“He tomado la decisión de iniciar una operación militar especial. Su objetivo será defender al pueblo que durante ocho años ha sufrido persecución y genocidio por parte del régimen de Kiev. Para ello, apuntaremos a la desmilitarización y desnazificación de Ucrania”. Con estas palabras, pronunciadas por el presidente ruso, Vladimir Putin, comenzaba la invasión rusa de Ucrania la madrugada del pasado 24 de febrero.
Después de meses acumulando tropas en la frontera, los tanques rusos entraron en el país mientras la fuerza área rusa invadía el espacio aéreo ucraniano lanzando ataques contra infraestructuras civiles. Tras 41 días de guerra y después de dejar miles de muertos, tanto Rusia como los grupos más afines a Moscú continúan justificando esta agresión militar, considerándola una ‘cruzada’ contra los nazis ucranianos.

Pero ¿qué hay detrás de las declaraciones de Putin y de los argumentos de la propaganda rusa? ¿En qué se basa el Kremlin para defender la invasión? ¿Qué influencia tienen los grupos extremistas ucranianos?
?? #Ukraine Los combates en Mariupol continúan.
— Atalayar (@Atalayar_) March 29, 2022
?️La lucha urbana ya se inició hace semanas, y deja imágenes como esta.
?Un combatiente ucraniano falla su tiro de misil antitanque que rebota contra la torre de un T-72B. pic.twitter.com/h8UhwBt3ZX
En primer lugar, es necesario remontarse a la época de la Segunda Guerra Mundial y a la expansión del nazismo en Europa. Una parte de la sociedad ucraniana, al igual que ocurrió en la mayoría de los países que fueron invadidos por el Ejército alemán, comenzó a colaborar con los nazis cuando estos entraron en el país en 1941. La propaganda nazi en Ucrania presentaba a los alemanes como “amigos del pueblo” ucraniano y al dictador Adolf Hitler como un “liberador”.

En este punto cabe destacar la gran represión ejercida por parte del régimen de Iósif Stalin contra la población ucraniana. Un buen ejemplo de ello fue el Holodomor, una hambruna planificada por el Estado que mató de hambre alrededor de 4 millones de personas entre 1932 y 1934. Además de la muerte por inanición, 5.400 personas fueron ejecutadas y 125.000 fueron enviadas a los gulags de Siberia acusadas de robar comida, según señala el historiador J.M. Sarduní a Historia National Geographic. Sarduní, al igual que otros académicos, defiende que Stalin, con esta hambruna, buscaba “reprimir cualquier síntoma de rebrote del nacionalismo ucraniano que se definía como proeuropeo y anti-Moscú”.

Por ello, una parte de la sociedad ucraniana vio en la invasión nazi la oportunidad de luchar contra el régimen soviético y obtener así la independencia. En este sentido se creó la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUNb), dirigido por Stepan Bandera, y posteriormente su brazo armado, el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA). Este grupo paramilitar fue mencionado en un ciberataque contra páginas web del Gobierno ucraniano a principios de año mientras crecía la amenaza sobre una invasión rusa.

No obstante, más de 5 millones de ucranianos perdieron su vida luchando contra el nazismo. Asimismo, la comunidad judía del país fue asesinada y deportada a campos de exterminio. En este punto se sitúa la familia del presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, de origen judío.

Tal y como aseguró, su abuelo fue uno de los muchos ucranianos que luchó en el Ejército soviético para combatir a los nazis. “A ustedes (los rusos) se les dice que somos nazis. Pero ¿puede un pueblo que dio más de 8 millones de vidas por la victoria sobre el nazismo apoyar a los nazis?”, declaró el líder ucraniano poco después de que Moscú lanzase su ofensiva para “desnazifizar” el país.
Décadas después, el nacionalismo ucraniano y algunos de sus líderes, como Bandera o Iván Pavlenko, continúan estando muy presentes dentro de una parte de la sociedad del país. Las protestas en Maidán, la anexión de Crimea por parte de Moscú y la posterior guerra del Donbás ha acentuado ese nacionalismo que, en algunos casos, ha adoptado tintes muy extremistas.

Las imágenes de Bandera, colaboracionista nazi, fueron muy recurrentes durante las manifestaciones en la céntrica plaza de Kiev en 2013. Por ello, tal y como afirma Brian Taylor, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Siracusa y autor de The Code of Putinism, a BBC News, “esta referencia a los nazis y los neonazis se volvió muy prominente en los medios rusos alrededor de diciembre de 2013”. Los ucranianos volvieron a sacar pancartas de Bandera el día de su aniversario, el pasado 1 de enero, coincidiendo con la acumulación de tropas rusas en la frontera.

Sin embargo, Taylor también destaca que existe una parte de la población ucraniana que recuerda esos intentos de lograr la independencia de Ucrania cooperando con Hitler, no como una colaboración con el nazismo, “sino como actos de patriotas y héroes nacionales ucranianos”.

De las protestas del Maidán y el posterior conflicto con los prorrusos del Este nacieron grupos de ideología nacionalista que en ocasiones han sido calificados de neonazis, como el Batallón Azov, Pravy Sektor (Sector Derecha) o el partido político Svoboda. La aparición de estos movimientos fue utilizada por el Kremlin para denominar como “golpe de Estado” la destitución del prorruso Viktor Yanukovych. Asimismo, la carta de los neonazis en el poder se jugó para justificar la anexión de Crimea.

El Batallón Azov, que está integrado dentro de la Guardia Nacional de Ucrania, ha concentrado sus operaciones en Mariúpol en los últimos años, la ciudad costera que está sufriendo grandes estragos por la guerra. Por este motivo, la localidad portuaria es uno de los principales objetivos de Moscú, que ha acusado en varias ocasiones al batallón de usar a la población civil como escudo humano, así como de impedir el uso de corredores humanitarios. El Ministerio de Defensa de Rusia también aseguró que Azov fue responsable del bombardeo al teatro que albergaba civiles.

Los emblemas nazis que luce el Batallón Azov, unido a las polémicas declaraciones de su fundador, Andriy Biletsky, desprestigian profundamente al Ejército ucraniano, así como al propio país. Azov ha sido acusado de cometer crímenes de guerra y violaciones en zonas de conflicto. Además, en un informe de 2015, Naciones Unidas acusó al grupo de desplegar deliberadamente sus armas en edificios residenciales civiles para ocultarlos de las fuerzas enemigas. Un año después, el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos acusó a los grupos armados de ambos bandos del conflicto de Donbás, incluido Azov, de abusos contra los derechos humanos.

Medios de comunicación señalan al empresario ucraniano-chipriota-israelí Ihor Kolomoisky como el principal financiador del grupo. Tal y como informa el periódico árabe Asharq, la subvención de la brigada por parte de Kolomsky se remonta al año 2014, cuando las autoridades ucranianas, con el objetivo de formar un frente contra los separatistas prorrusos, otorgaron más responsabilidad sobre los gobernantes regionales.
Para ello, Kiev decidió nombrar a ucranianos ricos como gobernadores municipales y regionales. Kolomsky fue nombrado gobernador del óblast de Dnipropetrovsk, región en el este del país, cerca de la influencia prorrusa. Por este motivo, el multimillonario ucraniano decidió financiar a las milicias de extrema derecha de la zona.

No obstante, el expresidente ucraniano Peter Poroshenko destituyó a Kolomsky como gobernador regional y, en 2021, debido al financiamiento de Azov y las acusaciones de corrupción durante su mandato, Estados Unidos decidió imponer sanciones al magnate.
Dentro del entrenamiento y el armamento, se ha apuntado a Israel, Canadá y Estados Unidos. En primer lugar, los combatientes de Azov han portado armas de fabricación israelí, como el rifle Tavor o la ametralladora Neguev. Por otra parte, autoridades militares canadienses se han reunido con líderes del Batallón. Respecto a Washington, Ivan Kharkiv, uno de los comandantes de Azov, aseguró al periódico estadounidense The Daily Beast que Estados Unidos había preparado programas de entrenamiento para el grupo.

Ahora, con la invasión rusa, muchos combatientes radicales europeos se han unido a las filas de Azov para luchar contra las tropas rusas. Este aspecto en concreto preocupa a Colin P. Clarke, investigador principal del Centro Soufan, quien revela a CNN que los extremistas de ultraderecha en Europa pueden adquirir “experiencia de combate y entrenamiento en Ucrania y luego lo utilicen para ataques terroristas”.
Los vínculos de Azov con movimientos neonazis europeos no es algo nuevo. Según detalla el medio alemán DW, durante años la milicia ucraniana ha mantenido contactos con movimientos de extrema derecha en el extranjero, incluido con grupos de Alemania.

Con la actual guerra, el Batallón Azov y otros grupos ultras ucranianos han vuelto a cobrar protagonismo en el conflicto, además de tener un papel especial dentro de la propaganda rusa. Mientras Moscú asegura “liberar” al país del nazismo, los seguidores de Putin defienden que la guerra busca desnazificar Ucrania, aunque estos grupos paramilitares no tengan la influencia que se cree.

“Ucrania no está controlada por nazis o fascistas, a pesar del crecimiento de grupos ultranacionalistas y fascistas en los últimos años, un problema global que no es exclusivo a Ucrania”, destaca Amy Randall, experta en Rusia, a BBC. Randall, igualmente, hace referencia al pasado familiar de Zelensky, asesinados durante el Holocausto.
En este punto coincide Alexander Ritzman de la ONG Counter Extremism Project, quien recalca a CNN que Ucrania “no es una cloaca para los simpatizantes nazi”. Ritzman recuerda que, en las elecciones de 2019, el ala política de Azov solo se obtuvo el 2,15% de los votos, lo que dejó fuera del Parlamento a Biletsky.

Asimismo, el analista en la ONG centrada en extremismo sostiene que también hay destacados actores de ultraderecha en Rusia. “Existe un problema de ultraderecha en ambos bandos del conflicto, pero parece que hay un sesgo en informar solo sobre el problema de la ultraderecha en Ucrania”, añade.
The head of the DNR, Denis Pushilin, awarding a medal to Lieutenant Colonel Timur Kurilkin for "destroying 250 Nazis" - which is ironic, considering Kurilkin has two neo-Nazi patches clearly visible on his uniform. pic.twitter.com/JPXzkzts04
— Jimmy (@JimmySecUK) April 4, 2022
Putin utiliza la relevancia que tiene la Segunda Guerra Mundial y la lucha contra el nazismo dentro de la sociedad rusa para justificar y defender la guerra en Ucrania. La lucha contra los supuestos nazis de Kiev alimenta el orgullo nacional, que parece revivir los acontecimientos heroicos de la década de 1940, aunque lo único que se repite de esos años son los bombardeos, el sufrimiento y las estaciones de trenes llenas de gente que trata de huir de la guerra.