Las relaciones entre Estados Unidos y China han sido especialmente tensas en los últimos meses. Washington ha acusado a Pekín de hackeos masivos y de no respetar los derechos humanos de ciertos sectores del país como la minoría uigur. Por su parte, China, ha condenado “el racismo y la desigualdad económica” en Estados Unidos. Además de estas críticas, hay que sumar la guerra comercial, iniciada por el expresidente Donald Trump. El actual mandatario, Joe Biden, ha seguido el camino marcado por su predecesor prohibiendo inversiones estadounidenses en empresas de tecnología chinas.
Ante el incremento de disputas entre ambos países, Biden y el presidente chino, Xi Jinping, han mantenido una conversación después de 7 meses para tratar de rebajar estas tensiones. Biden se ha enfocado en cómo evitar que su confrontación “derive en un conflicto”, mientras que Jinping advirtió que “si China y Estados Unidos se enfrentan, ambos países y el resto del mundo sufrirán”.
Según la Casa Blanca, los dos líderes “discutieron sobre su responsabilidad para garantizar que la competencia no se convierta en un conflicto”. Asimismo, durante la conversación que duró aproximadamente 90 minutos, abordaron asuntos donde sus “intereses convergen” y asuntos donde “los intereses, perspectivas y valores divergen”.
“Acordaron involucrarse en ambos conjuntos de temas de manera abierta y directa. Esta conversación, como dejó claro el presidente Biden, fue parte del esfuerzo continuo de Estados Unidos para manejar responsablemente la competencia entre Estados Unidos y la República Popular de China”, señaló la Casa Blanca.
Los medios chinos, por su parte, informaron que la conversación telefónica fue “sincera” y “profunda”. También, de acuerdo con el medio estatal chino Xinhua, Jinping aseguró a Biden que la política estadounidense hacia China había causado “serias dificultades” en sus relaciones. “Si China y Estados Unidos trabajan juntos, el mundo también se beneficiará”, declaró Jinping. El presidente chino se ha comprometido en mantener el diálogo para promover la “coordinación y cooperación” entre ambas potencias.
Biden, que fue quien tomó la decisión de llamar a su homólogo, subrayó “el interés duradero de Estados Unidos en la paz, la estabilidad y la prosperidad” en el área Indo-Pacífico. Precisamente en esa zona, Estados Unidos ha comenzado a desarrollar planes y operaciones militares para hacer frente a la expansión china. Estos movimientos han acentuado todavía más las tensiones entre Washington y Pekin en los últimos meses.
“Tras la retirada en Afganistán, Estados Unidos está perfeccionando su enfoque en sudeste asiático”, declara Julie McCarthy, corresponsal en la zona asiática de la radio pública estadounidense.
Kamala Harris, vicepresidenta estadounidense, y Lloyd Austin, secretario de Defensa, han visitado recientemente países asiáticos como Singapur, Vietnam o Filipinas para reforzar la posición estadounidense en la región. Con Hanoi, por ejemplo, se comprometieron a incrementar la cooperación militar para hacer frente al enfrentamiento territorial con China. Pekín criticó estos movimientos al considerarnos una intromisión “en asuntos internos de China”. Asimismo, acusó a Washington de "sembrar discordia entre los países de la región con el fin de servir a sus propios intereses geopolíticos”.
Afganistán también ha causado controversia entre las dos potencias. Pekín ha condenado en varias ocasiones la precipitada retirada de Estados Unidos del país. Asimismo, el Ministerio de Relaciones Exteriores chino ha asegurado que las tropas estadounidenses han causado “graves daños al pueblo afgano”.
La comunidad internacional observa la evolución de las relaciones entre Estados Unidos y China con preocupación. Ambas potencias cuentan con una gran capacidad armamentística, por lo que una confrontación directa tendría consecuencias a nivel global. La situación actual entre ambas potencias ya ha sido denominada como “nueva Guerra Fría” por las similitudes a esa etapa histórica.