La Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas (OHCHR) ha condenado la sentencia a muerte de un activista político iraní, Javid Dehghan Khald, y ha pedido a las autoridades del país asiático que detengan la ejecución. Amnistía Internacional, se ha sumado también a la petición de OHCHR y ha solicitado al líder supremo iraní, Alí Jamenei, que se reconsiderará el caso.
Finalmente, las autoridades iraníes han hecho oídos sordos a las peticiones de los organismos internacionales y han llevado a cabo la sentencia, ejecutando a Javid Dehghan Khald, que había estado en prisión acusado de cooperar con grupos contrarios al régimen, según informa el diario persa Iran International.
Khald fue condenado a muerte tras ser declarado culpable "después de un juicio manifiestamente injusto" de pertenecer a un grupo armado y de estar implicado en una emboscada en la que murieron dos guardias de la Revolución, ha declarado Amnistía Internacional.
El tribunal se basó en "confesiones contaminadas por la tortura e ignoró los graves abusos contra las garantías procesales cometidos por los agentes de la Guardia Revolucionaria y las autoridades judiciales durante el proceso de investigación", ha declarado Amnistía.
El sitio web oficial del poder judicial iraní informó de que el activista era un dirigente del grupo militante suní Jaish Al-Adl, o Ejército de la Justicia, y que fue ahorcado por matar a tiros a dos guardias hace cinco años en la provincia sudoriental de Sistán-Baluchistán.
Irán se ha enfrentado a menudo a las críticas de organismos mundiales y grupos de derechos humanos occidentales por su historial de violación de los derechos humanos, así como su elevado número de ejecuciones, el más alto del mundo después de China, según Amnistía Internacional. Por su parte, Teherán ha rechazado las críticas tildándolas de infundadas y achaca estos ataques a la falta de comprensión de sus leyes islámicas.
Asimismo, OHCHR advierte de un creciente aumento de la violencia contra las minerías religiosas en el país, especialmente entre los kurdos, árabes de Ahvaz y baluchis, Khald pertenecía a esta última.
En las últimas semanas, las autoridades iraníes han ejecutado al menos a 19 ciudadanos baluchis en las ciudades de Mashhad y Zahedan, cuatro de ellos por cargos políticos. La provincia iraní de Sistán-Baluchistán limita con Afganistán, el mayor productor mundial de opio, y con Pakistán. La zona lleva mucho tiempo asolada por los disturbios provocados por las bandas de narcotraficantes y los militantes separatistas.