Gilad Erdan: “Nuestra mentalidad de consumo actual no es sostenible”
La pandemia de la COVID-19 ha provocado, entre otras muchas cosas, acentuar problemas que hace tiempo que la sociedad internacional venía arrastrando. Por supuesto, uno de ellos el desigual acceso a diversos recursos, como está ocurriendo actualmente con la desigualdad de acceso a las vacunas y, por lo tanto, un desequilibrio en la lucha contra el virus. Pero uno de los factores que más gravemente se han visto afectados desde la irrupción de la pandemia en nuestras vidas ha sido el acceso a los recursos alimentarios, haciendo aumentar de forma exponencial los niveles de hambre en todo el mundo. Precisamente, por eso es necesario llevar a cabo cambios en un modelo de consumo desigual e insostenible que ahora, bajo los efectos de la COVID-19, se ha visto gravemente afectado.
“Un hombre hambriento es un hombre furioso” – del inglés “hungry man is an angry man” – es la frase con la definía el problema del hambre Omar Hilale, representante permanente del Reino de Marruecos ante Naciones Unidas. Lo hacía en el evento denominado ‘Plantar para el futuro: seguridad alimentaria y agricultura innovadora’, organizada por MASHAV, agencia israelí de cooperación internacional para el desarrollo que forma parte del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel. “La comida es tan importante como la energía o la seguridad”, aseguraba Hilale, que fue el encargado de moderar una ponencia que quiso poner el foco en la diferencia de acceso a los recursos.
El no dejar a nadie atrás es una de las cosas que más preocupa actualmente a la sociedad. Se quiere avanzar, se quiere desarrollar nuevos caminos en busca de un modelo diferente que cambie esta tendencia autodestructiva que llevamos años creando, pero tenemos que hacerlo mediante la cooperación. Porque, como bien señalaba el embajador de Israel en Estados Unidos y la ONU, Gilad Erdan, “estamos ante una amenaza muy importante” y una de las primeras cosas que debemos mirar es la forma en la que consumimos nuestros recursos ya que, según el embajador, el reto es “producir más consumiendo menos”.
Ese compromiso con el resto de los países que no cuentan actualmente con las mismas oportunidades que los países más desarrollados son los que necesitan un apoyo adicional en uno de los momentos más complicados que se recuerdan en la historia reciente. Mohamed Methqal, embajador y director general de la Agencia Marroquí de Cooperación Internacional (AMCI), habló del compromiso absoluto de su país en poner todos los medios disponibles para ayudar a todos aquellos países que más han sufrido los efectos de la pandemia de una forma mucho más acentuada, porque, dijo, es responsabilidad de todos buscar “un equilibrio real entre todos los países de África”.
Antes de llegar la pandemia que ha diezmado la situación de todos los países en el mundo sin excepción, la situación ya era de un riesgo muy alto respecto al hambre en nuestro planeta y el acceso a los recursos alimentarios. Esa tendencia no ha hecho más que agravarse ya que los datos de los últimos años no son mucho mejores. “No podemos permitir que el hambre en el mundo continúe creciendo como lo está haciendo ahora”, explicaba Eynat Shlein, jefa de MASHAV y directora general adjunta de la Agencia de Desarrollo Internacional. A lo que añadía que la lucha contra el cambio climático debe ir de la mano a este cambio en el modelo de consumo del que hablaba al comienzo el embajador israelí Gilad Erdan.
La adaptación en un reto como este debe ser conjunta, basada en la cooperación de todos los países, el entendimiento y la ayuda recíproca de todos para hacer llegar a buen puerto políticas comunes. Lo que está claro es que son los países más desarrollados los que tienen la responsabilidad de tomar la iniciativa al frente de un nuevo capítulo en la forma de vivir y, sobre todo, de consumir. Una vez se haya hecho eso, podremos compartirlo y hacer llegar la ayuda a aquellos que más lo necesitan, como explicaba Eynat Shlein.
