El crecimiento mundial acelera

Servicio de Estudios de 'la Caixa'

Pie de foto: El peaje económico de las turbulencias financieras de principios de año ha sido escaso

Desde marzo, el clima inversor ha ido cambiando a mejor. Indudablemente, han sido cruciales en este giro los mensajes más acomodaticios de la Reserva Federal (Fed), las importantes medidas expansivas del Banco Central Europeo (BCE) y la fijación de tipos de interés negativos por parte del Banco de Japón (aunque, posteriormente, este último sorprendiera a los inversores al mantener sin cambios sus programas de compra de bonos).

Pero lo real­mente esen­cial a nuestro juicio ha sido la con­fir­ma­ción de que la eco­nomía mun­dial, aun en un con­texto de riesgos cre­cien­tes, sigue ace­le­rando el ritmo. Lejos de los au­gu­rios más acia­gos, EE. UU. no ha en­trado en re­ce­sión (ciertamente, se ha ra­len­ti­za­do), China va ca­mino de con­firmar su ate­rri­zaje suave, Europa crece más de lo pre­visto (sí, han leído bien: sor­presa po­si­tiva de cre­ci­miento en la eu­ro­zona) y los flujos de ca­pi­tales han vuelto a los emer­gen­tes. Con todo, nada de esto jus­ti­fica una lec­tura com­pla­ciente de la te­si­tura en la que se en­cuentra la eco­nomía glo­bal. El flanco emer­gente dista de estar con­so­li­dado y habrá que prestar aten­ción a la si­tua­ción es­pe­cí­fica de países que si­guen con de­ma­siados frentes abiertos (Brasil y Rusia, en par­ti­cu­lar) y a que se con­firme que el flujo de ca­pi­tales real­mente se está res­ta­ble­ciendo.

El mo­mento de la verdad lle­gará, evi­den­te­mente, cuando la Fed re­em­prenda su ten­sio­na­miento mo­ne­tario des­pués de lo que en­ten­demos que es una pausa tem­po­ral. Entonces, con el dólar y los tipos de in­terés al alza, ve­remos hasta qué punto los emer­gentes re­sis­ten. También habrá que estar atentos a la evo­lu­ción china, que afronta el reto de con­se­guir mo­di­ficar su mo­delo pro­duc­tivo sin que el cre­ci­miento se des­fonde. Y, en clave más glo­bal, a cómo se ges­tiona la deuda, que con­tinúa cre­ciendo. En al­gunos países el pro­blema es la au­sencia de desapa­lan­ca­miento pri­vado, en otros, el pú­blico, pero el ex­ceso de deuda, ocho años des­pués de la Gran Recesión, sigue ahí.

EE. UU. afloja el ritmo tem­po­ral­mente, mien­tras que la eu­ro­zona lo ace­lera. La eco­nomía nor­te­ame­ri­cana creció en el 1T menos de lo es­pe­rado. Creemos, no obs­tante, que se tra­tará de una ra­len­ti­za­ción tem­po­ral, ya que parte del vaivén a la baja ha sido con­se­cuencia de la con­tri­bu­ción ne­ga­tiva de las exis­ten­cias, que es de es­perar que se re­vierta en los pró­ximos me­ses. Además, los fac­tores de apoyo (la la­xitud mo­ne­taria y el di­na­mismo la­bo­ral) se man­tie­nen. En este con­texto, la in­fla­ción sigue siendo con­te­nida pero las pre­vi­siones apuntan a que, a me­dida que se des­haga el efecto es­calón pro­vo­cado por la fuerte caída del pe­tróleo en 2015, re­pun­tará apre­cia­ble­mente. El cre­ci­miento de la eu­ro­zona tam­bién sor­prendió en el 1T, aun­que, en este caso, por ser mayor de lo pre­visto. Si bien el dato es pre­li­minar y hay que to­marlo con cau­tela, con­firma que el es­ce­nario de re­cu­pe­ra­ción va tor­nán­dose más só­lido. Si el cre­ci­miento es la luz, la sombra sigue siendo la in­fla­ción, que se muestra ines­pe­ra­da­mente reacia a re­cu­pe­rarse. A pesar de ello, se­guimos con­si­de­rando que esta di­so­nancia entre una eco­nomía que crece y la au­sencia de in­fla­ción tiene una na­tu­ra­leza tem­poral y que en este mismo 2016 los pre­cios cre­cerán con más cla­ri­dad.

España con­firma un 1T po­si­tivo. A pesar de la in­cer­ti­dumbre que se vivió en el 1T, la eco­nomía es­pañola ha sido capaz de man­tener un ritmo de cre­ci­miento ele­vado (del 0,8% in­ter­tri­mes­tral en los tres pri­meros meses del año, idén­tico al del tri­mestre pre­ce­den­te). A tenor de los in­di­ca­dores dis­po­ni­bles, el motor de la ex­pan­sión fue, un tri­mestre más, la de­manda in­terna, que man­tiene un vigor no­ta­ble, aunque el sector ex­te­rior po­dría estar ga­nando pro­ta­go­nismo poco a poco. Esta será la tó­nica que pre­vemos para lo que queda de año: la de­manda in­terna, ex­pan­siva aunque algo menos que en 2015, se com­bi­nará con una cre­ciente apor­ta­ción del sector ex­te­rior. Esta di­ná­mica per­mi­tirá un cre­ci­miento no­ta­ble, del 2,8%, que se­guirá siendo mayor que el de sus so­cios de la eu­ro­zona y que per­mi­tirá la crea­ción de más de 400.000 em­pleos.

Como es sa­bido, es el re­sul­tado de fac­tores de apoyo tem­po­ral, como un precio del pe­tróleo in­fe­rior al de 2015 en pro­me­dio, la exis­tencia de unas con­di­ciones fi­nan­cieras fa­vo­ra­bles (que tienen su re­flejo en la buena evo­lu­ción de la con­ce­sión de nuevos cré­di­tos), la de­pre­cia­ción del euro y una po­lí­tica fiscal re­la­ti­va­mente ex­pan­siva. También es el fruto de las re­formas es­truc­tu­rales im­ple­men­ta­das, que se tra­ducen en la re­cu­pe­ra­ción del su­pe­rávit co­rriente, en el ajuste del sector in­mo­bi­liario y en un pro­ceso de desapa­lan­ca­miento pri­vado muy avan­zado. Sin em­bargo, cabe re­cordar que la eco­nomía es­pañola to­davía tiene im­por­tantes retos que afron­tar, como re­ducir la tasa de paro y no cejar en los es­fuerzos de con­so­li­da­ción fiscal que per­mitan en­cauzar una senda des­cen­dente de la deuda pú­blica.