la industria turca de defensa ha demostrado su valor como activo estratégico que proporciona a Turquía una autonomía que le permite, por un lado, reducir su dependencia del exterior y, por otro, influir en su entorno para reforzar su cada vez más asertiva

La industria turca de defensa. Activo estratégico de primer orden

La industria turca de defensa. Activo estratégico de primer orden

 
la industria turca de defensa ha demostrado su valor como activo estratégico que proporciona a Turquía una autonomía que le permite, por un lado, reducir su dependencia del exterior y, por otro, influir en su entorno para reforzar su cada vez más asertiva
 
Introducción

 

Transcurridos algo más de dos meses desde que se alcanzara el acuerdo de alto elfuego que concluyó las hostilidades entre Armenia y Azerbaiyán en Nagorno-Karabaj, muchos son los analistas que han focalizado su atención en el decisivo papel que el empleo de medios aéreos no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés) por las Fuerzas Armadas azeríes ha tenido en el desarrollo del conflicto. Uno de estos análisis, que hatenido cierta repercusión entre expertos, concluye que «Europa debería considerar cuidadosamente las lecciones militares de este conflicto y no descartarlo como una guerra menor entre países pobres…La mayoría de los ejércitos de la Unión Europea, especialmente los de los Estados miembros pequeños y medianos, rendirían de forma igualmente miserable que el Ejército armenio en una guerra cinética moderna. Eso debería hacerles pensar; y preocuparse»1.

 

Es cierto que los UAV llevan empleándose desde hace décadas en los campos debatalla por todo el mundo en misiones de inteligencia, reconocimiento, vigilancia y adquisición de objetivos (ISTAR, por sus siglas en inglés). Pero más recientemente, ciertas compañías han comenzado el desarrollo de aeronaves no tripuladas con capacidad de ataque, o drones armados, conocidos genéricamente como UCAV2, elevando estos sistemas a una nueva categoría.

 

El efecto combinado de UAV y UCAV en el conflicto ha resultado tan poderosamente llamativo que, en ciertos círculos, se ha anticipado que asistimos a uno de esos momentos en la historia en que la irrupción en el campo de batalla de un nuevomaterial altera sustancialmente el arte de la guerra, como anteriormente ocurrió con loscarros de combate, la aviación militar o la puesta en acción de la caballería montada allá por el siglo IX antes de Cristo. Quizás sea prematuro y tal vez exagerado extraerconclusiones en ese sentido.

 

Consideremos que un análisis cuantitativo y cualitativode las capacidades militares de uno y otro contendiente apuntan a una manifiestasuperioridad militar de Azerbaiyán, lo que hace difícil imaginar, aún sin el concurso de los drones, un resultado distinto al que hemos presenciado3. Pero, qué duda cabe quelos UAV y UACV son una de esas capacidades críticas que, por sus efectos físicos y psicológicos, han tenido un peso considerable en el resultado del enfrentamiento. Y elpapel de Turquía en esta área ha sido decisivo.

 

Valorar esta cuestión es, precisamente, el objetivo de este trabajo. En él, tras analizarla contribución de los UAV/UACV al conflicto de Nagorno-Karabaj, nos adentraremosen el desarrollo autóctono de estas capacidades por Turquía y en el valor estratégicoque tiene su industria de defensa como recurso de poder nacional.

 

Nagorno-Karabaj

 

Tratar de cuantificar el efecto real que los drones han tenido en la campaña ydeterminar el número de objetivos armenios destruidos por intervención directa de estos sistemas es, en el momento actual, tarea poco menos que imposible. Los datos oficiales proporcionados por unos y otros escasean y, cuando existen, parecen estar notablemente exagerados. Algunas fuentes se aventuran a proporcionar cifras y aseguran que tan solo mediante el empleo del UCAV turco Bayraktar TB2, Azerbaiyán habría destruido un total de 660 objetivos militares armenios (138 carros de combate,49 vehículos acorazados, 31 sistemas de defensa aérea, 16 radares, 257 piezas de artillería, 10 centros de comunicaciones y 386 vehículos diversos) con un valor económico de casi 2.000 millones de dólares4. Sea como fuere, es indudable que eluso de drones ha sido decisivo y, también en este campo, la superioridad de Azerbaiyán es significativa (tabla 1).

 

En particular, son dos los modelos de UCAV que han generado titulares en la prensa internacional: el dron suicida (loitering ammunition) Harop, desarrollado por la industria israelí para llevar a cabo ataques de supresión de defensas antiaéreas enemigas (SEAD, por sus siglas en inglés) y el turco Bayraktar TB2, dron táctico operativo en las Fuerzas Armadas turcas desde 2014 y que cuenta con versiones tanto ISTAR como armada7. Del primero de ellos, se estima que Azerbaiyán disponía de unas 50 unidades antes de iniciarse las hostilidades y sobre la efectividad de su empleo en el conflicto se ha informado ampliamente tanto desde fuentes gubernamentales como por medio de la prensa8

 

Algo más difuso parece el segundo de ellos, pues no se dispone de información oficial sobre su posesión por las Fuerzas Armadas azeríes. Es sabido que, durante el pasado año, se llevaron a cabo negociaciones para la adquisición por Azerbaiyán de un número indeterminado de ellos, pero se ignora su resultado9. De lo que nadie duda, sin embargo, es de su empleo en el conflicto. Además, se han publicado fotografías de este aparato en la parada de la victoria en Baku el pasado 10 de diciembre con los colores de Azerbaiyán, lo que acreditaría su propiedad (figura 1).

 

Mucho se ha especulado sobre si los UCAV que intervinieron en las operaciones eran propiamente azeríes o turcos y por quién fueron operados. Es cierto que Azerbaiyán ya había adquirido cierta experiencia en el empleo táctico de estos medios conanterioridad al conflicto, siendo uno de los 10 países en el mundo de los que se tieneconstancia que han llevado a cabo ataques con drones armados10. Pero los plazos entre la supuesta adquisición en junio o julio de 2020, como se recoge en medios diversos, y el inicio del conflicto son demasiado cortos como para que el sistema haya podido ser entregado, puesto en servicio y el personal militar azerí instruido para su empleo efectivo. Y ello ha llevado a ciertos analistas a concluir que, posiblemente,estos sistemas de armas hayan sido operados por el propio Ejército turco11.

 

El tiempo acabará confirmando o refutando esta hipótesis, pero lo relevante aquí esque una nación como Turquía ha conseguido, en gran parte mediante la utilización estos medios, influir de manera decisiva en la evolución del conflicto. Un notable éxito que la consolida como verdadera potencia tanto en la fabricación como en el empleo de estos sistemas de armas. Cómo ha sido posible esta evolución es la cuestión que tratamos a continuación.

 

Turquía, una potencia en drones

 

La progresión de Turquía en el campo de los drones se ha apoyado en dos pilares fundamentales: el desarrollo de sistemas con tecnología propia, en la medida en que esto ha sido posible, y en la experiencia adquirida en su empleo táctico en las distintas zonas de conflicto en las que las Fuerzas Armadas turcas se han visto envueltas enestos últimos años.

 

Desarrollo tecnológico

 

La entrada de Turquía en el universo de los drones se produce a mediados de ladécada de los 90 mediante la adquisición de los sistemas de reconocimiento táctico GNAT 750 y I GNSAT, de la firma norteamericana General Atomics, empleados por el Ejército de tierra entre 1995 y 200512.

 

Las necesidades operativas de las Fuerzas Armadas turcas en su particular lucha contra el PKK acabaron por mostrar las limitaciones de estos «rudimentarios» sistemas, por lo que, a mediados de la década de los 2000, Ankara recurrió a la industria israelí, con amplia y solvente experiencia en el uso de estas tecnologías. La entonces Subsecretaría de Industrias de Defensa (SSM, por sus siglas en turco) firmó contratos para la adquisición de 10 drones Heron, fabricados por el consorcio UAV Partnership (IUP), una joint venture a partes iguales entre Israel Aircraft Industries (IAI) y Elbit Systems13. Contratos posteriores formalizados entre 2007 y 2010 añadieron otros sistemas israelíes a los inventarios de las Fuerzas Armadas turcas14.

 

Pero la lógica geopolítica acabó imponiéndose. Las dificultades que jalonaron la ejecución de estos contratos15 y, sobre todo, el deterioro de las relaciones diplomáticas entre ambos países a causa del incidente de la flotilla de Gaza en mayo de 201016 imposibilitaron la cooperación en esta materia.

 

El mercado norteamericano, en parte debido a estas mismas cuestiones, tampoco resultó viable y las negociaciones para la adquisición del sistema PREDATOR (General Atomics) no llegaron a buen término17. Ni EE. UU. ni Israel estaban dispuestos a compartir tecnología, por lo que el Gobierno turco, considerando inadecuado el clásico sistema de adquisición de productos existentes en el mercado (off the shelf), decidió proceder por su cuenta.

 

Afortunadamente, la industria turca ya había comenzado a trabajar en estos sistemas. Desde 2004 la compañía estatal Turkish Aerospace Industries (TAI) trabajaba en el desarrollo de un UAV de media altitud y gran autonomía (MALE, por sus siglas eninglés), el ANKA, cuyos comienzos resultaron, no obstante, un tanto accidentados18.

 

El sector privado tampoco se había quedado atrás y la compañía Bayrak Makina19, dedicada a la fabricación de componentes para automóviles y que a principios de los 2000 había comenzado a mostrar interés en la fabricación de UAV, ganó en 2006 un primer concurso para la fabricación de 19 drones del modelo Bayraktar Mini para las Fuerzas Armadas turcas20.

 

Estos desarrollos previos, aunque modestos, situaron a la industria turca encondiciones de aprovechar óptimamente el impulso que se imprimió desde el Gobiernoy, hoy en día, según el catálogo de la Presidencia de Industrias de Defensa (SSB, por sus siglas en turco)21, Turquía fabrica un total de 24 plataformas aéreas no tripuladas de distintas capacidades22.

 

Entre las del sector público destacan las plataformas multipropósito (UAV y UCAV) fabricados por TAI, el ANKA (carga útil de 250 kg, autonomía de 24 horas, altitudmáxima 30 000 pies) 23 en diferentes versiones, que incluye una con control por satélite (ANKA-S) que incrementa su alcance a 1 000 km, y el AKSUNGUR (carga útil 750 kg,autonomía de 12 horas, altitud máxima 40 000 pies)24. Ambas pueden portar munición inteligente fabricada por ROKETSAN, compañía también de propiedad estatal. El AKSUNGUR, en las fases finales de su desarrollo, será entregado a las FuerzasArmadas turcas a lo largo de 2021.

 

Por el sector privado destaca la ya mencionada Bayrak Makina, fabricante del BAYRAKTAR TB2 (carga útil 150 kg, autonomía de 27 horas, altitud máxima 24 000 pies)25 y que está ultimando26 el desarrollo del AKINCI (carga útil 1 350 kg, autonomía de 24 horas y altitud máxima de 40 000 pies)27. Al igual que los modelos de TAI, estas plataformas son armadas con misiles fabricados por la estatal ROKETSAN.Continuando en el sector privado, cabe mencionar a la compañía VESTEL, que fabrica el KARAYEV, un UAV algo modesto (carga útil 70 kg, autonomía de 20 horas y altitud máxima de 22 500 pies)28.

 

Empleo táctico
 
 

 

Como ya se ha mencionado, el segundo pilar sobre el que se asienta la prominente posición que ha adquirido Turquía en materia de drones es la experiencia acumulada tras años de empleo táctico de estos materiales en los conflictos en los que se ha visto envuelta. Aunque fueron empeñados en operaciones anteriores, ha sido recientemente, en las operaciones en Idlib a primeros de 2020 (operación «Escudo de Primavera»), cuando por primera vez Turquía ha hecho un uso masivo de estos medios frente a un adversario exterior, en este caso respaldado, además, por una potencia militar de primer orden, como es Rusia. En esta campaña fueron probados de manera intensiva sistemas autóctonos, como los mencionados ANKA-S y Bayraktar TB2, con resultados dignos de mención. Con el concurso de estos drones, en tan solo una noche las fuerzas turcas destruyeron cerca de 200 objetivos militares sirios, incluyendo 5 helicópteros, 23 carros de combate, 23 piezas de artillería y al menos 8 lanzadores del sistema antiaéreo de fabricación rusa Pantsir-1S, causando 309 bajas entre las filas enemigas29. Un rendimiento destacable que ha sido posible gracias a un dominio del espectro electromagnético del campo de batalla obtenido mediante el empleo de sistemas de guerra electrónica (EW, por sus siglas en inglés) operados desde territorio turco, en concreto, desde los centros de operaciones del Cuartel General del 2º Ejército, en Malatya, provincia de Anatolia central, y del Estado Mayor de la Defensa, en Ankara.

 

También se han empleado estos sistemas en Libia, aunque a menor escala. Y espreciso resaltar que, en cualquier caso, no con peores resultados. Un despliegue ciertamente limitado de estos medios, sin implicación de fuerzas terrestres, ha sidosuficiente no solo para contener la ofensiva de Haftar sobre Trípoli, sino para permitir al Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) la recuperación de considerables extensiones de territorio libio y alterar sustancialmente el equilibrio de poder en el país.

 

Nada de esto hubiera sido posible en un contexto diferente al que, desde hacedécadas, ha fomentado el desarrollo de la industria turca de defensa, en general, aspecto que abordamos a continuación.

 

Desarrollo de la industria turca de defensa

 

Por razones de orden geopolítico, el desarrollo de una industria de defensa autóctona es, desde los años 70 del pasado siglo, un objetivo estratégico prioritario de todos los Gobiernos que, con independencia de su inclinación ideológica, se han sucedido en el ejercicio del poder. Y es que el embargo de armas impuesto por el Congreso norteamericano en 1974 en represalia por la intervención militar de Turquía en la crisis de Chipre30 evidenció la conveniencia de disponer de una industria de defensa capazde garantizar la autonomía estratégica del país. En aquellos momentos se sentaron los cimientos de la industria actual, estableciéndose las denominadas Fundaciones de Fuerzas Terrestres, Fuerzas Aéreas y Fuerzas Navales como organismos capaces de obtener financiación para el desarrollo de una industria de defensa, tanto pública como privada, al margen de los presupuestos anuales de la Fuerzas Armadas. Posteriormente unificadas en una única Fundación para las Fuerzas Armadas31, es a través de esta organización que el Estado gestiona las grandes compañías estatales que hoy en día constituyen la columna vertebral de esta industria: ASELSAN32, TAI o TUSAŞ33, ROKETSAN34, HAVELSAN35, ISBIR36 y ASPILSAN37. A estas empresas de propiedad estatal debe añadirse una larga lista de compañías privadas (BMC Otomotiv, STM, FNSS, etc.)38.

 

De acuerdo con esta filosofía, el desarrollo de la industria nacional de defensa en los últimos años ha sido espectacular y, en 2020, siete empresas turcas (ASELSAN, TAI, BMC Otomotiv, ROKETSAN, STM, FNSS y HAVELSAN) han conseguido situarse en el ranking de Defense News entre las 100 mayores del mundo, dato llamativo si se compara con países  como  Reino  Unido  (10 compañías),  Francia  (4 compañías),  Alemania  (3 compañías) o España (1 compañía)39.

 

En estas condiciones, el 70 % de las necesidades de las Fuerzas Armadas turcas en 2019 en materia de armamento fueron cubiertas mediante producción local, porcentaje que pretende incrementarse, según la estrategia industrial para el periodo 2019-2023, hasta el 75 % en 202340.

 

Los principales proyectos en curso o recientemente completados pueden resumirse en la siguiente tabla (no exhaustiva)41:

 

No obstante, en muchos casos no se trata de proyectos realizados por Turquía partiendo de cero, sino que parten de modelos iniciales ya existentes en el extranjero. En estos casos, el procedimiento suele ser siempre el mismo: identificada la necesidad se busca en el mercado el producto existente y se establecen acuerdos de cooperación para su producción en Turquía. Empresas turcas resultan siempre contratistas principales del proyecto, que, a su vez, subcontratan a las empresas extranjeras con las que deben cooperar. En caso de existir derechos de propiedad intelectual, la empresa extranjera subcontratada debe transferirlos (en su totalidad o en parte) al contratista, ya sea el contratista principal turco o el propio Estado turco. Buen ejemplo de ello es la cooperación entre el astillero turco SEDEF y la española NAVANTIA para el desarrollo de un LHD42, el ANADOLU, siguiendo el modelo del Juan Carlos I (figura 7). La SSB43 adjudicó el contrato a SEDEF, y este, a su vez, subcontrató a NAVANTIA (para la cooperación en el diseño, fundamentalmente)44.

 

 

 

A pesar de ello, en ciertos proyectos persisten componentes cuya propiedad permanece en la industria de origen. Tal es el caso del grupo moto-propulsor del Carro de Combate Altay, orgullo de la industria turca. Previsto en el proyecto inicial incorporar el de la alemana MTU, la reserva de derechos y la imposición de limitaciones a futuras exportaciones del material ha obligado a desistir de la cooperación con esta empresa y buscar alternativas. Cuestión nada fácil y, aunque la industria nacional debería ser privilegiada, los tiempos de desarrollo de un componente tan complejo son inasumibles, razón por la que Turquía se ha visto obligada a recurrir a la industria coreana (Hunday Rotem, Doosan y S&T Dynamics), con quien, en cualquier caso, inició hace años el proyecto45. En definitiva, el Altay no es sino un desarrollo turco del carro de combate surcoreano K2 «Black Panther» (figura 7).

 

Consideraciones económicas

 

Como se puede imaginar, un conglomerado industrial de estas dimensiones mueve enormes cantidades de dinero. Según el presidente de SSB, Ismail Demir, la industria de defensa (pública y privada) ha pasado de desarrollar 66 proyectos por un volumen de  5 000 millones de dólares en 2012 hasta los más de 700 en 2020, por un valor de       60 000 millones de dólares, que se elevarían hasta los 75 000 si se tienen en cuenta todos los proyectos actualmente en fase de licitación, habiendo el Estado invertido en I+D en ese mismo año unos 1 500 millones de dólares46.

 

 

Además de los propios beneficios empresariales, el Estado inyecta recursos económicos en el sistema mediante las adquisiciones del Ministerio de Defensa47 y mediante el Fondo de Apoyo a la Industria de Defensa (SSDF), gestionado por la SSB y financiado almargen del presupuesto ordinario que, en 2016, dispuso de unos 3 000 millones de dólares adicionales48.

 

Gran parte de la actividad de la industria de defensa se orienta a la exportación, alcanzando los 3 000 millones de dólares en 202049. Por diversas razones, los mercados europeo y norteamericano no son receptivos a los productos de origen turco, pero su calidad-precio los hace enormemente atractivos en zonas como Oriente Medio, Asia Central, Sudeste Asiático, África e, incluso, Iberoamérica50. Dado el entorno de inestabilidad en el que se sitúa Turquía, sus sistemas son habitualmente testados por sus propias Fuerzas Armadas en situaciones reales de combate, lo que actúa como una efectiva carta de presentación. Esta posición como exportador otorga a Turquía enorme influencia en estos mercados, convirtiéndose la industria en un activo estratégico de gran importancia.

 

Con algunos países, además de la exportación, Turquía ha establecido acuerdos formales de cooperación industrial, como es el caso de Ucrania y Azerbaiyán. Con el primero de ellos, la cooperación abarca las áreas de UAV/UCAV, sistemas antiaéreos y plataformas navales51, mientras que, con el segundo, con una industria más modesta, la cooperación se limita a la modernización de ciertos sistemas52. El cuadro se completa con la participación de Georgia que, en 2019, suscribió un acuerdo de cooperación tripartito con Turquía y Azerbaiyán53.

 

En principio, todos se benefician de estos acuerdos, si bien en algún caso de manera asimétrica. Pero, ante todo, la cooperación industrial permite a estos países consolidar su alineamiento estratégico en áreas de especial sensibilidad en la periferia de Rusia, como son el mar Negro, incluyendo la península de Crimea, y el Cáucaso. Nada deesto resulta indiferente para Rusia, que tras su intervención como mediador en la resolución del conflicto en Nagorno-Karabaj ha conseguido, en gran medida, bloquear la penetración de Turquía en el Cáucaso. Pero el caso de Ucrania es para Rusia algomás preocupante. Turquía deberá desenvolverse con prudencia si quiere limitar la influencia rusa en Ucrania y el mar Negro sin caer en la provocación. La controvertida adquisición del sistema S-400, que tratamos en el siguiente apartado, responde, al menos en parte, a estas consideraciones.

 

Carencias y consecuencias estratégicas

 

Sin embargo, ciertas capacidades de gran complejidad tecnológica, esenciales para las Fuerzas Armadas turcas, continúan fuera del alcance de su industria. Por su impacto estratégico, es preciso mencionar dos carencias estrechamente relacionadas entre sí para las que Turquía busca opciones desde hace más de una década: un sistema de defensa antiaérea de medio y largo alcance y un nuevo avión de combate de 5ª generación. Ambas cuestiones se han visto negativamente influidas por unas deterioradas relaciones entre EE. UU. y Turquía y las soluciones que Turquía habuscado como alternativa están resultando enormemente problemáticas.

 

Para el primero de ellos, Turquía negoció inicialmente con EE. UU. la adquisición del sistema PATRIOT, aunque la negativa norteamericana a trasferir tecnología, como hemos visto condición sine qua non de la industria turca, impidió la formalización de un acuerdo. Tras explorar, sin éxito, varias opciones, ente las que cuentan el sistema SAMP/T, de la franco-italiana EUROSAM y el chino CPMIEC, Turquía optó finalmente por el S-400 ruso54. Fue una decisión de marcado carácter político en la que el interés por sanar unas relaciones con Rusia, prácticamente rotas tras el derribo de un avión de combate ruso que invadió el espacio aéreo turco en noviembre de 2015, jugó un papel determinante.

 

Pero la oposición estadounidense a esta adquisición ha sido enorme y, aunque Turquía ha pospuesto sine die su entrada en servicio, no ha podido evitar convertirse en el primer país aliado sujeto a sanciones55. Las sanciones han sido dirigidas a la SSB y a la persona de su presidente y, aunque sus efectos no tienen por qué dejarse notar a corto plazo56, acabarán teniendo impacto considerable en la industria turca a medio o largo plazo, que, en gran parte, aún depende de la industria norteamericana. La llegada a la presidencia de Biden en EE. UU. no presagia una mejora en las relaciones entre ambos países y, aunque desde la SSB se han calificado estas sanciones como una oportunidad para avanzar en la búsqueda de soluciones tecnológicas nacionales, lo más probable es que acaben dificultando la consecución de los objetivos planteados en su plan estratégico 2019-2023 (tabla 3).

 

La segunda de las consecuencias del affaire S-400 es la expulsión de Turquía del programa conjunto del F-35, avión de combate de 5ª generación de los que Turquía pretendía incorporar 100 aparatos para renovar su Fuerza Aérea. Este es un asunto de gran trascendencia estratégica, pues las tensiones en el área mediterránea no hacen sino aumentar y la incorporación de aparatos de 5ª generación resulta imprescindible para mantener los equilibrios de poder con sus rivales en esta región, en particular, Israel, Egipto y Grecia.

 

Israel cuenta ya con dos escuadrones (33 unidades) de F-35I, versión israelí conocida como «Adir» (poderoso, en hebreo). Egipto ha añadido recientemente a su inventario 21 aparatos de fabricación francesa Rafalle, de 4,5 generación, y ha contratado la adquisición de otros 24 aviones de fabricación rusa Su-35s considerados también de 4,5 generación57. Grecia tampoco se queda atrás y, a pesar de su complicada situación económica, ha contratado recientemente con la francesa Dassault la adquisición de 18 aparatos Rafalle58, mostrando, además, interés en adquirir entre 18 y 24 F-3559.

 

Sin opciones sobre el F-35, Turquía ha impulsado el desarrollo autóctono de un avión de combate igualmente de 5ª generación, el TF-X, cuyo primer prototipo pretendía hacer volar en 2023, centenario de la fundación de la República (figura 8). Es un proyecto muy ambicioso que resulta prácticamente imposible acometer en solitario, por lo que ha buscado la colaboración, no sin dificultades, de la industria aeronáutica británica, deseosa de encontrar socios comerciales para el periodo posbrexit60.

 

Aún así, la industria turca continúa siendo tecnológicamente dependiente del exterior, lo que hace a este programa especialmente vulnerable a las sanciones norteamericanas. De momento, se ha anunciado un retraso en la fecha prevista para sus primeros vuelos a 203061 y no se puede descartar que el proyecto acabe naufragando. En este caso, Turquía se verá obligada a buscar alternativas, y la industria rusa aparece, una vez más como una posibilidad real.

 

Conclusión

 

 

La intervención en los conflictos de Libia, Siria y, más recientemente, Nagorno-Karabaj han permitido a Turquía mostrar al mundo unas capacidades militares que atestiguan que el país dispone de una industria de defensa capaz y eficiente al servicio del Estado. Esta industria, que partiendo prácticamente de cero comenzó su andadura hace algo más de 40 años, ha adquirido con el tiempo una capacidad tecnológica y un saber hacer que le permite abordar proyectos que cubren un amplio espectro de las áreas de interés de la seguridad nacional. Hoy en día, prácticamente el 70 % de las necesidades de sus Fuerzas Armadas son satisfechas por su industria nacional, algo al alcance de muy pocos países.

 

Este espectacular desarrollo no es fruto de la casualidad. Más bien al contrario; es resultado de la minuciosa planificación y el decidido impulso prestado desde las más altas instancias del Estado con la finalidad de reducir la dependencia exterior en materia tan sensible. Desde que en 1974 EE. UU. impusiera un férreo embargo de armas a Turquía en represalia por su intervención en el conflicto de Chipre, la búsqueda de autonomía estratégica sido uno de los escasos consensos políticos compartidos por los Gobiernos que han ido sucediéndose al frente del país. A ojos de los planificadores turcos, las tensiones geopolíticas de las últimas décadas han puesto de manifiesto la validez de esta política y la imposición de nuevas sanciones del Congreso norteamericano por la adquisición del sistema ruso S-400 no hace sino corroborarlo.

 

Las ventajas estratégicas de contar con «autarquía» industrial son evidentes, pero, además, una poderosa industria permite a Turquía ejercer considerable influencia en su entorno, lo que consigue de dos maneras: mediante exportaciones directas de sistemas de armas, con el consiguiente beneficio económico para las arcas del país y,sobre todo, mediante la cooperación industrial en refuerzo de asociaciones de carácterestratégico.

 

En lo que a exportaciones se refiere, la industria turca no tiene una fácil penetración en los mercados occidentales, pero su relación calidad-precio la hace muy competitiva en otros mercados frente a los tradicionales proveedores occidentales. El éxito de sus drones en Nagorno-Karabaj, observado por todo el mundo, es una magnífica carta de presentación para su industria. Son muchos los países pequeños y medianos interesados en sus productos, lo que da a Turquía una considerable capacidad de influencia.

 

Por otro lado, entre las asociaciones estratégicas la más significativa es la establecida con Ucrania y los países del Cáucaso, reforzada recientemente mediante acuerdos de cooperación industrial beneficiosos para ambas partes y que pretende, entre otras consideraciones, contener la penetración industrial de Rusia en esos países y limitar su influencia.

 

Pero, a pesar de los espectaculares avances, la industria turca continúa siendo dependiente tecnológicamente del exterior en ciertas capacidades críticas que afectana importantes proyectos, como son los motores para ciertas plataformas terrestres (carro de combate Altay), su avión de combate de 5ª generación, el TF-X, o el sistema de defensa antiaérea de medio y largo alcance, todos ellos sistemas de armas que pueden marcar la diferencia con sus rivales regionales en términos de poder militar.

 

La gestión de esta dependencia tecnológica se ve manifiestamente influida por el inestable equilibrio estratégico de Turquía entre Rusia, por un lado, y EE. UU. y otros países occidentales, por otro. La presión impuesta desde uno de los extremos, por ejemplo, en forma de sanciones, tendrá irremediablemente el efecto de empujar a Turquía en sentido contrario. A este respecto, la llegada de la nueva Administración Biden es percibida en Turquía como una oportunidad para acercar posturas y el Gobierno turco, con ciertas dosis de optimismo, se ha referido a un hipotético levantamiento de sanciones e, incluso, a una posible readmisión en el programa F-35. Ciertamente, es una posibilidad, pero nada indica que en estos momentos ese sea el escenario más probable.

 

Si se mantienen las sanciones, Turquía incentivará la búsqueda de soluciones propias, lo que, a largo plazo, puede fortalecer aún más su industria. Pero, al mismo tiempo, Turquía se verá tentada de acercarse aún más hacia una Rusia que le ofrece alternativas.

 

Son muchas las dificultades a las que se enfrenta la industria turca de defensa. Pero si algo ha demostrado a lo largo de los último 40 años es ambición y perseverancia. Dirigida como un recurso de poder nacional desde las más altas instancias del Estado, esta particular capacidad de Turquía resulta esencial para reforzar su asertiva política exterior y deberá ser tenida en cuenta en cualquier cálculo estratégico que se efectúe en la región.

 

Felipe Sánchez Tapia*

Coronel. Analista del IEEE

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