El Gobierno argelino ha anunciado un cambio de cromos entre los distintos departamentos de inteligencia, manteniendo la inestabilidad en su liderazgo. En un comunicado del Ministerio de Defensa, Argel ha anunciado que, por decreto presidencial, los directores de la Dirección General de la Seguridad Interior (DGSI) y de la Dirección General de Documentación y la Seguridad Exterior (DGDSE) pasarán a intercambiar posiciones.
En una ceremonia supervisada por el jefe del Estado Mayor, Said Chengriha, el general Yamal Kehal Meydub, hasta ahora encargado de la seguridad exterior, pasará a dirigir la DGSI, sustituyendo a Abdelghani Rachedi, que ocupará su cargo al frente del servicio de espionaje. Argel no se ha pronunciado sobre las razones de este intercambio al más alto nivel de la inteligencia del país, que se une a una sucesión de despidos, reemplazos e inestabilidad generalizada en las filas del Ejército y el servicio de seguridad argelino.

Meydub apenas llevaba dos meses al frente del espionaje de la República norteafricana cuando Argel hizo oficial su nuevo destino, mientras que Rachedi encabezaba el contraespionaje desde 2020. Esta fugacidad al frente de los principales cargos de inteligencia del país se ha convertido en la norma, habiéndose sucedido desde 2019 en la dirección de la DGDSE hasta 7 directores distintos, por 3 en la DGSI, con varios de ellos defenestrados y encarcelados, en una concatenación de purgas y luchas internas.
La DGSI es considerada como la agencia de inteligencia más importante y poderosa del país, especialmente en el contexto actual post movilizaciones populares y de debilidad interna y transición en el régimen argelino, en el que el contraespionaje es especialmente valioso para Argel.

Meydub, su nuevo titular, es un viejo conocido del espionaje argelino. Formado en las escuelas de inteligencia de Francia y Rusia, hizo carrera como agente en varias misiones diplomáticas de Argelia, en países como Irán, Siria, Líbano, Yemen o Francia, hasta ser puesto al frente de la seguridad personal del expresidente Abdulaziz Bouteflika en 2004. Tras 11 años de “ángel guardián” de Bouteflika, en 2015 cayó en desgracia después de que se produjeran varios disparos contra la residencia del presidente en la ciudad de Zeralda, siendo condenado a 3 años de prisión por “negligencia”. Meydub, finalmente, logró librarse de la condena, pero quedó apartado de la vida pública, habiendo perdido el favor del círculo del expresidente.
Tras 7 años de travesía en el desierto, el agente logró un regreso triunfal desde los infiernos del ostracismo, siendo nombrado por el presidente Abdelmadjid Tebboune jefe del espionaje del país. Dos meses después de su rehabilitación, ahora Meydub pasará a ocupar el que, en la actualidad, podría ser el cargo de inteligencia más importante de la nación árabe, siendo la última apuesta de Argel para aportar de cierta estabilidad a su servicio de espionaje.

El caos en la inteligencia argelina comenzó en 2015. Entonces, Bouteflika purgó al que había sido jefe del entonces conocido como Departamento de Inteligencia y Seguridad (DRS) por más de dos décadas, el misterioso general Mohamed Mediene, también conocido como Tufik, un personaje digno de una novela de John Le Carré apodado “el Dios de Argelia” por su inmenso poder en las sombras del régimen.
Su defenestración respondió a una ola de purgas interpretada por los expertos como una lucha por el poder entre el círculo de poder del anciano expresidente, dirigido por su hermano Said, y el poderoso DRS. Bouteflika ganó el pulso, y el servicio de inteligencia, anteriormente considerado todo un “Estado dentro de un Estado” pasó a estar bajo el firme control del presidente, quien puso al frente al general Bashir Tartag.

Un año después, el Gobierno argelino disolvió directamente el DRS, sustituyéndolo por el organigrama actual, en el que un órgano del Ministerio de Defensa, la conocida como Coordinación de Servicios de Seguridad (CSS) se ocupa de la administración de 3 directorios distintos: la DGSI, ocupada del espionaje en el extranjero; la DGDSE, encargada de la contrainteligencia, y un departamento de seguridad electrónica.
En 2019, el movimiento popular contra el liderazgo del país, conocido como “Hirak argelino”, puso patas arriba, nuevamente, el servicio de inteligencia. El entonces jefe del Estado Mayor, Ahmed Gaid Salah, hombre fuerte tras la caída de Bouteflika, defenestró a Tartag, desde entonces en prisión, y puso la inteligencia del país bajo el firme control del Ejército.
A partir de entonces, se ha producido un baile de nombres al frente de los distintos órganos y directorios, acompañados de purgas y detenciones, generando una inestabilidad crónica fuertemente perjudicial para una agencia de inteligencia, donde la estabilidad y el surgimiento de una cultura de trabajo propia es vital para un funcionamiento adecuado.