La segunda fase de la pandemia del coronavirus entra en escena en el mundo del deporte. Las grandes ligas europeas limitan tímidamente la afluencia a los recintos deportivos. Inglaterra no tiene previsto suspender sus mediáticas jornadas de Navidad ni mucho menos el Boxing Day. En España las comunidades autónomas lidian con el Gobierno para imponer sus restricciones y LaLiga ha reforzados sus protocolos. Nada es como era porque aquello fue una crisis que no quieren que se repita. Los países lo fían todo a las vacunas, aunque los contagios de ómicron se disparan en Europa. De momento, el público no va a salir en masa de los estadios, aunque Alemania ya los haya vaciado.
La Copa de África se disputará en Camerún del 9 de enero al 6 de febrero de 2022 según confirmó su presidente Patrice Motsepe en presencia del recién elegido presidente de la federación camerunesa de fútbol, Samuel Eto’o. Un acto para el mundo. Un momento importante para ese contenido en ocasiones tan olvidado.

Motsepe toma una decisión delicada y polémica porque va en contra de los intereses de Gianni Infantino que, desde FIFA, había pedido la suspensión del torneo por la variante ómicron.
La realidad de todo este caso es la eterna lucha del fútbol europeo con el africano por celebración de la Copa de África en plenas competiciones, aunque en medio del parón de la Champions. En Inglaterra y Francia el torneo arrasa sus equipos con bajas importantes en equipos como el Manchester United o Liverpool donde no contarán con un jugador como Salah.
Pero África tiene sus tiempos y su realidad. Representa el 17% de la población mundial y solo un 3,5% de las muertes por COVID comunicadas. Hay varios factores que implican estos datos. Por un lado, la edad de la población es más joven que en continentes como Europa y eso rebaja contagios y muertes, por otro, la medición de datos puede no ser tan en comparación con zonas más desarrolladas y, por último, su respuesta a pandemias es más efectivas porque su sistema de salud pública tiene experiencias como brotes o epidemias donde ha sabido trabajar bien.

Todos estos factores no son valorados ni analizados en Europa. Los equipos ven un riesgo que sus jugadores se vayan a Camerún casi un mes tanto por los contagios y los problemas logísticos como por las lesiones.
La incidencia en Camerún apenas llega a dos confirmados por cada cien mil habitantes a 14 días. En España va por 600; en Francia e Inglaterra supera los mil y en Alemania ronda los 700. Por otro lado, hay que observar la tasa de vacunación donde Camerún apenas llega al 3% de la población con doble pauta sobre una población de casi 27 millones de personas. Las comunicaciones y la llegada de vacunas hacen lento y costoso el proceso.
Desde la CAF aseguran que pedirán a los espectadores la cartilla de vacunación o una PCR negativa para acceder a los partidos y no tiene previsto hacer restricciones de público en unos estadios con las obras por terminar.

Camerún tiene motivos para seguir adelante con la Copa de África. La COVID no afecta a todas las zonas por igual y eso obliga a tomar decisiones en función de sus datos.
En España, el Sevilla es el equipo que verá más mermada su plantilla con la convocatoria de En-Nesyri, Bono y Munir. En el Mallorca, Baba y Lago Júnior y en el Alavés, Loum o Sylla.