Mohamed Alamouri: “Larache tiene una calidad de aguas privilegiada para el cultivo de los frutos rojos”

El país se ha convertido en uno de los principales exportadores mundiales de estos productos, con un mercado potencial de más de 300 millones de consumidores. Mohamed Alamouri, presidente de la Federación Marroquí Interprofesional de Frutos Rojos Interproberries Maroc, explica cómo se ha desarrollado este sector.

El cultivo de fresas, frambuesas y arándanos se ha convertido en uno de los principales atractivos agrícolas de la región norte de Marruecos. Su clima privilegiado, con más horas de sol al año que en Europa; la extraordinaria calidad de las aguas de la zona de Larache; y una situación geoestratégica clave, en la puerta entre África y Europa, con una serie de infraestructuras logísticas que aceleran el proceso de exportación, son los factores que han propiciado que el país se haya convertido en una potencia mundial del sector.
En la actualidad, Marruecos destina más de 12.300 hectáreas al cultivo de frutos rojos, de las que sólo 2.500 son de fresas, que fue el primer fruto de este tipo que llegó al país. En los últimos años, las frambuesas, primero, y los arándanos, más recientemente, se han hecho con la mayor cuota de mercado. Además, el país se ha convertido en uno de los principales exportadores mundiales de frutos rojos a numerosos países europeos.
Para conocer más sobre la implantación de este sector en la zona agrícola de Larache, Atalayar ha hablado con Mohamed Alamouri, un hombre con una larga trayectoria y conocimiento de este sector, que actualmente preside la Federación Marroquí Interprofesional de Frutos Rojos Interproberries Maroc.
El sector de los frutos rojos tiene una larga trayectoria ya en Marruecos y una calidad excelente. ¿Cuáles fueron sus orígenes?
La producción de los frutos rojos en Marruecos no es una cuestión de hoy: comenzaron a cultivarse en nuestro país en la década de los 80 del pasado siglo XX a Agadir. Lo primero que se empezó a cultivar fueron las fresas. Luego, a partir de 2005, se introdujo el cultivo de frambuesas. Y más recientemente, desde 2008, se empezó con los arándanos, que actualmente acaparan una mayor cuota de mercado. Hay que tener en cuenta que la región norte de Marruecos, donde comenzó a desarrollarse este sector, es una zona con mucha agua disponible, de buena calidad, y con un suelo impresionantemente bueno.
Su clima mediterráneo, su cercanía a Europa y a otros mercados, así como las facilidades logísticas disponibles en la región de Tánger-Tetuán-Alhucemas, con el puerto de Tánger Med y su conectividad con el de Algeciras, constituyen unos factores clave que han permitido el desarrollo de este sector.
¿Qué papel tuvieron los españoles en la llegada de este cultivo a Marruecos?
Un papel muy relevante. Se juntaron varios factores: por un lado, los agricultores marroquíes, que estaban abiertos a mejorar su nivel de vida y a abrirse a nuevos cultivos; y por otro, los inversores españoles, que tenían planes para extender la producción de frutos rojos hacia el norte de Marruecos. Así llegaron a nuestro país los primeros pioneros, como fueron Miguel de Alconeras y luego Pepe Portolés, de la empresa Fergar.
Por aquel entonces yo era director general de la empresa Lupus, en 1989, cargo que desempeñé durante unos 20 años. Nosotros empezamos a desarrollar el producto y, unos años más tarde, llegó la familia Arozamena y montaron la empresa Natberry. Luego empezaron a llegar otras empresas más o menos medianas y pequeñas, como eran Sol del Sur o Albagri, y un monstruo más grande que es Pepe Gandía, con Royal AGRI. Y por fin llegó Driscoll’s, que compró Alconeras y empezó a cultivar fresas, frambuesas y arándanos al estilo americano, con su genética y sus métodos.

A partir de ahí, ¿cómo empezó a organizarse el sector de los frutos rojos en Marruecos?
Nosotros nos hemos organizado como profesión, porque queríamos que el sector tuviera una sostenibilidad, una seguridad y una calidad desde el punto de vista alimentario. Por eso, durante estos años se han ido creando una serie de cooperativas, ya marroquíes, lo que ha permitido que la producción de frutos rojos aumentara considerablemente y se hiciera necesario encontrar una serie de mercados donde darle salida.
Desde hace unos años, los supermercados europeos, especialmente los ingleses (cuando Inglaterra todavía formaba parte de la Unión Europea), comenzaron a interesarse por nuestra producción. Preguntaron por la calidad, la seguridad alimentaria, los estándares laborales... Nos preocupamos por obtener todas las certificaciones de calidad social, para cumplir con las auditorías sorpresa que nos enviaban. Y así llegamos a establecer una calidad y estabilidad en el mercado, que permitió que nuestra producción de frutos rojos fuera aceptada en países como Inglaterra, Alemania, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, incluso a España, pero en este caso no para consumir, sino para redistribuir.
¿Cómo son las relaciones con sus homólogos españoles?
Nosotros siempre hemos mantenido una buena relación con ellos. Hemos estado presentes en los foros que se celebraban en Huelva, con nuestros amigos. Les hemos comprado y hemos logrado establecer una relación de confianza y una interacción fiable con ellos. Pero en un momento dado, las relaciones políticas entre España y Marruecos empezaron a cambiar y comenzaron a ponerse trabas a los productos de origen marroquí. Estamos en un mercado que está abierto a más de 300 millones de consumidores, y no hacemos daño a nadie. Tenemos un producto de muy buena calidad, y no hacemos competencia desleal a nadie. Es cierto que la mano de obra es barata, pero eso no influye en el coste por kilo del producto, que viene determinado por una serie de inputs como el abono, el fertilizante, los plásticos, los goteros, los cartones, las tarrinas... Todo eso no se fabrica en Marruecos, se trae de fuera y eso supone hay que pagar los costes de aduana y de transporte, y todos esos costes se repercuten sobre el kilo. Y la mano de obra no está tan barata como estaba: tenga en cuenta que en países como Egipto, se está pagando mucho menos a los trabajadores.
Al final, el productor tiene que recuperar todos esos costos para pagar a sus proveedores y continuar la vida con ellos. De todas formas, es cierto que seguimos colaborando con España en muchos ámbitos: en los servicios de manipulación, el frío, el saber hacer, la maquinaria… El mantenimiento de muchas de nuestras máquinas lo hacen técnicos españoles, ingenieros que vienen a Larache a enseñarnos cómo hacer las cosas.

¿Qué calidad tiene el agua de Larache?
Excelente: nuestras aguas son subterráneas y están a una profundidad de unos 80 metros, con un PH muy bajo y una estupenda calidad tanto para el riego como para la producción eléctrica. Las aguas de nuestra presa son abundantes y resultan suficientes incluso cuando se registran sequías. Podemos presumir de que, en la región de Larache, somos los más favorecidos de Marruecos desde el punto de vista de la calidad del agua subterránea y superficial.