La ONG International Crisis Group advierte sobre los diez principales focos de tensión en el mundo de cara al nuevo año 2023, entre los que se encuentran también Irán, Yemen, el Sahel y Etiopía

Armenia–Azerbaiyán: ¿el segundo gran conflicto de 2023?

photo_camera REUTERS/AZIZ KARIMOV - Vehículo blindado del ejército azerí con vehículos aéreos no tripulados (UAV) montados conduce durante el desfile para marcar la victoria en el conflicto de Nagorno-Karabaj en Bakú, Azerbaiyán 10 de diciembre de 2020

El 24 de febrero de 2022, la famosa “operación militar especial” rusa sobre Ucrania ponía fin al que –hasta entonces– se había considerado como el orden internacional pacífico más largo desde la Segunda Guerra Mundial. Al menos, si no se miraba más allá de las fronteras europeas. Siria, Afganistán, Yemen y la República Democrática del Congo son potencias que, muchos meses antes que el territorio ucraniano, ya se encontraban sumidas en conflictos denominados abiertamente “guerras”. Y así continúan a día de hoy. 

Ahora, la organización internacional independiente sin ánimo de lucro International Crisis Group (ICG), en su último informe “Diez conflictos para observar en 2023”, recoge una decena de focos de tensión que –ya sea porque representan ya enfrentamientos abiertos, o porque puedan convertirse en enfrentamientos en los próximos meses– deben ser analizados y monitoreados a lo largo de este año entrante. 

En este sentido, las complicadas relaciones entre Armenia y Azerbaiyán, en Asia Occidental, han convertido sus tensiones fronterizas de larga data en el segundo conflicto más preocupante del 2023. “Dos años después de su última guerra por la región de Nagorno Karabaj –recoge el documento en referencia a los territorios también denominados como ‘República de Artsaj’, internacionalmente reconocidos como parte de Azerbaiyán, y, en la práctica, habitados por una mayoría armenia–, Armenia y Azerbaiyán parecen ahora encaminarse a una nueva confrontación”. 

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Según la agencia de noticias Efe, el informe sostiene también que “una nueva guerra sería más corta, pero no menos dramática que el conflicto de seis semanas de 2020” donde más de 7.000 soldados de ambos bandos perdieron la vida. Y es que, tal como explica el International Crisis Group, “el impacto de la guerra en Ucrania ha repercutido en las crisis de todo el mundo […], siendo especialmente palpable en la región del Cáucaso Sur”. El enfrentamiento internacional entre la Rusia que ha invadido de Ucrania –y sus cada vez menos aliados–, y los países occidentales, se ha trasladado también al conflicto armenio-azerí en términos de intereses e influencias.

Después de ser considerado como el vencedor de la Segunda guerra del Alto Karabaj (Nagorno Karabaj), entre el 27 de septiembre y el 10 de noviembre de 2020, Azerbaiyán ha continuado fortaleciéndose militar, económica y geopolíticamente. “Su ejército supera varias veces al ejército de Armenia, está mucho mejor equipado y cuenta con el respaldo de Turquía”, explica el informe. Además, el crecimiento de la demanda de gas azerí –por parte de Europa– tras los cortes de suministros rusos “también parece haber envalentonado a Bakú”. Mientras, el bando armenio, la otra cara de la moneda, parece estar perdiendo progresivamente su potencial militar debido a las interrupciones en el suministro armamentístico de Moscú (mucho más próximo a Ereván). 

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Internacionalmente, los intentos de mediación rusos son percibidos por parte de la Unión Europea como una estrategia para defender sus intereses en la región. Y de la misma forma sucede a la inversa. “Circulan dos borrados de un acuerdo [de paz]: uno preparado por Rusia, y otro que Armenia y Azerbaiyán han desarrollado con el respaldo de Occidente”, explica el texto, subrayando que algunas de las secciones de sendos documentos son completamente contrarias. Sin embargo, ambos borradores ponen el foco de atención en el comercio y la situación de la frontera, dejando de lado el futuro de los armenios que habitan el Alto Karabaj. 

En 2020, el conflicto fronterizo de Nagorno Karabaj llegó a su fin tras un acuerdo de paz adoptado por Ereván, Bakú y Moscú –único actor internacional que en aquel momento pareció capaz de mediar entre las partes–, y pese a establecer la presencia de tropas rusas en la región para evitar nuevos enfrentamientos, lo cierto es que no ha logrado apaciguarse del todo. “En marzo y agosto [de 2021] las tropas azerbaiyanas capturaron más territorios en el Nagorno Karabaj, incluidas posiciones estratégicas en las montañas”, afirmaba el documento.

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Algo similar sucedía este pasado año 2022, con nuevos choques en agosto y septiembre, cuando los enfrentamientos dejaron a dos militares armenios muertos y 14 heridos, y, respectivamente en el mes de septiembre, otro soldado armenio más fallecido a manos del Ejército azerí. 

“Ahora, la guerra en Ucrania también ha ensombrecido las conversaciones de paz”, apuntaba ICG, “ni las conversaciones patrocinadas por Rusia, ni por Occidente, han conseguido acercar a las partes hacia un acuerdo sostenible. El fracaso de estos diálogos [el pasado mes de abril, en Bruselas] bien podría resultar en una guerra renovada”. 

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El informe ‘Diez conflictos para observar en 2023’ del International Crisis Group (una organización independiente creada hace casi 30 años) apunta también hacia los conflictos y los focos de tensión de Irán, Yemen, Pakistán, Taiwán, Etiopía, Haití, la República Democrática del Congo y el Sahel, además de Ucrania y el Nagorno Karabaj. 

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