El exministro de Exteriores, Josep Piqué, y el presidente del Real Instituto Elcano, Juan José Ruiz, protagonizan las conversaciones por el 50 aniversario de Colpisa

“Es muy difícil que las democracias desarrolladas impongan sus valores”

PHOTO/COLPISA - El director de Atalayar, Javier Fernández Arribas, modera el diálogo entre el exministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de España, Josep Piqué, y el presidente del Real Instituto Elcano, Juan José Ruiz

El cada vez más denostado cuarto poder, eso que acostumbramos a llamar periodismo, sigue ejerciendo un papel preponderante en el seno de las sociedades democráticas, amenazadas en nuestra era por el ruido de las ‘fake news’, la sobreinformación o la manipulación en redes sociales. En este escenario, es necesario reivindicar el buen periodismo, un periodismo que nos permita conocer, analizar y, por qué no, entretenernos. Y, de paso, reflexionar sobre la realidad que vivimos. Pero para eso son esenciales los diálogos en espacios de quietud. Detenernos y escuchar.

La agencia de noticias Colpisa apuesta por estas recetas para la celebración de su 50 aniversario. El medio de Vocento organiza un nuevo ciclo de conferencias, conversaciones y entrevistas “de alto valor periodístico y mediático” con el objetivo de abrir un espacio de reflexión y análisis con las figuras más representativas de nuestro tiempo. En ellas, se abordan los retos de presente y de futuro para las empresas, personas y sociedad en su conjunto. 

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Por el espacio conocido como ‘La Conversación’ desfilaron el miércoles dos invitados de reconocido prestigio como son José Juan Ruiz, presidente del Real Instituto Elcano, y Josep Piqué, exministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de España, para discutir bajo el título de ‘Un mundo convulso’ cuestiones determinantes de la política internacional que han alterado de forma irreversible la escena global. La guerra en Ucrania, los efectos de la inflación, la crisis de los hidrocarburos y el rol de España…

El director de Atalayar, Javier Fernández Arribas, moderó un diálogo de altura que abordó en profundidad algunos de los temas clave que definirán el sentido de la próxima década en materia de relaciones internacionales.

Josep Piqué esbozó en apenas tres minutos el recorrido histórico desde la segunda mitad del siglo XX. “Muchas cosas nos han pillado por sorpresa, desde la caída del Muro de Berlín hasta la desintegración de la Unión Soviética, pasando por los atentados e invasiones… el mundo ha estado siempre convulso”, sostuvo el exministro, que vivió una época marcada por la bipolaridad y el riesgo constante de confrontación nuclear.

“Era un mundo de equilibrio que estuvo repleto de conflictos, como la guerra de Corea o Vietnam… pero existía una amenaza nuclear por parte de las dos potencias que garantizaban la destrucción mutua”, explicó Piqué. “Era un mundo en empate permanente”. 

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Con la llegada del nuevo orden internacional, aquello que Fukuyama describió como “el fin de la historia”, el mundo aterrizó en una etapa de aparente tranquilidad que pronto se vio cortada de raíz por el surgimiento del fundamentalismo islámico con los atentados del 11-S. Pero aquel orden internacional multilateral con hegemonía estadounidense se mantendría hasta pasados unos años.

Hoy es China quien compite por la supremacía global, pero “también entran otras potencias a tener en cuenta en el análisis, como India, Turquía, la Unión Europea… es una dinámica geopolítica completamente distinta”, señaló el exministro, que puso varios ejemplos sobre la mesa de las complejidades que impiden realizar un diagnóstico claro. “Han ocurrido hechos inesperados como la pandemia o la invasión de Rusia, y estamos viendo cómo se dibuja el mundo a partir de esta situación”.

“La invasión rusa no ha sido endosada por casi nadie”, añadió en este sentido Piqué. “El resto del mundo no se ha sumado a las sanciones occidentales, se han puesto de perfil y se han puesto a observar la situación a ver si el nuevo escenario puede beneficiarles”, expresó el exministro en una clara referencia a América Latina y África, dos regiones con graves problemas estructurales que buscan pescar en aguas revueltas para mejorar sus condiciones.

“Suscribo la idea de que todas las generaciones piensan que sus momentos son históricos. Es una lucha entre la razón y el sentimiento”, arrancó Ruiz su intervención en contraste con la óptica de Piqué. “Si uno mirase los datos, se daría cuenta de que hoy el mundo es un lugar mucho mejor que nunca. Es un mundo que, si te dieran a elegir, probablemente elegirías vivir”, sentenció el presidente del Real Instituto Elcano.

Pero el economista reconoció que habitamos en un mundo “mucho más incierto” donde es cada vez más complicado predecir hacia dónde vamos o qué va a ocurrir en adelante. En este sentido, debemos analizar cuál puede ser el siguiente escenario.

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“Los economistas acudimos a los modelos, y si uno pregunta qué es lo que nos pasa hoy, la respuesta es que no entendemos el orden internacional existente”, expresó Ruiz. A su juicio, el orden internacional se comprende en base a los tres elementos principales que lo definen, como son los intereses, las instituciones y los valores. “El mundo de la Pax Americana monopolizó los valores, que generaron unas instituciones que generaron a su vez unos intereses benevolentes en mayor o menor medida”. 

La realidad del mundo de hoy ha cambiado. “Esto no va de occidente –aseguró Ruiz–, esto va de democracias contra tiranías”. “Es el gran debate que tenemos delante. Lo que estamos viendo es que es muy difícil que las democracias desarrolladas impongan sus valores”. El presidente del Real Instituto Elcano aportó un dato esencial para tomar perspectiva del asunto: unos 45 países que constituyen el 40% del PIB mundial no han respaldado la respuesta occidental a la invasión.

“Tenemos al 70% del mundo en frente, las democracias necesitan socios”, trasladó el economista antes de parafrasear a Clinton pronunciando su conocida frase “es la economía, estúpido”. Pero para Ruiz, el debate ahora no gira en torno a la economía como comúnmente tiende a pensarse, sino “en la política, estúpido”.

Josep Piqué responsabilizó al Occidente “no geográfico”, es decir, a las democracias desarrolladas, por los errores del pasado que han desembocado en este escenario. El desprestigio de la democracia. “Hemos tenido la propensión a pensar que los demás tienden a pensar como nosotros, y no ha sido así. Creímos que podíamos construir democracias en sociedades que jamás han pensado en ese esquema en los mismos términos que nosotros”, dijo en alusión a los casos de Irak o Afganistán.

“Tenemos que buscar algo en lo que todos podemos estar de acuerdo: el principio de la no injerencia y el respeto a la integridad territorial, así como la renuncia al uso de la fuerza. Y sobre eso intentar construir un mundo vivible”, argumentó el exministro, quien también señaló de puertas hacia dentro: “Los populismos también existen en nuestras casas”.

Aunque para Josep Piqué, ponerlo como una dicotomía entre democracias y autocracias no es del todo exacto. “Por ejemplo, ¿dónde está ahora América Latina? De la misma forma que en África, donde la presencia de China es también palpable”. En este sentido, el director de Atalayar lanzó una cuestión que explica, o al menos justifica, el comportamiento de las sociedades africanas o latinoamericanas: ¿Quizá sea necesaria una globalización más justa”.

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El presidente del Real Instituto Elcano matizó que “la globalización no se piensa en un laboratorio”, pero reconoció que Occidente tiene la culpa precisamente de la degradación que han experimentado las instituciones que rigen la globalización. “El problema no es la globalización, sino una globalización sin una gobernanza que permita dar acogida a todo el mundo”, sentenció Ruiz.

“No crean que la globalización está en retroceso: los flujos comerciales y de inversión están por encima de los registrados antes de la pandemia. Lo que ocurre es que está reorganizando quien participa y quién no”. Para el economista, en esta etapa seguirá siendo fundamental la energía: “Seguir la geoestrategia de la energía cuenta más para conocer la dirección en la que nos dirigimos. El mayor cambio se produciría si Europa se desconecta de Rusia, reduce su dependencia”.

Para Piqué, la globalización ha sido “profundamente positiva, otra cosa es que sea percibida de forma negativa por las clases medias occidentales, algo que explica el fenómeno populista”. A partir de la pandemia, el exministro señala que será determinante mantener la seguridad en suministros, reducir dependencia exterior, mantener reservas estratégicas… En definitiva, adaptarse a los cambios. Una y otra vez.