Graves problemas internos en el Daesh

S.C. teinteresa.es/Washington Post
 
 
El Daesh se autodestruye. Las deserciones internas, la pérdida de batallas y la baja moral ente los combatientes están mermando su capacidad destructiva. Washington Post asegura que aumentan los informes sobre las tensiones entre los combatientes extranjeros y los locales, así como la incapacidad para reclutar a más ciudadanos occidentales y el aumento de guerrillas que se enfrentan, cuerpo a cuerpo, a los yihadistas. 
 
Lina Khatib, director del centro de Estudios Carneige en Beirut, señala que el gran reto del Daesh  es materializar sus promesas sobre el terreno que gobierna bajo el autodenominado califato. "El principal reto del Daesh es más interno que externo", señala el experto. "Estamos viendo cómo no son capaces de poner de acuerdo a todos los residentes en el califato, que llegan de distintos lugares del mundo. No consiguen gobernar el califato y cada vez ganan menos batallas".
 
Aumenta la tensión entre los combatientes locales y extranjeros
La mayoría de las tensiones están protagonizadas por los combatientes extranjeros y los locales. Los combatientes extranjeros reciben mejores salarios y viven en ciudades mientras que los locales lo hacen en los pueblos, más susceptibles de los bombardeos de la coalición. 
 
Testigos en la ciudad siria de Abu Kamal cuentan que hay enfrentamientos entre los combatientes que se niegan a obedecer las órdenes de sus superiores que exigían la retirada de la primera línea de combate.  En la ciudad iraquí de Ramadi, hubo enfrentamientos entre un grupo de chechenos y combatientes locales.
 
Además, crece la frustración  entre los yihadistas extranjeros que llegan a Siria e Irak pero  se sienten desilusionados cuando aterrizan en el Califato. Al menos 30 y 40 cuerpos aparecieron con signos de  violencia en Raqqa, en lo que parece una reacción violenta al intento de huida de los combatientes. 
 
Restricciones de viaje, prohibición  en el transporte de mercancía y el aumento de ejecuciones públicas han emergido, situaciones que generan cada vez más descontentos entre los habitantes del califato.
 
Los servicios básicos no llegan 
Los yihadistas suspenden en su intento de crear un verdadero estado bajo la ley islámica. Los servicios básicos están colapsados, los precios son prohibitivos y las medicinas escasean…tres motivos por los que no consiguen materializar su estado.
 
En un reportaje, Washington Post revela que promesas como la creación de una moneda propia,  la emisión de pasaportes o la gestión de centros educativos no son una realidad. Los residentes bajo el califato aseguran que detrás de los videos de propaganda emitidos por la organización terrorista solo hay mentiras.
 
En la ciudad iraquí de Mosul, un periodista informa de que el agua no es potable porque los suministros de hipoclorito sódico, un desinfectante del agua, se han secado,  lo que hace que  beber ese agua sea dañino para la salud. La hepatitis se está extendiendo y ya casi no hay harina en la ciudad, asegura, en declaraciones a WP. “Es como estar muerto en vida  y entre la gente, la sensación es la de vivir en una prisión gigante”.
 
En la capital del califato, la ciudad siria de Raqqa, la luz y el agua solo están disponibles durante tres o cuatro horas al día. El servicio de recogida de basuras es inexistente. “Montones de basura están apilados en las calles, donde vendedores apañan cualquier cosa para venderla posteriormente”, cuenta un residente. 
 
Un vídeo publicado a finales de noviembre por un activista mostraba la desesperación y dureza de los niños y mujeres que residen en Raqqa que se abalanzan sobre un trozo de pan para llevarse a la boca. Entretanto, crece el resentimiento entre los habitantes bajo el califato porque mientras ellos no tienen qué llevarse a la boca, las imágenes en twitter de los yihadistas muestran a los combatientes rodeados de manjares culinarios.
 
Por otro lado, la ayuda internacional no llega. Desde  que estalló la guerra civil en Siria, las agencias internacionales han enviado alimentos y  utensilios básicos para ayudar a la población. A las zonas bajo control yihadista también llega la ayuda pero “no saben  qué hacer con ella”, explica un oficial en declaraciones a WP.
 
El hartazgo también llega a los combatientes. Hay indicios sobre la desesperación y la falta de moral de muchos combatientes, cuyas expectativas de victorias rápidas y fáciles han sido aplastadas por los ataques aéreos de la coalición.  “Es mentira que estén bien organizados y administrados”, asegura un residente en Deir al-Zour. “Es solo imagen”, insiste.

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