El comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, exministro de Economía, Finanzas e Industria de Francia (2005-2007), enviado en 2019 a Bruselas por el presidente Emmanuel Macron para defender los intereses estratégicos galos en la Unión Europea, se ha convertido en una especie de ministro “de facto” de Defensa y en el abanderado de la industria militar de la vieja Europa.
Tiene 68 años a sus espaldas, una melena de león, el dinamismo a prueba de bombas y goza de fama por arrollar cualquier obstáculo que se le ponga por delante. Y una vez más ha hecho honor a su fama. En la última reunión de marzo de los ministros de Exteriores y Defensa de la UE en Bruselas, mano a mano con la Agencia Europea de Defensa (EDA), les ha sabido plantear un proyecto de Adquisición Colaborativa de Municiones que ha obtenido su luz verde.
El entusiasta comisario europeo ha convencido a la mayoría de los 27 Estados miembros de lo “extremadamente importante” que es que Ucrania pueda disponer de las municiones que necesita “simplemente para defenderse”, puesto que se encuentra en una situación de “verdadera urgencia”. Resultado. La propuesta ya ha sido suscrita por la ministra española de Defensa, Margarita Robles, por otros 22* de sus homólogos europeos y dotada con 2.000 millones de euros.

La apuesta del comisario europeo y la EDA pone en marcha una de las líneas de acción planteadas por el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, el español Josep Borrell. El plan está encaminado a reponer el nivel de reservas de municiones, misiles y explosivos de los países de la UE, muy mermadas a causa de las entregas efectuadas desde hace 13 meses a las Fuerzas Armadas de Ucrania en su lucha contra las tropas invasoras de Rusia.
A falta de concretar la letra pequeña, se cimenta sobre tres ejes de actuación urgentes. El primero está dotado con 1.000 millones de euros y busca dar continuidad a los suministros de proyectiles de grueso calibre a Ucrania, en especial de 155 milímetros. Breton y la EDA pretenden agrupar durante 2 años las compras de municiones según las necesidades de cada Estado, reducir costos a partir de economías de escala y hacer entregas a Ucrania.

La UE pretende dar respuesta a las reiteradas demandas del presidente Volodomir Zelensky, cuyas piezas de artillería disparan al día en torno al millar de proyectiles de grueso calibre. Para la supervivencia de Ucrania solicita de manera urgente alimento para sus baterías de obuses de procedencia occidental ‒de 105, 120 y 155 milímetros de calibre ‒ y de origen ruso, de 122 y 152 milímetros. En total, reclama recibir del orden de un millón de proyectiles antes de final de año.
La financiación de las entregas va a correr a cargo del llamado Fondo Europeo para la Paz o EPF (European Peace Facility), un instrumento extrapresupuestario que se ha ampliado y ya suma 7.979 millones de euros. Esa cantidad servirá para reembolsar a los Gobiernos hasta el 66% de las compras de armas, municiones y material que suministren a Ucrania.
El segundo pilar está enfocado a reponer las menguadas existencias de toda la gama de municiones y misiles almacenadas en los polvorines de las Fuerzas Armadas europeas: desde el calibre 5,56 milímetros para fusiles y ametralladoras hasta de 155 para Artillería de largo alcance. La iniciativa abarca un periodo de siete años y se le han asignado otros 1.000 millones de euros, que igualmente se extraerán del Fondo para la Paz para sufragar de manera parcial las compras de cada país.

Y la tercera línea de acción consiste en conceder ayudas financieras a la industria europea de defensa, con la intención de incrementar su volumen de fabricación y los ritmos de producción de cara a responder ante las necesidades presentes y futuras. Un equipo de funcionarios y asesores de la EDA bautizado Fuerza de Tarea para Adquisiciones Conjuntas de Defensa ha identificado que, de las 27 naciones comunitarias, solo 11 cuentan con un total de 15 compañías que fabrican municiones o misiles de forma masiva.
Confiado en el éxito de su proyecto, Thierry Breton ha emprendido una gira para conocer las principales plantas de producción y convencer a sus directivos de que aumenten el ritmo y volumen de fabricación. En Bulgaria ha inspeccionado la compañía VMZ en Sopot, a 136 kilómetros de Sofía, especializada en proyectiles y cartuchos de los calibres rusos que el Ejército ucraniano necesita para sus fusiles, ametralladoras, cañones y obuses y que las compañías occidentales no están en condiciones de suministrar.

Acompañado por las autoridades de armamento galas, también ha visitado la planta de Bourges, a 200 kilómetros de París, donde la sociedad estatal francesa de armamento terrestre Nexter produce municiones. Bourges es la misma localidad donde MBDA, una gran empresa franco-ítalo-británica, desarrolla y fabrica misiles. También ha estado en Chequia para pasar revista en las inmediaciones de Praga a la firma STV, la principal empresa nacional del sector.
En Polonia, junto con el primer ministro Mateusz Morawiecki y el titular de Defensa, Mariusz Blaszczak, ha conocido las posibilidades que ofrece la sociedad Dezamet en su sede de Nowa Deba, a 200 kilómetros de Varsovia. En Eslovaquia ha examinado las capacidades de los talleres de Dubnica nad Váhom ‒a 120 kilómetros de Bratislava‒, del grupo empresarial MSM, otro de los principales productores europeos de municiones.

La eslovaca MSM es propietaria de la Fábrica de Municiones de Granada (FMG). Compró en febrero de 2020 la totalidad del paquete accionarial a la multinacional norteamericana General Dynamics European Land Systems, que un año antes la había adquirido a la sociedad estatal Santa Bárbara. FMG está situada en El Fargue, a 10 kilómetros de la capital, y produce proyectiles de 105 y 120 milímetros.
En España existen otras empresas dedicadas a producir munición de grueso, medio y pequeño calibre. Expal, que está en proceso de adquisición por la alemana Rheinmetall ‒una de las más importantes del sector europeo‒, está a la espera de que Consejo de Ministros apruebe la compra y poder ultimar la toma de control. Las principales plantas de Expal están en Jabalí Viejo (Murcia) y Trubia (Asturias). Otra es la sociedad de origen noruego Nammo Palencia, que produce municiones de pequeño calibre. En Zaragoza se encuentra Instalaza, de capital nacional, cuyas especialidades son los sistemas portátiles de cohetes contra carro y las granadas de mano y de fusil.

Pero “no se puede invertir dinero y esperar que la producción aumente de la noche a la mañana”, ha alertado el secretario general de la Asociación Europea de Industrias Aeroespaciales y de Defensa, el sueco Jan Pie. Asesor de los técnicos de Bruselas, Pie ha puntualizado que todavía hay “escollos burocráticos” que salvar. La EDA propone simplificar los procesos de licitación y las empresas están dispuestas a ampliar plantillas e invertir en nueva maquinaría. Pero siempre que los Gobiernos se comprometan a aumentar sus compras de manera significativa durante los próximos años.
*Los 22 países que hasta el momento se han sumado al Plan de Municiones de Bruselas son Alemania, Austria, Bélgica, Chequia, Chipre, Croacia, Eslovaquia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Italia, Lituania Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Polonia, Portugal, Rumania, Suecia y el extracomunitario Noruega.