La reducción del suministro ruso a lo largo de esta semana está llevando a varios países a buscar alternativas ante el temor de un corte de grifo del Kremlin de cara al invierno

Las capitales europeas toman medidas ante los cortes de gas ruso

PHOTO/REUTERS   - Gasoductos en la estación de compresión Atamanskaya, instalación del proyecto Power Of Siberia de Gazprom en las afueras de la ciudad del extremo oriente de Svobodny

Esta semana, Alemania, Francia e Italia han sufrido una reducción de los envíos de gas natural ruso, a la vez que varios países europeos responden como pueden ante el temor de un cierre del suministro.

El pasado martes, Gazprom anunció una reducción en un 40% de sus exportaciones de gas natural a través del gasoducto Nord Stream I, que une a Rusia con Alemania a través del mar Báltico. El gigante energético ruso citó problemas técnicos, afirmando que la empresa alemana Siemens Energy se había retrasado en la reparación de turbinas de comprensión, algo negado desde Berlín. “Esta es obviamente una estrategia de[l Presidente ruso Vladímir] Putin para reducir nuestra seguridad [energética], aumentar los precios y dividirnos”, afirmó Robert Habeck, vicecanciller y ministro de economía de Alemania.

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Por su parte, este viernes la empresa gasística francesa GRTgaz anunció que desde el 15 de junio París había dejado de recibir gas ruso por vía de gasoducto a través de Alemania, en conexión con la reducción del suministro por el Nord Stream I.

Mientras, Eni, la principal empresa energética italiana, ha denunciado una fuerte disminución del suministro de Gazprom a lo largo de la pasada semana, recibiendo un 85% del gas solicitado el miércoles, un 65% el jueves y un 50% el viernes, y el gigante energético ruso ha anunciado este lunes que seguirá cumpliendo con los envíos únicamente de forma parcial. 
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El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, citó problemas de mantenimiento, algo que el primer ministro italiano Mario Draghi calificó como una “mentira”. “La realidad es que están haciendo un uso político del gas, igual que lo están haciendo con el grano”, afirmó el político italiano durante su visita a Kiev.

Mientras, este lunes, Gazprom también ha anunciado haber enviado a Europa tan solo 41,7 millones de metros cúbicos a través de Ucrania, menos de la mitad de la cantidad habitual, citando el cierre ucraniano de una de las dos rutas gasísticas que atraviesan el país el pasado mayo.

Anteriormente, Moscú había exigido a todos los países que considera como “hostiles” el pago de las importaciones de gas natural ruso en rublos, cortando el suministro a todos aquellos que se negaran a aceptar este esquema, entre ellos Polonia, Bulgaria o Finlandia. París, Berlín y Roma se comprometieron a cumplir con las exigencias rusas, pero aun así también están sufriendo disrupciones en los envíos.

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En Europa se teme que Rusia esté aprovechando la crisis energética que viven los Veintisiete para utilizar el gas natural como presión de cara a forzarles a ceder en su apoyo a Kiev. Varias capitales apuntan a que Moscú podría cerrar definitivamente el grifo para invierno, poniendo en peligro la seguridad energética de los países de la Unión Europea en los meses de mayor necesidad.

La respuesta europea

Como contramedida, Habeck afirmó en un comunicado que Alemania tendría que reducir la producción de electricidad a través de gas natural, para lo cual Berlín deberá utilizar centrales térmicas de carbón, una fuente más contaminante.

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El político del Partido Verde calificó estas medidas como “amargas”, pero “necesarias”, poniendo en peligro el compromiso de la coalición alemana de dejar de utilizar carbón en su mix energético en 2030. Habeck también apuntó a que Alemania tomará medidas para aumentar sus reservas gasísticas de cara al invierno, impulsando la reducción del consumo de esta materia prima, ante el temor de que Moscú pueda cortar el grifo en esos meses críticos. Berlín apunta a llenar sus reservas hasta el 90% en noviembre, estando, el 17 de junio, en un 57%.

Estos pasos han sido seguidos por Austria, cuyo Gobierno anunció este domingo haber llegado a un acuerdo con Verbund, el proveedor eléctrico nacional, para adaptar una central térmica de gas de cara a poder utilizar carbón, ante el temor de una reducción del suministro en un país que depende del gas ruso en hasta un 80%.

Mientras, Francia, que antes de la detención del suministro ruso compraba de esta fuente hasta un 17% del total, está importando cantidades récord de gas a través del gasoducto que le conecta con España. No obstante, París también está importando cuantiosas cantidades de gas natural licuado ruso, manteniendo así su relación energética con Moscú pese al corte del gasoducto.

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El gobierno italiano, por su parte, llevará a cabo reuniones sobre este asunto la próxima semana, y fuentes gubernamentales citadas por Reuters apuntan a que Roma podría declarar un “estado de emergencia” energético.

Europa y Rusia: un romance energético en sus horas más bajas

Buena parte de los países de la UE dependen en mayor o menor medida del gas natural ruso, que antes de la invasión de Rusia a Ucrania representaba hasta un 40% del total de los Veintisiete. La Comisión Europea ha anunciado su intención de finalizar las importaciones de combustibles fósiles rusos, y la Unión ya ha tomado medidas al respecto en relación con el carbón y el petróleo. Además, la Comisión planea reducir hasta dos tercios las importaciones de gas ruso para el fin de 2022, y el bloqueo total para 2027, pero la dependencia de esta fuente de varias capitales, de momento, ha impedido un acuerdo al respecto.

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Anteriormente, Vladímir Putin enfatizó en una reunión gubernamental en abril la necesidad de redireccionar las exportaciones energéticas rusas hacia Asia. “Debemos proceder sobre la base de que, en un futuro previsible, se reducirán los suministros de energía a Occidente”, auguró Putin, acusando de ello a los países occidentales. “Tenemos que cambiar la dirección de nuestras exportaciones a los mercados de rápido crecimiento del Sur y del Este”, señaló entonces el longevo líder ruso.

Moscú exporta la mayor parte de su gas natural hacia Europa, pero lleva varios años buscando diversificar sus compradores a través de la expansión de proyectos de gas natural licuado y la construcción de nuevos gasoductos hacia China. En febrero, durante la visita de Putin a Pekín, las dos potencias acordaron la construcción de un nuevo gasoducto desde las reservas gasísticas asiáticas rusas, y ahora Rusia también quiere construir un gasoducto a China desde Siberia Occidental, la principal fuente de sus exportaciones a Europa. Esto permitiría al Kremlin desplazar el centro de gravedad de sus envíos de oeste a este y compensar una posible reducción en sus ventas hacia el viejo Continente.
 

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