Fundación Alternativas celebra una mesa redonda por el décimo aniversario de las diferentes revoluciones que se propagaron por todo Oriente Medio

Diez años después de la Primavera Árabe: ¿cómo se propagaron y hasta dónde han llegado?

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Los movimientos motivados por la “ruptura del contrato social que había entre gobernantes y gobernados” en los países de Oriente Próximo cumplen este año una década desde sus inicios. 

En base al documento creado por Ricard González Samaranch, “Las brechas que desestabilizan la Vecindad Sur: de la Primavera Árabe a la era COVID-19", la Fundación Alternativas abrió este martes una mesa redonda para abordar el tema.

Con la moderación de Itxaso Domínguez, y las intervenciones de la escritora siria Leila Nachawati Rego y del periodista Ricard Gonzalez se ha expuesto el temas desde una  visión más actual sobre estas revoluciones. Las cuales empezaron hace diez años, pero no han terminado. 

“Fue una ruptura del contrato social, es decir, del pacto tácito o implícito que había entre gobernantes y gobernados en prácticamente todos estos países de los que estamos hablando de la vecindad sur” arranca Ricard sobre el debate. Menciona además que el cambio en las políticas económicas y en los derechos sociales, son los jóvenes y las clases medias los que fueron afectados y los principales factores que impulsaron las revueltas. 

Estas revoluciones fueron impulsadas por una larga serie de problemáticas entre las cuales está el paro juvenil, la pobreza y el aumento de las desigualdades. Pasados diez años se han agravado en muchos países y los motivos siguen estando vigentes. Ahora estamos viendo una especie de resurgir de las revueltas, como puede ser el caso de Argelia o del Líbano.

Menciona Leila Nachawati que estas reivindicaciones estaban muy bien resumidas con los propios eslóganes de los manifestantes y de los manifestantes en toda la región, en tres palabras: libertad, justicia y dignidad.

Dijo que “es evidente que los procesos de 2011 fueron derrotados en el sentido de que no ha fructificado su mayoría en un resultado que traiga una vida digna a éstas, a estas poblaciones, a una vida mejor.” Sin embargo no se puede hablar de una derrota. 

La derrota o no derrota ha suscitado en la mesa un largo y bien argumentado debate. No se quiere mencionar que se haya perdido, pues en países como Túnez no se está como se querría estar, pero tampoco como no se querría estar. Además sigue habiendo movimientos similares en Sudán, Argelia, Líbano, Irak… 

Nachawati menciona que “para mí, más que hablar de victoria, éxitos, fracasos, yo hablaría de que hemos perdido, hemos perdido muchísima rendición de cuentas". Añade que “ha avanzado la impunidad (…) de lo que nos permite seguir teniendo esperanza, la esperanza no se pierde nunca”. Y que “pese a todo, la represión no termina de cancelar, la de anular por completo los deseos de cambio.” 

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Hace referencia a que es importante salir de esta lógica de “fracasos y victorias absolutas y simplistas” y reconocer los matices, los avances que se están desarrollando con tantas dificultades y en contextos tan corruptos son más importantes que nunca. Igual que el hecho de que ni toda la represión del mundo ha logrado anular las aspiraciones de una vida digna.

La solidaridad internacional, desde el punto de vista de Nachawati respecto al caso concreto de Siria, “tal y como se entiende históricamente, ha muerto en Siria". Creo que ha sufrido muchos varapalos en conflictos anteriores en la época de Yugoslavia, en distintos momentos con los posicionamientos políticos, geopolíticos de Rusia y Estados Unidos. 

Asimismo, se explica a lo largo de la sesión cuál es la unión de los países en los que ha hecho un efecto rebote, es decir, en los que a consecuencia de ver al país vecino luchar, se ha comenzado a hacerlo. Entre ellos, según González, vemos la unidad de un mundo árabe que parece que ha muerto, pero que continúa existiendo por un hecho muy importante, que es compartir una lengua. 

“Entonces, los eslóganes que ha mencionado antes Laila, pues incluso también el eslogan que fue de los más característicos, ‘que el pueblo quiere la caída del régimen’, fue un eslogan que corrió como la pólvora” afirma Ricard González. “Un poso cultural compartido nuestros entre todos estos países y que explica por qué saltó la revuelta tan rápido de un país a otro. Y en cambio, sí pudo haber también influencia en otros movimientos fuera del mundo árabe.”

Además, vivir bajo el mismo régimen a sus espaldas durante décadas, sea una monarquía o una república totalitaria, ha dado lugar también al “contagio”. 

Sin embargo, por ejemplo en Túnez actualmente hay protestas nocturnas, a veces también de día y manifestaciones por parte de jóvenes que están repitiendo algunos lemas de la Primavera Árabe hablando de la caída del régimen. Entonces dice González “yo creo que esto es una de la una demostración palmaria de las carencias de los cambios en Túnez”

Añade que “se suele decir allí que la transición política ha sido relativamente exitosa porque se han celebrado ya. Creo que son seis o siete procesos electorales y todos han transcurrido con normalidad, con transparencia, sin ningún tipo.”

Mencionando en concreto la Unión Europea y de España desde 2010, 2011 hasta ahora se alude a que en 2011, se aceptó el chantaje de estas dictaduras. Se aceptó estructuras tremendamente represivas como la de Egipto, como la de Siria, como la de Túnez, mantuviesen una especie de control o de represión de las poblaciones a cambio de unas relaciones fluidas con países europeos y occidentales.

Tras las preguntas de los oyentes y visitantes, se ha abordado el tema de los Hermanos Musulmanes en Egipto y el apoyo de la población árabe hacia Palestina. En busca de encontrar sitio a “Palestina” en medio de las revoluciones. 

Los temas abordados y expresados han sido extensos y argumentados por todas las partes. Finalmente la conferencia concluye con la idea de que Palestina recibe apoyo de la opinión pública árabe e Israel lo hace de parte de los intereses políticos de los Estados árabes. 

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