El sábado pasado se decretó un alto el fuego que no está siendo respetado por ninguna de las partes beligerantes

Armenia y Azerbaiyán violan el alto el fuego humanitario

photo_camera AFP / Ministerio de Defensa de Armenia - Un soldat de l'armée de défense du Karabakh tire une pièce d'artillerie en direction des positions azéries lors des combats sur la région séparatiste du Haut-Karabakh le 28 septembre 2020

Tras dos semanas de intensos combates, la comunidad internacional asistía aliviada el sábado al anuncio del alto el fuego humanitario en Nagorno-Karabaj. Esta decisión, auspiciada por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CIRC), tenía como objetivo que la población civil pudiera salir, abastecerse de los recursos básicos y poder visitar a sus familiares y fallecidos. Además de para el intercambio de prisioneros de guerra, personas detenidas y los cuerpos de los muertos entre ambos bandos enfrentados.

Sin embargo, horas después del alto el fuego comenzaron a volverse a escuchar disparos y cañonazos. Las notas de prensa informaban de heridos, muertos y desplazados. Todo lo contrario a lo que esperaba la comunidad internacional con el alto el fuego.

Según las cifras que van saliendo, los combates de las últimas dos semanas han causado la muerte al menos a 438 integrantes de las fuerzas de defensa de Nagorno-Karabaj y a 41 civiles azeríes, según han informado este domingo las respectivas autoridades.  El Ministerio de Defensa karabají ha sumado en las últimas horas otros 25 militares fallecidos, con lo que eleva a 438 las bajas mortales que sus fuerzas han sufrido en dos semanas de combates.

Por la parte de Azerbaiyán, que lleva días sin dar cifras oficiales de bajas entre sus militares, la escalada de combates ha dejado al menos 41 civiles muertos y 200 heridos, según la Fiscalía General de Azerbaiyán citada por la agencia rusa Sputnik. Los ataques también han provocado daños en 1.165 casas particulares, 57 edificios residenciales y 146 instalaciones civiles.

La guerra ha continuado mientras Azerbaiyán y Armenia se han acusado mutuamente de violar el alto el fuego. "La mañana del 12 de octubre las Fuerzas Armadas de Armenia bombardearon la región de Agdam", se afirma en un comunicado del Ministerio de Defensa de Azerbaiyán. Según el parte azerí, las tropas armenias intentaron recuperar posiciones al sur de Nagorno-Karabaj, pero fueron repelidas. 

Los enfrentamientos de este fin de semana se han concentrado en el sur de la autoproclamada República de Artsaj. La portavoz del Ministerio de Defensa de Armenia, Shushán Stepanián, denunció que las fuerzas azerbaiyanas atacaron con fuego de artillería en el sur de Nagorno-Karabaj. "La noche en la zona del conflicto fue tensa. Ahora el enemigo castiga con intenso fuego de artillería el sector sur", escribió en Facebook Stepanián.

También se ha atacado Stepanakert, la capital karabají, escenario de varios bombardeos nocturnos durante el fin de semana, aunque parece que la vida pareció volver a la normalidad durante el día. Por otro lado,  Azerbaiyán denunció hoy que la artillería armenia atacó esta noche la segunda ciudad del país, Ganja, donde habrían muerto nueve personas, en el ataque más grave contra la población civil desde el inicio de las hostilidades.

Entre la población local hay grandes deseos de que el alto el fuego que entró en vigor el sábado se afiance. Algunos establecimientos y tiendas reabrieron sus puertas con mucha inseguridad. Pese al alto fuego humanitario que entró en vigor el mediodía de este sábado, las acciones militares no han cesado. El pasado 26 de septiembre en Nagorno-Karabaj se reanudó una guerra que se ha cobrado ya la vida centenares de civiles y soldados.

Azerbaiyán sostiene que la solución al conflicto con Armenia pasa necesariamente por la liberación de los territorios ocupados, demanda que ha sido respaldada por varias resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. Armenia, sin embargo, apoya el derecho a la autodeterminación de Nagorno-Karabaj y aboga por la participación de los representantes del territorio separatista en las negociaciones sobre el arreglo del conflicto. 

mapa fuerzas nagonor-karabaj
La comunidad internacional se vuelve escéptica y espera una resolución pacífica

Parecía que el viernes, tras la conversación de los ministros exteriores de Armenia y Azerbaiyán con el presidente ruso, Vladimir Putin, las conversaciones de paz iban a retomarse encabezadas por el Grupo de Minsk. 

Todos los países de la comunidad internacional han emitido comunicados a lo largo de las dos semanas que lleva activo el conflicto para pedir que cesen las hostilidades. Hasta Turquía, que en un principio ha apoyado a los azerís con milicias y material militar, ha pedido esta mañana respetar el alto el fuego humanitario.

Cuando se anunció el cese de hostilidades para poder realizar un intercambio de prisioneros y dar un respiro a la población karabají, el Ministerio de Exteriores de Turquía emitió en un comunicado que la decisión era "un importante primer paso pero, sin embargo, no sustituirá una solución duradera". Turquía, el principal aliado de Azerbaiyán en este conflicto, interpreta la aceptación del alto el fuego por parte azerí como "una última oportunidad para Armenia de retirarse de los territorios que ocupa".

Todo el mundo se preguntaba cuánto duraría la tregua. Solo unas horas fueron necesarias para contestar a esa pregunta y este hecho ha incomodado mucho a la comunidad internacional. Tanto el Grupo de Minsk, como la Comisión Europea y las Naciones Unidas han emitido su decepción por la ruptura de este alto el fuego humanitario.

Los ministros de Exteriores de Rusia y Turquía, Sergei Lavrov y Mevlut Cavusoglu, tuvieron una conversación telefónica el domingo y han destacado “la necesidad de cumplir a rajatabla todos los puntos de la declaración conjunta de los ministros de Exteriores de la Federación Rusa, la Republica de Azerbaiyán y la República de Armenia del 10 de octubre", ha informado el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso.

Para ambos países, las conversaciones del viernes pasado no pueden quedar en saco roto. Sobre todo si están auspiciadas bajo el paraguas ruso. Rusia sigue reiterando su disposición para mediar en el conflicto con el fin de poner fin a las hostilidades. Por su parte, una fuente del Ministerio de Exteriores turco ha indicado que Cavusoglu ha pedido a Lavrov que influya en Armenia para que cumpla con el alto el fuego.

tropas azeríes

Incluso el país vecino, Irán, ha urgido este lunes a Armenia y Azerbaiyán a que "se adhieran al alto el fuego y reanuden sus conversaciones en el marco del derecho internacional”. Y es que la República Islámica se ha visto afectada por el conflicto al impactar en su territorio algunos proyectiles debido a la cercanía de los combates con su frontera.

El Ministerio de Exteriores iraní pidió asimismo a las partes en conflicto respetar la integridad territorial y evacuar las ciudades ocupadas, según un comunicado. Estos pasos son fundamentales para preparar un diálogo que tenga como objetivo la paz y "una solución permanente y sostenible en la región", agregó Irán, que se ofreció a facilitar las conversaciones.

¿Por qué Nagorno-Karabaj está en guerra?

Este territorio se encuentra dentro de Azerbaiyán y es un pequeño enclave de población armenia que quiere independizarse y formar parte del país vecino (Armenia). Con 140.000 habitantes de los cuales el 90% hablan armenio en 1991 se autoproclamaron como Estado independiente creando la República de Artsaj.

Para entender cómo comenzó todo este conflicto territorial hay que volver a 1918, cuando Iósif Stalin, con la creación de la URSS, ocupó la región caucásica y dividió el territorio en tres repúblicas socialistas: Georgia, Armenia y Azerbaiyán. 

Como en muchos otros casos de la historia de la colonización, no se tuvo en cuenta las etnias y religiones que convivían en la zona. Así es como Nagorno-Karabaj se quedó dentro de Azerbaiyán a pesar de ser más afín a Armenia. Durante muchos años esta incómoda situación se mantuvo así sin querer llevar la contra a la cúpula soviética.

Pero cuando el imperio soviético empezó a flaquear, los habitantes de Nagorno-Karabaj comenzaron a manifestarse y Armenia, en un intento de ampliar su territorio, entró en una guerra con Azerbaiyán que duraría ocho años (1987-1994). Esta guerra se llevó por delante más de 30.000 vidas humanas y alrededor de un millón de desplazados.

A pesar de que la URSS intentó evitar esta anexión armenia, sus prioridades empezaban a concentrarse en sobrevivir. Así es como el régimen soviético se fue desinflando sin poder ejercer ningún tipo de influencia. En 1991 la región de Nagorno-Karabaj se autoproclama independiente creando la República de Artsaj. Este nuevo Estado comparte administración y bancos con el país armenio que, además, durante la guerra ganó terreno azerí rodeando la zona este del país recién autoproclamado.

La guerra acabó en el con los azerbaiyanos como grandes perdedores ya que, de repente, se encontraron con un 20% de su país invadido por Armenia y una república independiente proclamada sin su consentimiento. Alrededor de unos 800.000 azeríes tuvieron que abandonar la zona ocupada tras la guerra. 

Mapa Nagorno Karabaj

Este Estado no ha sido reconocido por ningún país de las Naciones Unidas, pero las actividades diplomáticas para reconocer la región han hecho (y siguen haciendo) grandes esfuerzos para conseguir sus objetivos. El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, ha proclamado en distintas ocasiones que “sus mayores enemigos son los armenios” y no ha dado ningún signo de querer resolver este conflicto del que se sienten víctimas históricas.

En la ciudad de Madrid, en 2009, se hizo un intento de avivar la resolución del conflicto en el que se propusieron tres líneas para relajar las tensiones: primero, los habitantes de Artsaj podrían decidir si ser de Armenia o de Azerbaiyán. El segundo punto instaba al Ejército armenio a retirarse de la región ocupada al sureste de Nagorno-Karabaj. Y, por último, Azerbaiyán garantizaría un corredor humanitario para todos los que quieran salir de Artsaj hacia Armenia.

Estas conversaciones quedaron en saco roto ya que ninguno de los dos países estaba dispuesto a renunciar al territorio de Nagorno-Karabaj. Las tensiones se han ido acumulando hasta ahora, que han vuelto a reanudar el enfrentamiento militar dejando decenas de heridos, según informan fuentes de los Ministerios de Densa de ambos bandos.

Durante febrero de 2020 los líderes de ambos países se dejaron ver por primera vez en público durante la Conferencia de Seguridad de Múnich. Tanto Nikol Pashinián, primer ministro armenio como, Ilham Aliyev, estuvieron discutiendo en una conferencia sobre las razones históricas que justificaban la pertenencia a uno u otro del territorio en discordia. La charla no dejó entrever ningún tipo de acuerdo, pero la idea de que debatiesen en público abría la puerta a la esperanza de un futuro en paz.

Nada más lejos de la realidad, siete meses después ambos países han retomado las armas y, ahora mismo, no parece que tengan intención de parar. Azerbaiyán quiere recuperar su territorio perdido y, de paso, controlar la república de Artsaj sobre la que no tiene ninguna competencia desde su autoproclamación. 

Por otro lado, Armenia siente el deber de seguir defendiendo a los ciudadanos que viven en Artsaj, pretexto anexionista para seguir controlando la zona. De momento, Pashinián ha prohibido la salida del país a hombres de entre 18 y 55 años por si acaso tiene que mandarlos al frente. Decisión que deja entrever que puede que el conflicto se alargue más de lo debido.

Hoy mismo, el ministro armenio de Asuntos Exteriores, Zohrab Mnatsakanián, se reúne con su homólogo ruso, Lavrov, para abordar el tema del alto el fuego y la pérdida de posiciones que está sufriendo Armenia durante la ofensiva contra el Ejército azerí.

La comunidad internacional está muy interesada en estas reuniones para poder frenar las hostilidades y retomar las conversaciones. Ambos países parecen estar de acuerdo como “entablar conversaciones” pero, a la vez, no quieren frenar el conflicto militar. Situación que confunde y alarma a los países vecinos y el grupo de negociación, cuyos principales objetivos son velar por la seguridad de la población civil que habita en las zonas afectadas.

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