Por Paco Soto
Emilio Graña Pons es un novelista de 22 años que vive en la ciudad alicantina de Calpe. Estudia Física en la UNED y también dibuja y hace esculturas. Ha escrito un libro, ‘Alger La Blanche’ (Argel La Blanca), donde narra una historia cuyos protagonistas son seres humanos a favor y en contra de la independencia de Argelia, un episodio doloroso de la historia del siglo XX que enfrentó a dos continentes, África y Europa. La guerra de la independencia de Argelia tuvo lugar entre 1954 y 1962 y fue un periodo dramático de lucha del Frente de Liberación Nacional (FLN) en contra de la colonización francesa implantada en el país norteafricano desde 1830. El FLN llevó a cabo una guerra de guerrillas contra el Ejército francés, pero también practicó el terrorismo contra civiles de origen europeo y argelino contrarios a la independencia. El Estado francés reaccionó con dureza contra el FLN y utilizó la tortura de forma sistemática contra sus militantes y simpatizantes, y organizaciones armadas clandestinas y pro francesas como la OAS también llevaron a cabo acciones terroristas en Argelia y en la metrópoli. Argelia consiguió la independencia de Francia en los acuerdos de Evian, el 5 de julio de 1962. La independencia significó la expulsión de unos 350.000 argelinos de origen europeo, sobre todo franceses, españoles e italianos. Miles de Harkis, los argelinos árabes contrarios a la independencia, tuvieron también que abandonar su país e instalarse en barriadas miserables de muchas ciudades francesas. Los europeos que abandonaron Argelia no eran todo ricos colonos, sino en muchos casos trabajadores humildes, autónomos y pequeños comerciantes; recibieron el apodo negativo de Pieds-Noirs (pies negros, en francés) por parte de los argelinos. La mayor parte se trasladó a Francia, y una pequeña minoría se instaló en la Comunidad Valenciana, sobre todo en Alicante y otras poblaciones de la provincia. Los abuelos maternos de Emilio Graña Pons, que tienen 75 años, vivieron la niñez, la adolescencia y parte de la juventud en Argelia . Su abuelo, Juan Izquierdo, se fue con sus padres a Argelia a los nueve años y vivió en este país hasta 1962. Se casó con Catherine Lomellini, una francesa de Marsella de origen italiano que también vivió muchos años en el país norteafricano.
La idea de escribir una novela sobre la guerra de Argelia surgió, cuenta Graña Pons a Atalayar, “a raíz de una serie de discusiones que tuve con ami abuelo. Él me hablaba mucho de lo que vivió y sufrió durante esa guerra. Me di cuenta que me estaba dando mucho material, que tenía mucha información de esas discusiones para escribir una novela”. El joven escritor explica que la idea del libro surgió “la Nochevieja de 2012”. Después, explica el autor de ‘Alger La Blanche’, “tardé siete meses en escribir el libro. Fue un proceso muy bonito. Yo grababa lo que me explicaba mi abuelo e iba tonando notas, y también hablé con otras personas amigas de mi abuelo que habían vivido una historia dramática parecida a la suya. Poco a poco fui confeccionado una historia y dando vida a una serie de personajes”. Consiguió publicar el libro de manera gratuita a través de la editorial online ‘United p.c.’, “lo que fue una gran alegría para mí”, dice el escritor. ‘Alger La Blanche’ “es un libro de ficción, pero hay personajes que existieron, me habló de ellos mi abuelo, y otros que me he inventado”. Señala, por ejemplo, al padre de su abuela Catherine, “que fue un agente de la DST (los servicios secretos franceses) y desempeña un papel protagonista en la novela”. El joven novelista alicantino, que jamás ha viajado a Argelia, asegura que escribió ‘Alger La Blanche’ porque “me gusta la literatura, la escritura es una necesidad vital para mí; empecé a escribir cuentos cuando era pequeño. Con esta novela también he querido rendir un homenaje a mi abuelo y a todas aquellas personas, hombre y mujeres anónimos, que sufren en las guerras”. En este sentido, el novelista cree que es importante desmontar una serie de mitos como el “que dice que todos los argelinos de origen europeo que vivían en Argelia eran colonos ricos que explotaban a los árabes”. “Esto no es así –afirma Graña Pons-, porque muchos europeos, los Pieds-Noirs, como los llamaban algunos, eran personas trabajadoras y sencillas que nacieron en Argelia o llegaron a ese país siendo niños”.
Abundando en la misma línea, el escritor considera que “es importante no guardar rencor ni vivir anclado en el pasado. Mis abuelos no guardan ningún tipo de rencor, aunque no sienten mucho cariño por el general Charles de Gaulle”, que fue el presidente francés que aceptó negociar la independencia de Argelia con el FLN. El abuelo de Graña Pons nunca ha querido volver a Argelia, pero a su abuela sí que le gustaría visitar ese país. Pero Juan Izquierdo y Catherine Lomellini no han renunciado a su condición de argelinos de origen europeo y se relacionan con personas que sienten lo mismo que ellos y viven en pueblos y ciudades de las provincias de Alicante y Valencia. “Ellos lo necesitan, porque a pesar de que abandonaron Argelia hace más de 50 años, cuando eran jóvenes, no han podido olvidar este país. Argelia sigue siendo su país y lo quieren mucho. Y yo me siento muy orgulloso de haber contribuido a mantener viva esa memoria”, apunta el escritor. La memoria es para el autor de ‘Alger La Blanche’ un ejercicio necesario al que el ser humano no puede ni debe renunciar. Por eso empieza la novela con esta frase: “Si alguna vez pierdes o te arrebatan aquello que más te importa, lucha hasta que aquello perdido o arrebatado regrese a ti”.