Paco Soto
Pie de foto: El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y el líder del Polisario, Mohamed Abdelaziz.
La crisis entre la ONU y Marruecos, desde que las autoridades marroquíes decidieron expulsar a 83 miembros de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO) y cerrar la oficina de enlace militar en la antigua colonia española, sigue presente. Rabat tomó esta decisión con la MINURSO tras unas polémicas declaraciones del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en las que el surcoreano califico de territorio “ocupado” por Marruecos el Sáhara Occidental. Finalmente, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, compuesto por países favorables y contrarios a las tesis de Marruecos sobre el conflicto saharaui, analizó la última crisis y se pronunció a favor de que la MINURSO prolongue su actividad hasta el 30 de junio de 2017. Y Ban Ki-moon, en su informe ante el Consejo de Seguridad, no descartó una vía de solución al conflicto que no sea el referéndum de autodeterminación que defiende el independentista Frente Polisario apoyado por Argelia.
Todo parecía volver a su causa, pero hace unos días, Ban Ki-moon envió una carta al líder del Polisario y presidente de la República Árabe, Saharaui y Democrática (RASD), Mohamed Abdelaziz, en la que el secretario general de la ONU dio las gracias al citado dirigente, al que calificó de “excelencia”, por la “cálida hospitalidad” que le brindó durante su visita a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf (Sáhara argelino). La carta de Ban Ki-moon fue la respuesta a un primer escrito que le mandó el jefe del Polisario. Esto puede parecer puramente anecdótico y protocolario, pero no lo es en Marruecos, donde algunos medios ya han reaccionado críticamente contra Ban Ki-moon.
Falta de neutralidad
Marruecos no ve con buenos ojos al máximo responsable de Naciones Unidas, porque sostiene que no es imparcial y neutral en el conflicto del Sáhara Occidente y se decanta por las tesis independentistas del Polisario y Argelia. Además, acusa a Mohamed Abdelaziz de no ser ni líder de un movimiento de liberación nacional ni presidente de un país soberano -la parte de la antigua colonia española controlada por los independentistas- sino un impostor manipulado por el régimen argelino. En la misma línea, Rabat asegura que los saharauis de Tinduf no son refugiados sino seres humanos “secuestrados” por el Polisario. Muchos antiguos dirigentes del Polisario que abandonaron este movimiento defienden los mismos argumentos y dentro del independentismo saharaui hay grupos que también acusan a Abdelaziz de ser un instrumento al servicio de los intereses geoestratégicos de Argelia.
Pero la posición oficial de la ONU y de la Justicia internacional es que el Sáhara Occidental es un territorio administrado de facto por Marruecos pero donde no está resuelta la cuestión de la soberanía, y esta problemática es consecuencia de un proceso de descolonización mal resuelto. Así las cosas, los observadores más razonables y pragmáticos en Marruecos, Argelia, España, Estados Unidos y Francia, y también dentro del campo independentista saharaui, creen que la solución al conflicto tiene que pasar previamente por un sólido acuerdo político entre las partes enfrentadas.
Testigo del drama saharaui
La resolución 2285 del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el Sáhara Occidental no condenó ni sancionó a Marruecos por haber expulsado a la MINURSO, pero tampoco le dio la razón en la interpretación de la crisis. Parece bastante evidente de que Ban Ki-moon siente simpatía por el Polisario y los miles de refugiados saharauis que viven en condiciones infrahumanas en los campamentos de Tinduf. En la carta que le mandó el secretario general de la ONU a Abdelaziz, le dijo que la visita a los campamentos argelinos “me ha permitido ser testigo de la situación humanitaria tremendamente difícil” que sufren los saharauis, según informa SPS, la agencia de prensa del Polisario.
En principio, el próximo mes de junio la ONU organizará en Ginebra un congreso internacional para recolectar fondos económicos en favor de la población de los campos de Tinduf. El surcoreano se mostró convencido de que “las profundas discusiones” que mantuvo con Abdelaziz facilitan “la mejor comprensión de los problemas del proceso de negociación en el Sáhara Occidental”. Además, Ban Ki-moon se declaró “emocionado por el intercambio” que mantuvo con muchos jóvenes saharauis.
Pie de foto: Mujeres y niños saharauis en los campamentos argelinos de Tinduf.
Superar los desafíos
Muchos de estos jóvenes saharauis sin presente ni futuro se pronuncian a favor de empuñar de nuevo las armas contra Marruecos, y algunos expertos en materia de seguridad consideran que podrían acabar atrapados en las redes del terrorismo yihadista o de la delincuencia internacional. Ban Ki-moon se mostró optimista en la carta y dijo que “estoy convencido de que superaremos los desafíos”. El Gobierno marroquí de Abdelilah Benkirane todavía no ha reaccionado oficialmente a la carta de Ban Ki-moon. En cambio, hace unos días, el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Salaheddine Mezouar, calificó de “anarquía creadora” la política de Estados Unidos en el Magreb. Marruecos no está satisfecho de la posición de Washington en el conflicto saharaui.
Estados Unidos, movido por el pragmatismo y sus intereses geoestratégicos en materia económica, política y antiterrorista, considera que Marruecos es uno de sus aliados más firmes en el Magreb, pero también mantiene una sólida relación con Argelia, que tiene mayor peso en la región y mucha experiencia en la lucha antiterrorista. El complejo equilibrio que mantiene la Casa Blanca entre las dos potencias magrebíes, Marruecos y Argelia, no satisface plenamente a Rabat y tampoco entusiasma a Argel. En tiempos del rey Hasan II, Marruecos era el amigo fiel de Estados Unidos y Argelia, un país no alineado que aplicaba un socialismo de estado con cierto tinte soviético y apoyaba a países y movimientos hostiles a los intereses estadounidenses.