiento, pero es complicado.

Hablas también en el libro de las singularidades de la RFEF, siempre controvertida, con la transición del expresidente Ángel María Villar a Luis Rubiales.
Muy singular, sí. No viví la época anterior de Pablo Porta, pero se escucha muchas veces a José María García destapando problemas de la Federación, hasta que llegó Villar.
He tenido la suerte de pasar muchas horas entrevistando a Ángel María Villar y su forma de trabajar era delegar demasiado. Y esa forma de dirigir quizá le trajo sus problemas. La justicia dirá si se llevó o no se llevó y si es culpable o no. Pero él delegó mucho y de ahí llegaron problemas.
En el libro se cuenta que gente que estaba alrededor de él, como Andreu Camps, movieron los hilos para que la sanción que iba a caer sobre Villar por favorecer a unos equipos en el ascenso no llegara a producirse. También se cuenta que parece que hubo una intención más política que otra cosa para sacarle del poder porque no hay una condena efectiva. Él tiene bloqueadas sus cuentas, apenas tiene ingresos directos; mientras, es un hombre querido en el fútbol y está invitado por UEFA y FIFA a eventos. No tiene problemas para hablar con la prensa, pero, en su momento, cuando se le acusa de ser déspota con los medios responde que era el presidente que más periodistas tenía contratados para contar lo que se hacía en la Federación. El hecho de que él no se relacionase con los medios era su problema y quizás un problema grande, pero la justicia dirá si lo que pasó con Villar es digno de sentencia o no.
El caso de Rubiales era más evidente porque lo que hacía lo hacía de manera abierta. Porque José Manuel Franco, según publicaron varios medios, le protegió incluso de ir al Congreso a dar explicaciones sobre la Supercopa de Arabia Saudí. El Gobierno le quería tener en su entorno y él tenía sus portavoces en diversos medios para defenderle, todo muy burdo, pero era su forma de trabajar.
Las jugadoras de la selección lograron un éxito en el campo, pero el comportamiento fuera de él no fue quizá tan ejemplar. Luis Rubiales intentó darles las mejores condiciones y luego ellas le sentenciaron por este episodio y también empezaron a poner todo tipo de exigencias a la RFEF. ¿Qué opinas?
Parece que todo eran problemas. Piden la destitución de Ignacio Quereda, piden perdón por haber pedido su destitución, destituyen a Quereda, ponen a Jorge Vilda, no quieren a Vilda porque había trabajado con Quereda, ponen problemas por Vilda, hacen un motín y deciden no ir a la selección, la Federación les pone en su sitio, más por Andreu Camps que por Luis Rubiales, y se les dice a las jugadoras que o acuden o se convoca a otras. Vilda convoca a otras, unas pocas piden perdón y vuelven…
Ha sido una relación complicada desde siempre. Ahora se sabe sobre el tema de puertas abiertas, la revisión de bolsos…. Eso es dañino para las jugadoras, pero el hecho de que las jugadoras no contasen abiertamente lo que les pasaba era malo; no ha llegado a saberse qué pasaba exactamente con Vilda y Rubiales y el comportamiento de estos hacia ellas. Se podrían haber quejado abiertamente y no a través de subterfugios. Había imágenes de Rubiales celebrando el Mundial agarrando a las jugadoras de los muslos, con besos en el cuello, etc… Eso está mal y debería haber sido denunciado.
Ellas aguantaron quizás en exceso y ahora ha salido un montón de gente de la Federación por presión de las jugadoras y no se puede echar así a la gente de un trabajo sin motivo. Por ejemplo, Pablo García Cuervo es un periodista muy cercano a los jugadores y a las jugadoras de la selección española y se presionó para que se le echara. Mientras, él ha contado que no le dieron un motivo para echarle. Esa relación es complicada. Con la actual seleccionadora Montse Tomé la relación va a seguir siendo complicada porque no es de su cuerda tampoco y no sabemos si estarán de acuerdo con una sentencia de condena a Rubiales, si eso será suficiente.
¿Qué esperas del juicio por la supuesta agresión sexual?
Ese es el final del libro y creo que es muy evidente que va a ser causa social. No sé si llegará a la calle. Bastante tenemos con otros problemas, como el de los agricultores.
Si el caso acaba siendo sobreseído o la condena es pequeña, puede haber problemas. Suerte que Podemos no está en el poder y no agita la calle y quizás esto no está en la agenda ahora mismo. Pero si la condena no es fuerte habrá un disgusto generalizado para todos aquellos que quisieron crucificar a Rubiales.
Si el juez tiene algo más de claridad puede decidir no seguir enfrentando a mujeres con hombres en actos como este, cuidado, como este, como es un simple beso, frente a otros muy graves que deben ser condenados. Si no lo queremos igualar con casos de violencia muy dramática que deja a mujeres y familias muy afectadas, este caso debería quedarse en un segundo plano. Esto no se hace y eso se aprende en el colegio, ahí se aprenden las normas cívicas de convivencia y que un juez tenga que decir que eso es una agresión pues muestra que la sociedad está perdiendo unos valores. Es que esto no debe suceder y si sucede lo normal es dimitir e irse, pero si tienes que acudir a la justicia en este caso, pues me parece mal. Va a ser una sentencia muy complicada de dar y no me gustaría estar en el papel del juez.

¿Qué prevés que ocurra con la RFEF y con Pedro Rocha?
No tengo más nombres para la Federación que Rocha. Se presenta Carlos Herrera, que puede ser una figura diferente. Pero esto no son unas elecciones generales o municipales en las que una persona diferente puede tener suficiente con la imagen porque vota la gente en general. Aquí no vota todo el mundo, votan federaciones territoriales, vota el fútbol no profesional, votan árbitros, doce representantes del fútbol sala. Tienes que ganarte a toda esa gente como hizo Luis Rubiales en su día. Recorrerte España para hablar con todos.
¿Comprar el voto? Pues no sé si comprando el voto. ¿Prometiendo cosas a cambio del voto? Pues si las prometió y cumplió es que es así como está montado todo esto. Que quieran votar todos los que tienen una ficha en España implica que son millones, no sé si se podría hacer. Pero, de momento, tal y como está montado el sistema, no creo que haya otro nombre sobre la mesa que no sea Rocha. Me parecería imposible. A no ser que el Gobierno ejecute un plan malévolo para sacar a alguien, incluso una mujer, y ponerla al frente. Pero esto es diferente, es un mundo aparte.
¿Fue Jenni Hermoso un arma utilizada por la izquierda para sus intereses políticos y la selección femenina otra utilizada por el Gobierno socialista?
Yo creo firmemente eso. Desde que entró en el avión rumbo a Doha, ahí empiezan a moverse a su alrededor, en su cabeza, no sé si es una chica más o menos formada, me da igual. El caso es que ella, en una acción natural al poco del suceso, le da la importancia justa. Es cierto que se siente dolida, pero le meten en una dinámica…
En el libro cuento la existencia de una sindicalista del fútbol femenino que hace flaco favor a las chicas en relación con tenerlas siempre enfrentadas con las patronales. Jenni Hermoso se va dejando llevar y se pone en un papel contrario a Rubiales porque este ejerce una presión innecesaria sobre ella, envía a Albert Luque y a Jorge Vilda a hablar con su hermano, con su familia… Si ella quiso protegerse con la ley y con el feminismo contra eso, pues también estaba en su derecho. Pero fue manipulada, dio unas Campanadas incluso cuando la autora del gol definitivo para lograr el Mundial fue Olga Carmona. ¿Da las Campanadas porque es imagen del feminismo? Pues es una pena andar así porque la que metió el gol y la que nos dio un Mundial fue Olga Carmona.
Jenni Hermoso fue totalmente manejada y fue portada de revistas, pero ella, como buena futbolista, debería ser portada por su valía como jugadora, que no se lo ha regalado nadie, pero lo es porque se vio metida en esta vorágine y se dejó llevar.

¿Alguna reflexión más?
Hay un personaje muy interesante que es Juan Rubiales, el tío de Luis Rubiales, que es el que mueve los hilos desde dentro, el que ve todo lo que pasa. Era un periodista contrastado y de altura de Antena 3 al que le pasa algo que podrán leer en el libro, muy complicado a las puertas de la cárcel cuando empiezan a meter en prisión a personas por el famoso referéndum ilegal del 1 de octubre. Se empieza a meter en la cárcel a los políticos catalanes, él está en una cárcel de Madrid, le sucede un hecho muy grave, debe abandonar el periodismo y su sobrino se lo lleva la Federación, cuando llega a la Federación lo que ve allí parece que lo filtra, lo denuncia ante el fiscal porque ve cosas fueran de la ley, parece ser que tiene que tapar cosas de Luis Rubiales incómodas y complicadas, las cuenta dando dos o tres entrevistas, no quiere más luces, está retirado, pero es una de las gargantas profundas que arrojó algo de luz. Aunque, insisto, no fue suficiente para echar a Luis Rubiales.
Si su tío filtró, que una sentencia dice que filtró, y nadie hizo nada contra Luis Rubiales, al final todo cae por un beso. Cae por un beso frente al Gobierno socialista. Ahí empiezo el libro con una frase de Alfonso Guerra y una ley de violencia de género que debería haber sido mucho más útil para las mujeres que sufren violencia de género, mientras apenas se ha hecho nada por ellas porque siguen muriendo muchas. A esa ley injusta que diferencia entre hombres y mujeres se le suma la ley del Sí es Sí hasta el punto de poner a violadores en la calle; al final no se hace nada bien por la mujer, solo enarbolar un feminismo que es falso feminismo, y ahí sí le doy la razón a Rubiales. La mujer llevaba mucho tiempo entrando en la sociedad por su valía y cualidades y ahora las leyes “obligan a” y todo lo que sea “obligar a” no es bueno.