Irán acuerda con Rusia construir dos nuevos reactores nucleares

Por Luz García Pueyo
Foto: Ceremonia de la firma del acuerdo nuclear entre Irán y Rusia, en Moscú/Reuters.
 
Dos potencias emergentes que no aspiran hoy por hoy a ser grandes democracias, Rusia e Irán, firmaron el martes de esta semana un contrato para la construcción de dos nuevos reactores nucleares en la planta iraní de Bushehr (Golfo Pérsico), con la opción de dos más. El acuerdo fue suscrito en un contexto de guerras y crisis en países como Siria,  Irak y Libia,  auge del terrorismo yihadista, incremento del conflicto palestino-israelí, además de la  inestabilidad en Estados  árabes y africanos y de una Unión Europea (UE) debilitada política y económicamente. La crisis ucraniana que enfrenta a Moscú con la UE y Estados Unidos y los enfrentamientos entre un Irán chií y una Arabia Saudí suní son otros elementos a tener en cuenta. Pero Teherán y Moscú tienen sus propios intereses geoestratégicos y no dudan en defenderlos, aunque sea a costa de enfrentarse a Occidente y a países musulmanes relevantes. El documento bilateral fue suscrito durante una ceremonia oficial en Moscú por el jefe de la agencia nuclear rusa, Rosatom, Serguéi Kirienko, y su homólogo de la Organización de Energía Atómica de Irán, Alí Akbar Salehí. Después, la agencia  Rosatom emitió un comunicado en el que subraya que el proyecto, incluido el suministro de equipos y de combustible nuclear, estará bajo el control del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). Además, añadió, al igual que el primer reactor nuclear de la historia iraní construido por el consorcio ruso Atomstroiexport en Bushehr, este proyecto estará en estricta consonancia con el régimen de no proliferación nuclear.
 
Intensa cooperación
Los dos  países suscribieron varios acuerdos para ampliar la cooperación nuclear con fines pacíficos, como un protocolo que abre la posibilidad a la construcción de un total de ocho reactores nucleares en territorio iraní, según informaron medios locales. Cuatro de esos reactores serían erigidos no en Bushehr, sino en otras regiones de la República Islámica, según el acuerdo intergubernamental suscrito en agosto de 1992. Según el protocolo, el combustible nuclear será suministrado por la parte rusa durante todo el ciclo de operación de los reactores y, una vez usado, deberá ser devuelto a Rusia para su procesamiento y almacenamiento. Rosatom también anunció que Moscú y Teherán “estudian la viabilidad económica y la posibilidad de fabricar en Irán elementos de combustible nuclear que serían utilizados en esos reactores”. Teherán, que no renuncia a ser un gran actor regional, quiere  incrementar la potencia de Bushehr desde los actuales mil hasta los cuatro mil megavatios y asegura que debe hacer frente a una demanda nacional de alrededor de 20.000 megavatios. A mediados de 2013, Rusia entregó a Irán el primer reactor de mil megavatios de potencia. Esta entrega fue un proyecto que Moscú heredó en 1995 cuando la multinacional alemana Siemens lo abandonó en 1979, tras el estallido de la Revolución Islámica. Desde 1998 el proyecto se vio salpicado de numerosos retrasos, debido a las sospechas de la comunidad internacional sobre la existencia de un programa nuclear militar iraní. Irán y las grandes potencias suscribieron hace un año en Ginebra un acuerdo que obliga a Teherán a suspender parcialmente las partes más conflictivas de su programa nuclear a cambio de un levantamiento limitado de algunas sanciones.
 

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