El periodista José Ignacio Torreblanca debate sobre la gobernabilidad y el futuro de Europa


Por Alexandra Dumitrascu

Foto: José Ignacio Torreblanca, autor del libro ‘¿Quién gobierna en Europa? Reconstruir la democracia, recuperar a la ciudadanía?’

A raíz de la crisis económica, ha surgido una literatura que ha tenido como fuente principal de inspiración la misma crisis, y cuyos hilos argumentales han sido de los más variopintos. Dentro de esta “literatura de crisis” se inscribe el libro de José Ignacio Torreblanca, ¿Quién gobierna en Europa? Reconstruir la democracia, recuperar a la ciudadanía (Ed. Catarata), presentado en el Espacio Berstelmann, el pasado 3 de junio; un título sugerente que busca dar respuesta o, por lo menos, hacer reflexionar acerca de la atribución de las responsabilidades de la crisis que acecha Europa, que ha pasado de manera casi desapercibida de ser una crisis del capitalismo a ser una crisis del euro. Arropado por Belén Barreiro, directora del Laboratorio de la Fundación Alternativas; el periodista Joaquín Estefanía; el exministro de Educación José María Maravall; y por el diputado socialista Eduardo Madina, Torreblanca criticó la respuesta de la Unión Europea a la crisis -tarde y poco eficaz- a la vez que cuestionó la democracia de sus Estados. “Si hay una pregunta, hay un problema”, afirmó el autor, que admitió la dificultad de imputar las responsabilidades debido a una “división excesiva de la Unión Europa”, cohesionada en torno a un mercado económico, aunque no político que permita expandir la toma de decisiones a todos los actores que la conforman.

La falta de libertad y la imposibilitad de aplicar las reformas políticas propias han desembocado en la “sensación de que la democracia se difumina bastante en casa y no terminamos de verla reencarnada en Europa”, según el periodista, lo que ha conllevado a una profunda brecha entre la élite y la ciudadanía, y a la percepción, por parte de esta última, de que todos los gobiernos son iguales, independientemente de su ideología. Un problema que no es inherente a España, sino que también se resiente en otros estados europeos. “Y si ésta es una bella, pero imposible idea”, reflexionó Torreblanca con una frase prestada de Tony Judt, y acto seguido indicó que, aunque no se pueda pensar racionalmente en otra cosa que no sea Europa, habrá que cuestionar la eficacia de los procedimientos puestos en marcha y tomar conciencia de que “no es incompatible una democracia nacional fuerte con una democracia europea vibrante”.

Problemas “embalsados”

En la misma senda, Joaquín Estefanía expuso una serie de reflexiones en torno al tema del libro. El periodista considera que los problemas que se contemplan actualmente en la Unión Europea, estaban “ya embalsados”, y que, sin embargo, no se tomaban en consideración debido al bienestar que se vivía con anterioridad a la depresión. Los problemas de procedimiento, a los que se sumaron los problemas de resultados, según Estefanía, han llevado a drásticos ajustes y sacrificios, así como a devaluaciones internas, que, a su vez, desembocaron en problemas de redistribución y, por consiguiente, en la desafección ciudadana. El periodista criticó igualmente la imposibilidad de los gobiernos nacionales de tomar las decisiones internas propias, y admitió la dificultad de atribuir las responsabilidades oportunas por una abstracción de la representatividad de la Unión Europea.

La responsabilidad de los gobiernos nacionales

Por su parte, José María Maravall, aunque compartió con los exponentes el “europeismo escéptico”, así como el malestar por la democracia que se respira en Europa, alimentados, en parte, por la crisis económica, dirigió la vista hacía los gobiernos nacionales e hizo un llamamiento a la autocrítica, al advertir sobre la responsabilidad de los gobiernos anteriores en la adopción de sus políticas. “La culpa de los problemas de España no se hayan en Europa, sentenció; los gobiernos nacionales son los artífices”.

No obstante, quiso destacar el desacuerdo en un asunto trascendental que se ha convertido en un tópico nacional en los últimos años: la sensación de que todos los gobiernos son iguales. En su opinión, la ideología es lo que importa y la que diferencia a los distintos partidos, y tiene su reflejo en cuestiones relacionadas con la distribución de la renta, la igualdad de oportunidades, en los temas socioeconómicos, etc.

La cohesión social como clave para la supervivencia de Europa

La idea central del discurso del socialista Eduardo Madina giró en torno a la cohesión social en el seno de la Unión Europea, para así esquivar una “Tercera Guerra Mundial”. “La Unión Europea, sin cohesión social es prácticamente nada”, afirmó Madina, y añadió la necesidad de crear “mecanismos de solidaridad entre los países” y una salida simétrica, como clave para una supervivencia pacífica entre los Estados que la conforman. Democratización de la economía financiera, integración económica de una zona monetaria unificada, ensanchar los límites del lenguaje y del debate político, son, según Madina, los quid de la cuestión, para que Europa pueda avanzar y superar los problemas de gobernabilidad.