Petróleo y precariedad: la dependencia energética que condiciona a Irak

La economía iraquí sigue anclada a la exportación de crudo y podría estar embarcandose en una crisis económica signficativa 
<p>Vista general del oleoducto Kirkuk-Ceyhan que une a Irak y Turquía en el puerto turco de Ceyhan en el Mediterráneo - REUTERS/UMIT BEKTAS</p>
Vista general del oleoducto Kirkuk-Ceyhan que une a Irak y Turquía en el puerto turco de Ceyhan en el Mediterráneo - REUTERS/UMIT BEKTAS
  1. Contexto 
  2. Una historia de control y dependencia 
  3. Un futuro poco esperanzador  
  4. Se necesitan soluciones urgentes  

Según diversos expertos, el desarrollo de Irak lleva décadas estancado, principalmente a causa de conflictos bélicos, sanciones internacionales, el terrorismo y, sobre todo, su fuerte dependencia del petróleo. La falta de diversificación económica ha dejado al país vulnerable a las fluctuaciones del mercado global. Se espera que la economía iraquí se colapse, impulsada especialmente por la caída de la demanda internacional de crudo. 

Contexto 

Irak es el segundo mayor productor de petróleo dentro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), solo detrás de Arabia Saudí, que es el principal exportador mundial de crudo. En 2024, el petróleo representó aproximadamente el 88 % de los ingresos gubernamentales del país y cerca del 92 % del total de sus exportaciones.  

Recientes hallazgos, como un importante yacimiento en la zona este de Bagdad que contiene más de 2.000 millones de barriles - cantidad suficiente para satisfacer la demanda de España durante cuatro años - refuerzan la sujeción de Irak por el sector petrolero. Según Mohamed Yassin Hassan, director general de la Compañía Nacional de Petróleo del Centro de Irak, el país tiene previsto aumentar su capacidad de producción hasta los 7 millones de barriles diarios para 2070. 

Una historia de control y dependencia 

El papel del petróleo como herramienta de poder en Irak no es reciente. Ya en 1904, el sultán otomano Abdul Hamid II otorgó al Deutsche Bank una concesión exclusiva de extracción en la región de Mosul, norte de Irak, y construir una línea ferroviaria hacia el golfo Pérsico, como parte de un intento por saldar deudas acumuladas tras la guerra de Crimea. Pese a la importancia estratégica del acuerdo, la extracción de petróleo en Mosul no comenzó hasta 1927 y el ferrocarril no se completó hasta bien entrada la década de 1940. El retraso no fue casual: Deutsche Bank ya explotaba yacimientos en Rumanía y temía que una sobreoferta mundial redujera los precios del crudo, afectando sus beneficios. Este bloqueo tuvo un impacto económico negativo para Irak, que no recibió inversión productiva durante décadas. 

<p>Un trabajador revisa y ajusta la válvula de un oleoducto en el campo petrolífero de Majnoon, cerca de Basora, Irak - REUTERS/ESSAM AL-SUDANI</p>
Un trabajador revisa y ajusta la válvula de un oleoducto en el campo petrolífero de Majnoon, cerca de Basora, Irak - REUTERS/ESSAM AL-SUDANI

Aunque las dinámicas geopolíticas han cambiado desde entonces, la dependencia de Irak del petróleo sigue marcando su realidad económica de forma preocupante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), esta situación no solo se ha intensificado en los últimos años, sino que se ha vuelto más peligrosa ante la volatilidad del mercado energético global. “Estos desafíos se han visto exacerbados por la fuerte caída de los precios del petróleo en 2025, lo que requiere una respuesta política urgente”, advirtió el FMI.  

La situación ya venía deteriorándose: el precio del barril necesario para equilibrar el presupuesto público pasó de 54 dólares en 2020 a unos 84 dólares en 2024, ejemplificando un modelo económico cada vez más rígido frente a los shocks externos. Es decir, si el precio del petróleo baja, Irak entra rápidamente en crisis fiscal, porque no tiene otras fuentes de ingresos que lo sostengan. 

Refinería de petróleo en Zawiya, 55 km al oeste de Trípoli - REUTERS/ ISMAIL ZITOUNY
Refinería de petróleo - REUTERS/ ISMAIL ZITOUNY

Un futuro poco esperanzador  

En mayo de este año, los países miembros de la alianza OPEP+ acordaron incrementar su producción conjunta en 411.000 barriles diarios. Sin embargo, este anuncio tuvo un efecto inmediato en los mercados: el precio del petróleo cayó un 5 %. Consecuentemente, el déficit fiscal de Irak ya asciende a unos 50.000 millones de dólares. 

A este panorama se suma una desaceleración en el crecimiento económico global. Las tensiones comerciales impulsadas por medidas proteccionistas - aranceles impuestos bajo la Administración de Donald Trump – ha generado que la economía internacional se vuelva mas lenta llevando a una menor demanda de petróleo. El FMI, de hecho, ajustó a la baja sus proyecciones, rebajando medio punto su previsión de crecimiento mundial, que ahora se sitúa en un 2,8 %.  

Algunos analistas advierten que los precios podrían seguir cayendo si la situación actual persiste. Otros, en cambio, contemplan escenarios en los que las tensiones geopolíticas con países productores como Irán o Rusia, o un repunte en la demanda desde China, podrían empujar los precios al alza.  

En medio de esta volatilidad, Irak se encuentra particularmente expuesto. En octubre de 2024, el FMI proyectaba que la economía iraquí crecería un 4,1 % en 2025. Sin embargo, apenas seis meses después, en su informe de abril, esa previsión fue recortada significativamente.  

Las llamas emergen de las chimeneas de los yacimientos petrolíferos de Kirkuk, Irak - REUTERS/ ALAA AL-MARJANIA
Las llamas emergen de las chimeneas de los yacimientos petrolíferos de Kirkuk, Irak - REUTERS/ ALAA AL-MARJANIA

Se necesitan soluciones urgentes  

En 2014, la caída abrupta del precio del petróleo provocó una grave crisis económica en muchos países dependientes de este recurso tan valioso. Ante esta situación, naciones como Arabia Saudí y Omán reconocieron la necesidad urgente de diversificar sus economías y reducir su dependencia del petróleo. El reino saudí, por ejemplo, lanzó en 2016 su plan “Visión 2030”, una estrategia ambiciosa para desarrollar sectores como el turismo, la tecnología y las energías renovables, mientras que Omán emprendió reformas similares, como la “Visión 2040”, en 2021. Ambos estan teniendo resultados favorables.  

El primer ministro iraquí, Mohamed Shia' Al-Sudani, anunció el lanzamiento del Plan Nacional de Desarrollo 2024-2028 durante una ceremonia organizada por el Ministerio de Planificación, con apoyo de socios internacionales como la UNDP y la USAID. Esta iniciativa ofrece garantías soberanas al sector privado para impulsar proyectos industriales y agrícolas, así como avanza en la reforma del sistema bancario, la automatización de servicios y el uso extendido de pagos electrónicos. “El nuevo plan se alinea con los objetivos del Gobierno y enfrenta desafíos tanto internos como externos”, afirmó el primer ministro. 

<p>El primer ministro iraquí, Mohammed al-Sudani - PHOTO/ KIN CHEUNG via REUTERS </p>
El primer ministro iraquí, Mohammed al-Sudani - PHOTO/ KIN CHEUNG via REUTERS 

Ante esta novedad, el Gobierno iraquí anunció algo más optimista sobre su economía no petrolera. Aumentaron su pronóstico de crecimiento de los sectores no relacionados con el petróleo (como agricultura, industria, servicios) en 0,5 puntos porcentuales, lo que significa que esperan que crezca un 4 % en 2025. Pero aun así, aunque ese crecimiento sea una mejora respecto a lo que se esperaba anteriormente, en realidad es más bajo que el crecimiento del año 2024, cuando el sector no petrolero creció un 5 %.  

La falta de avances en sectores no petroleros se ve agravada no solo por la dependencia del crudo, sino también por una gestión económica deficiente y fuertes tensiones internas. El presupuesto nacional de Irak está desequilibrado: gran parte del gasto se destina a salarios del sector público y subsidios, lo que deja escasos recursos para inversiones de desarrollo sostenible a largo plazo. A esto se suma un preocupante aumento de la deuda interna, que ha crecido un 17 % y ya supera los 63.000 millones de dólares. Finalmente, las disputas constantes entre el Gobierno central y la región del Kurdistán por el control de las exportaciones y los ingresos petroleros también dificultan la aplicación de reformas estructurales urgentes.