Bruselas se convertía este miércoles en el escenario de un encuentro clave entre el primer ministro de la República de Armenia, Nikol Pashinian, y el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, donde se espera que se abra, finalmente, un marco formal para las negociaciones entre ambas potencias. La reunión, que ha tenido lugar bajo la mediación del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha despertado el optimismo en los Gobiernos azerí y armenio, y es que tanto los representantes de Ereván como de Bakú han afirmado estar depositando grandes esperanzas en estas conversaciones.
“Armenia declara una vez más que está lista para firmar un acuerdo de paz con Azerbaiyán y comenzar las negociaciones sin demora”, decía Nikol Pashinian durante una reunión con su Gabinete presidencial. “Ambos países debemos avanzar y firmar, lo antes posible, un acuerdo de paz”, puntualizaba Nikol, en medio de un aumento de las tensiones entre ambos países por la región fronteriza de Nagorno Karabaj. En esta misma línea, el presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, ha respaldado a Pashinian, y ha subrayado su confianza en el encuentro.

Los esfuerzos de la Unión Europea por convertirse –junto a Rusia– en otro de los mediadores neutrales clave en el conflicto, han despertado debates en el seno de la comunidad internacional. El paquete de ayudas concedido por Bruselas a seis naciones de la Asociación Oriental, en julio del año pasado, evidenció la inclinación de la Unión en favor de Armenia. Pero, sin embargo, los cambios en los flujos comerciales y energéticos causados por las sanciones a Rusia podrían provocar que los 27 se acercasen a Bakú en busca de reemplazos para el gas de Moscú.
Tan solo un día antes del encuentro en Bruselas, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, ha mantenido conversaciones separadas con ambos mandatarios, a quienes pidió que no desistieran en sus esfuerzos por alcanzar la paz.

“El secretario de Estado expresó su aliento para las negociaciones de paz, incluida la reunión del presidente Aliyev y el primer ministro armenio Pashinian con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Reiteró que Estados Unidos estaba dispuesto a ayudar, comprometiéndose bilateralmente y con socios de ideas afines, incluso a través de nuestro papel como Copresidente del Grupo de Minsk de la OSCE”, recogía un comunicado que el portavoz de Departamento de Estado, Ned Price, hizo público.
Sin embargo, el progresivo y sutil cambio en el discurso de los líderes armenios en las últimas semanas ha despertado –entre la oposición del país – el temor de que Ereván se resigne y ceda el control total de la región Nagorno Karabaj a Azerbaiyán. Por ello, Armenia se ha convertido en los últimos días en escenario de grandes manifestaciones en contra del acuerdo político de cinco puntos ofrecido por Bakú. Las dos partes habrían de reconocer la integridad territorial del otro, prometerían no reclamar territorios, no amenazarían su seguridad, demarcarían las fronteras y desbloquearían los enlaces de transporte; serían las cuestiones abordadas por el gobierno azerí.

Pashinian y otros funcionarios de su equipo han expresado que la propuesta sería aceptable, siempre y cuando los derechos de los armenios que viven en la región de Nagorno Karabaj estuviesen garantizados. Algo que alimenta las sospechas de que el mandatario planea reconocer la integridad territorial azerbaiyana que ya asume la comunidad internacional. Una integridad que incluye Nagorno Karabaj.
Los territorios de Nagorno Karabaj, actualmente conocidos bajo el nombre de República de Artsaj y reconocidos por Armenia como tal, han despertado desavenencias y tensiones entre Bakú y Ereván desde la caída de la Unión Soviética. De hecho, el territorio internacionalmente reconocido como azerbaiyano y habitado por una amplia mayoría armenia, ha sido testigo de dos guerras. Una primera, que duró seis años, entre 1988 y 1994, que se saldó con la victoria militar de Armenia; y una segunda, de poco más de un mes, entre finales de septiembre y noviembre de 2020.

Este último conflicto llegó a su fin con la declaración trilateral de un alto al fuego, firmada por Rusia, Armenia y Azerbaiyán, en noviembre de 2020, y convirtió a Rusia en la única potencia capaz de intermediar entre ambos países. A día de hoy, Moscú mantiene cerca de 2.000 efectivos en la región.
No obstante, la entrada de tropas azeríes hace escasas semanas en la estratégica localidad de Paruj, en Nagorno Karabaj, –usualmente patrullada por el contingente ruso de paz –, provocó las acusaciones de Ereván contra Bakú, a quien inculpó de violar el alto al fuego. Azerbaiyán, por su parte, rechazó estas denuncias, amparándose en el reconocimiento internacional de estos territorios como parte de su propio país.

El Consejo de Seguridad de Armenia ha condenado que, desde entonces, Azerbaiyán se encontraría “preparando el terreno para nuevas provocaciones y para llevar a cabo una ofensiva en Nagorno Karabaj”. Por ello, Ararat Mirzoyán, ministro de Asuntos Exteriores de Ereván ha subrayado la importancia de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y del Grupo de Minsk ahora que “Azerbaiyán utiliza los acontecimientos geopolíticos” del mundo para llevar a cabo “una política de limpieza étnica en Nagorno Karabaj”. “Ejemplo de ello es la invasión azerí de la aldea de Paruj, en la zona de responsabilidad del contingente de paz de la Federación Rusa”, ha dicho Mirzoyán.