Eloísa Cózar Navarrete
Pie de foto: El expresidente de Brasil, Michel Temer, fue arrestado el jueves como parte de una extensa investigación anticorrupción. ALEJANDRO PAGNI / AFP
El expresidente brasileño Michel Temer ha sido arrestado este jueves en su casa de Sao Paulo por la Policía Federal Brasileña por su supuesta vinculación con el caso Lava Jato, una de las mayores operaciones anticorrupción de la historia de Brasil y por el que ya está encarcelado otro expresidente, Lula Da Silva. Además de a Temer, el juez federal de Río de Janeiro, Marcelo Bretas, ha solicitado también el arresto de diez personas más, que incluyen a Wellington Moreira Franco, ex ministro de Minas y Energías e importante colaborador del expresidente dentro del partido del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), el cual fue capturado también el jueves en Río de Janeiro.
La orden de detención se ha decidido en el marco de una investigación abierta en el que se estaban verificando nuevas irregularidades en contratos firmados por empresas que ya habían sido condenadas por la trama Lava Jato. Tal y como informan medios nacionales, la denuncia fue interpuesta por José Antunes Sobrinho, propietario de la empresa Engevix, quien aceptó ventajas judiciales a cambio de su confesión. De acuerdo con el empresario, los dirigentes del Movimiento Democrático Brasileño (MDB) se habrían visto favorecidos por el pago de sobornos por parte de empresas que se adjudicaron contratos con la estatal eléctrica Eletronuclear. Más concretamente, Sobrinho especifica que él pagó sobornos para adjudicarse uno de los contratos de construcción de la central nuclear de Angra 3, unos contratos firmados en el año 2016, cuando Temer ya presidía Brasil. De acuerdo con el denunciante, este pago de comisiones ilegales era de conocimiento tanto de Temer como de Moreira Franco y otros dirigentes del partido MDB.
A la vez que la prisión de Temer presagia una trama de corrupción aún más profunda e interconectada entre los principales dirigentes del partido MDB, la proliferación de las detenciones por la Lava Jato ha enturbiado aún más el clima político de Brasil, pudiendo poner en jaque los proyectos futuros del actual presidente, Jair Bolsonaro.
Desvíos de fondos por valor de más de 470 millones de dólares
Por su parte, la Fiscalía del caso ha acusado directamente al expresidente brasileño de ser el principal líder de una organización criminal que incurrió en delitos de corrupción, malversación y lavado de dinero. En una rueda de prensa en Río de Janeiro, Fabiana Schneider, una de las responsables de la investigación, aseguró que la Fiscalía identificó “una organización criminal que viene actuando desde hace cuarenta años y que opera hasta hoy, liderada por Michel Temer, que desvía recursos púbicos de entidades en las que el expresidente ha tenido influencia por los cargos que ha ejercido”. Una organización que, tal como explicó la propia fiscal, nació en los años 80, cuando Temer ejercía como secretario de Seguridad Pública de Sao Paulo. Durante estos años, Temer conoció al coronel Joao Baptista Lima Filho, también preso, quien habría actuado como el “principal operador financiero en los desvíos de fondos”. Es en este momento cuando la fiscal Schneider fija la creación de Argeplan, “una de las empresas que se adjudicó uno de los contratos irregulares de Eletrobrás” y otros acuerdos públicos con diferentes entidades y utilizada principalmente para desviar fondos.
En total, según los cálculos de la Fiscalía, la organización liderada por Michel Temer habría desviado cerca de 1.800 millones de reales (unos 473,7 millones de dólares) desde 1980. Es más, según la fiscal Schneider, en un registro a la sede de la empresa se encontraron numerosos documentos de promesas de pagos a una persona únicamente identificada con las iniciales MT, que serían tenidas en cuenta por la Fiscalía como pertenecientes a Michel Temer. Entre las pruebas que se encontraron durante el registro, la Fiscalía destaca un intento de depósito de 5,3 millones de dólares a Argeplan, un pago de más de 400.000 dólares en obras de reforma en la casa de una de las hijas del expresidente, y una serie de contratos ficticios con una empresa tapadera, perteneciente a un amigo de Lima Filho, la cual realizó de 2010 a 2016 transferencias por valor de 4,5 millones de dólares a Argeplan.
Pie de foto: Michel Temer, subiendo a un vehículo después de ser arrestado en la investigación 'Car Wash', el 21 de marzo de 2019, en el área metropolitana de Sao Paulo en Brasil. HO / BANDTV / AFP
Tal y como informan medios nacionales, Michel Temer estaba siendo oficialmente investigado por el caso de corrupción Lava Jato desde mayo de 2017, cuando salieron a la luz varios audios en los que se escucha al expresidente dar autorización a la empresa cárnica JBS para el pago de más de 600.000 dólares a favor de Eduardo Cuhna, diputado y preso por corrupción en el escándalo de Petrobas, investigación también enmarcada dentro de la operación Lava Jato. Ante la presentación de varias pruebas inestimables, la Fiscalía ya había solicitado hasta en dos ocasiones ante la Corte Suprema la apertura de juicios por corrupción contra Temer, pero amparándose en el apoyo del Congreso, estas causas no llegaron a materializarse. Emprender cualquier juicio abierto contra el expresidente previamente exigía, pues, la pérdida del fuero privilegiado que le otorgaba su mandato, lo cual no ocurrió hasta el pasado 1 de enero. Actualmente, Michel Temer se enfrenta a diez investigaciones por sospechas de corrupción, cinco de ellas abiertas en 2019, ante las cuales se ha declarado siempre inocente y denuncia que está siendo víctima de “una persecución”.
Las reacciones al arresto del expresidente brasileño no han tardado en llegar. El propio Temer ha calificado su detención como una “barbaridad” y el también expresidente Lula Da Silva ha cargado desde su cuenta de Twitter contra los investigadores de la trama de Lava Jato, señalando que la Fiscalía y la Policía Federal “no pueden quedarse haciendo espectáculo”. Por su parte, Jair Bolsonaro, sucesor de Temer desde el pasado mes de enero, se ha referido también a la noticia desde su cuenta de Twitter, señalando la necesidad de que “cada uno responda por sus actos, la justicia nació para todos”.
Segundo presidente brasileño detenido en el marco de las investigaciones de Lava Jato: el desplome de la política brasileña
Michel Temer accedió a la presidencia de Brasil en agosto de 2016, cuando su predecesora, Dilma Rousseff, fue destituida por el Senado del país tras someterse a un impeachment por irregularidades en la ley presupuestaria y por sospechas de implicación en casos de corrupción. Y es que Michel Temer se ha convertido en el segundo presidente brasileño detenido en el marco de estas investigaciones en menos de un año: Lula Da Silva, de 73 años, lleva casi un año en prisión desde que las investigaciones le situaran como el “epicentro” de la trama de corrupción más extensa a la que se ha enfrentado nunca Brasil.
Pie de foto: La expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff ,el expresidente Michel Temer y el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva frente al palacio de Planalto en Brasilia, Brasil, el 1 de enero de 2011. REUTERS/Paulo Whitaker
La operación Lava Jato ha supuesto, hasta ahora, la detención de más de 150 cargos políticos, con penas que suman más de 2.240 días en total. Una operación que en portugués significa “autolavado” y comenzó con la detención de 24 personas en marzo de 2014, cuando la Policía Federal de la ciudad de Curitiba descubrió que una pequeña gasolinera de la ciudad de Brasilia se utilizaba como estructura para lavar grandes cantidades de dinero. Pronto se pusieron en marcha investigaciones que han ido descubriendo multitud de irregularidades, hasta culminar en torno a la estatal Petrobras y la constructora Odebrecht.
Las continuas acusaciones a las esferas políticas brasileñas han causado una inevitable conmoción que ponen en jaque los dirigentes actuales. La detención de Temer ha generado un impacto mediático sin precedentes, en un momento en el que la popularidad del actual mandatario, Jair Bolsonaro, está en un momento especialmente crítico a raíz de una crisis interna en el gabinete de su Gobierno, tras las también acusaciones de corrupción que impregnan al Partido Social Liberal (PSL). A día de hoy, la aprobación de la gestión de Bolsonaro ha caído estrepitosamente los tres primeros meses de 2019, según reveló el Instituto Brasileño de Opinión.