“Esta deuda no se puede pagar. Si Italia llama, Albania está ahí”, con estas palabras el primer ministro albanés, Edi Rama, iniciaba su discurso en Roma el pasado lunes. A la deuda que se refería Rama era el éxodo de albaneses a Italia en 1991; Albania enfrentaba una grave crisis económica catalogada como crisis humanitaria que llevó a más de 20.000 personas a desembarcar en el puerto de Brindisi, en Apulia.
Unas palabras que fueron el prólogo del anuncio por el cual Albania crearía centros de retención de personas rescatadas en el mar. Una decisión que parece imitar la medida del Gobierno británico de enviar solicitantes de asilo a Ruanda en 2022.
Este anuncio responde a un plan acordado entre el líder albanés y su homónima italiana, Georgia Meloni, sin consulta parlamentaria previa. Durante la rueda de prensa en Roma, tan solo se anunció la medida de palabra, el texto no fue publicado hasta la jornada siguiente por el portal Godo.al.
Un acuerdo que está suscitando mucha controversia a nivel local e internacional. En primer lugar, supone un acuerdo bilateral entre ambos países el cual no fue consultado a la Comisión Europea. Desde Bruselas, tras el anuncio de tal medida, se declaró que no habían tenido conocimiento de tal documento hasta el día anterior. Por su parte la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) publicaba un comunicado en el que afirmaba que la organización “no forma parte ni está implicada en el acuerdo entre Italia y Albania, anunciado el lunes. ACNUR no ha sido informado ni consultado sobre el contenido del acuerdo o sus detalles. Actualmente estamos recabando más información de las autoridades correspondientes”.

¿Qué establece el acuerdo?
El punto central de este texto supone la creación de dos centros de detención para personas rescatadas en el mar; el primero estará en Shengjin, ciudad costera al norte de Albania, que actuará como centro de identificación y primera acogida para los solicitantes de asilo; el segundo estará localizado en Gjader, al noroeste del país, y será donde mandarán a aquellas personas que vayan a ser repatriadas. Estas instalaciones podrán acoger inicialmente hasta 3.000 personas, que “permanecerán en estos centros el tiempo necesario para poder concluir rápidamente los procedimientos de tramitación de las solicitudes de asilo y, eventualmente, de repatriación”, dijo Georgia Meloni, durante la rueda de prensa en Roma. La líder italiana afirmaba también que esperaba que “una vez en pleno funcionamiento, podría haber un flujo anual de 36.000 a 39.000 personas”.
Estos centros permanecerán cerrados, es decir, las personas no podrán salir libremente de sus instalaciones mientras esperan que sus solicitudes sean revisadas. En el caso de que la solicitud sea rechazada el individuo sería enviado el centro de repatriación.
Siendo más concretos: el artículo 3 del protocolo establece que la República de Albania concede permiso a la República Italiana para utilizar "gratuitamente" partes de su territorio para construir los llamados “centros de procesamiento de migraciones”.
Los artículos 4 y 5 del protocolo brindan a Italia la posibilidad de construir estructuras en territorio albanés sin permiso de construcción u otras formalidades similares que normalmente exige la legislación albanesa. Además, Italia está exenta de impuestos y obligaciones aduaneras indirectas. Será la jurisdicción italiana la que se aplicará en estas “estructuras”.
La entrada de las personas rescatadas en aguas territoriales albanesas será realizada exclusivamente por las autoridades italianas. Italia cubrirá todos los aspectos financieros de esta operación y de construcción de las “estructuras". Esto excluye aquellas personas rescatadas por ONGs.
El texto, además, dice tener en cuenta a aquellas personas vulnerables: menores, mujeres embarazadas y “otros casos vulnerables”. Y aclara que tampoco serán trasladados a estos centros aquellas personas que desembarquen en costas italianas; tan solo aquellas rescatadas en el mar.
Ignorando los Acuerdos de Dublín
Ante el anuncio de estas medias, Gresa Hasa, experta política albanesa y fundadora de la revista Shota, afirmaba que “este acuerdo no sólo viola la Convención de Ginebra, sino que también viola la soberanía nacional y territorial de Albania”.
La Convención de Ginebra protege a las personas que sufren las consecuencias de un conflicto armado y no participan en el mismo, y la mayor parte de las personas que deciden emigrar a la Unión Europea están huyendo de este tipo de realidades.
Por otra parte, los Acuerdos de Dublín, establecen que será el Estado al que lleguen las personas el encargado de la tramitación de asilo. Según recita Dublín, “la identificación del país responsable de una solicitud no debería conllevar traslados a Estados que no garanticen una evaluación justa y completa de la misma. Los solicitantes de asilo deberían tener el derecho a permanecer en el país donde han pedido asilo”.
Ante esto, lo firmado entre Meloni y Rama viola directamente lo acordado en Dublín. Italia es signatario de tal Convención; Albania no y esas reglas no le aplican. Por lo que lo que ha hecho el Gobierno italiano es externalizar los procedimientos de asilo. Sin embargo, como bien señala la experta albanesa, “Italia es un Estado miembro de la UE y como tal conlleva obligaciones y compromisos más allá de su soberanía”.
Para Médicos Sin Fronteras, “el pacto migratorio entre Italia y Albania supone un nuevo ataque contra el derecho de asilo de miles de personas”. En un comunicado, la organización denuncia que “la denegación de acceso a suelo italiano, la tramitación extraterritorial de las solicitudes de asilo, la aplicación de procedimientos fronterizos acelerados y la detención de personas en un tercer país representan un nuevo ataque al derecho de asilo”.
Además, la medida no aclara varias cuestiones: ninguno de los países tiene acuerdos de readmisión con los países de origen de la mayor parte de las personas que llegan a suelo europeo, por lo que dejaría a las personas cuyas solicitudes de asilo hayan sido rechazadas en una situación que permitiría la violación de sus derechos fundamentales.
La abogada de Derechos Humanos Rosa Emanuela Lo Faro tuiteaba, tras el anuncio de estos centros, que están dispuestos a luchar contra estos centros en los tribunales. “Queremos leer sobre qué bases jurídicas se basa la deportación de náufragos a Albania y cómo se produce una reserva de jurisdicción italiana en un Estado extranjero soberano”, señaló.
Los grupos de Derechos Humanos han calificado la medida como un “Guantánamo italiano” ubicado fuera de la Unión Europea, por lo que no existiría posibilidad, denuncian, de controlar el estado de detención de las personas allí retenidas.
La externalización de fronteras es una de las principales estrategias de los Estados miembros de la Unión Europa -todos ellos signatarios de Dublín- para eludir las obligaciones de los acuerdos internacionales que ellos mismo han firmado. Ahora Italia, con la ayuda de Albania, ha dado un paso más externalizando los procedimientos de asilo.

Un acuerdo que aleja a Albania de la UE
Una vez leído el texto, queda claro que no trae ningún beneficio para el país balcánico, por lo que cabe cuestionarse por qué Rama lo firmaba. “Si Italia llama, Albania está ahí”, las palabras del primer ministro albanés sobre esa deuda histórica que Albania tiene con Italia no tienen ningún sentido cuando se trasladan a la realidad sobre el terreno.
Además, Gresa Hasa denuncia cómo tal acuerdo ha sido “firmado a oscuras, independientemente del Estado de derecho y sin previo aviso ni debate en los Parlamentos de ambos lados del Adriático”. La experta concluye: “El acuerdo migratorio firmado entre Italia y Albania en circunstancias completamente ambiguas, sin respetar el Estado de derecho de los países, así como los convenios internacionales y el derecho migratorio internacional, muestra también el enfoque colonial de Italia hacia Albania”.
Todo esto sin contar que Albania es candidato a la membresía en la Unión Europea; su entrada estaba fechada para 2020, pero se vio afectada por el veto de Bulgaria Macedonia del Norte. “Somos un Estado europeo, nos falta la U delante” decía Rama en la capital italiana. Si es cierto que Albania se ve tan cerca de ser parte de la UE, ¿por qué ha aceptado que Italia le use para externalizar sus fronteras? Al final lo que ha acordado Rama es convertir a Albania en el cortafuegos migratorio de Italia. Una situación que le aleja del espacio Schengen.